martes, 19 de junio de 2012

PROYECTO Y PROGRAMA DE LA PEQUEÑA OBRA DE LA DIVINA PROVIDENCIA


Proyecto y programa de la «Pequeña Obra de la Divina Providencia

El programa del Instituto es el presentado a su Excelencia en 1899 y los principios constitutivos fundamentales son los mismos presentados en la fiesta de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre del Año Santo de 1900, que compendio brevemente aquí, después de haberlos expuesto a Nuestro Santo Padre León XIII, en la audiencia privada del 10 de enero del año pasado, y de haber recibido de él palabras de inefable consuelo y amplia aprobación y bendición.

I. En los siglos anteriores al nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, la obra de la Divina Providencia estaba destinada a disponer a la humanidad para recibir a Jesucristo el Redentor; después de la venida del Señor, en el decurso de los siglos en que la Santa Iglesia milita sobre la tierra, la obra de la Divina Providencia consiste en «Instaurare omnia in Christo»: es decir, iluminar y santificar a las almas en el conocimiento y en la caridad de Dios, y fundar gradualmente todas las instituciones y cosas, -aún las pertenecientes a la sociedad visible de los hombres-, en Nuestro Señor Jesucristo Crucificado, haciéndolas entrar en el espíritu y en la vida del Catolicismo, para que ocupen su respectivo lugar en él, establezcan un orden perfecto en la sociedad humana y sirvan a la gloria de Dios, uniendo toda la humanidad en un cuerpo único, la Santa Iglesia Católica –constituida por Nuestro Señor Jesucristo bajo la potestad sagrada de los Obispos, en unión y dependencia de la sagrada y suprema potestad apostólica de Pedro, que es el Romano Pontífice–, precisamente para que de todas las personas e instituciones humanas, se haga un solo rebaño bajo la guía de un solo Pastor: «ut fiat unum ovile et unus Pastor».

II. Y dado que Nuestro Señor Jesucristo dispuso que el Bienaventurado Apóstol Pedro se hiciera servidor de los siervos de Dios, y  sobre él fundó su Iglesia, y a él le encomendó la unidad de su gobierno visible, para que acercara siempre más a los hombres a Dios y, por la asistencia del Espíritu Santo, en él dio a sus Sucesores hasta el fin de los siglos las palabras infalibles de vida eterna, para lograr el fin de la redención, -que es renovar en Cristo Jesús a todo el hombre y a todos los hombres, y el reinado social de Jesucristo: "instaurare omnia in Christo"-, nuestro mínimo Instituto, nacido por la misericordia de Dios con la denominación de "Obra de la Divina Providencia"; porque reconoce en el Romano Pontífice el eje de la obra de la Divina Providencia en todo el universo - y porque venera en él al Sucesor de Pedro, Vicario de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra -, tiene el siguiente fin principal:

III. Cumplir, con la ayuda de la gracia divina, la voluntad de Dios en  la voluntad de Pedro, el Romano Pontífice; buscar la mayor gloria de Dios dedicándose a la perfección de sus miembros; y consagrarse a difundir y acrecentar con toda clase de obras de misericordia, en el pueblo cristiano, un amor dulcísimo al Vicario de Cristo en la tierra, el Sumo Pontífice, Sucesor del Bienaventurado Apóstol Pedro - evangelizando especialmente a los pobres, a los pequeños y a todos los que padezcan algún mal o dolor -, con el propósito de ayudar a consolidar la unidad de los hijos con el Padre, dentro de la Iglesia; y restablecer, hacia afuera, la unidad desgarrada con el Padre.

            La parte activa apunta principalmente a una acción hacia adentro de la Santa Iglesia: trabajar para quitar la confusión de ideas, y con las obras de misericordia, reavivar, intensificar y mantener la unidad de los fieles con el Bienaventurado Pedro, impregnando principalmente con un amor vigoroso y activo al Santo Padre: a) la educación de la juventud, tanto escolar como campesina; b) la evangelización de los humildes, según los principios sociales cristianos; c) a los afligidos por toda clase de dolores y males, y a toda institución en favor del pueblo.

        De modo que Nuestro Señor Jesucristo penetre en todos los corazones, por medio de su Santo Vicario, y especialmente en el corazón de aquellos que el mismo Divino Maestro demostró que amaba tanto - es decir, los pequeños de edad y condición, que son los que tienen más necesidad del consuelo de conocerle y seguirle -; y que a través de ellos, Nuestro Señor Jesucristo penetre en todas las manifestaciones de lo que el cristiano piensa, quiere y hace, sea como individuo que como pueblo.

        Por otra parte por voluntad expresa del Santo Padre es propio de este Instituto el colaborar, en su pequeñez, con la Obra de la Divina Providencia, trabajando y sacrificándose para quitar la confusión de cultos, y hacer que las Iglesias separadas vuelvan a la plena dependencia y unidad con el Bienaventurado Pedro; de modo que por la unidad con el Bienaventurado Pedro, el Romano Pontífice, y por la ejecución de su voluntad, es decir de lo que globalmente y para cada uno de los estados se denomina programa papal, llegue a todos y a todas partes la caridad bondadosísima del Corazón Sagrado de Jesús, y por ella los pueblos y naciones establezcan un orden justo en la tierra, yvivan y prosperen en Jesucristo Crucificado: "instaurare omnia in Christo"

IV. Este fin - unir al Papa para "instaurare omnia in Christo" -, propio de nuestra vocación, pone a la Obra de la Divina Providencia y a cada uno de sus miembros en la pronta y absoluta obediencia al Vicario de Nuestro Señor Jesucristo, el Romano Pontífice -Padre, Pastor y Maestro supremo, universal e infalible de la única verdadera, santa, católica y apostólica Iglesia de Dios-, para cumplir, siempre con la divina gracia y según las órdenes y deseos que  el Papa se dignase manifestar al Superior del Instituto, en cualquier lugar del mundo, en todo orden de ideas y de hechos, con cualquier actividad y sacrificando bienes, intelecto, corazón y vida, todo lo que el Obispo y Papa de la Santa Iglesia Católica y de las almas todas quisiera mandarnos, o manifestara desear para mayor gloria y extensión del Reino de Dios y bien de las almas y los pueblos.

V.  La Obra de la Divina Providencia, además, inflamada en primer lugar de grandísimo y filial amor al Vicario de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra, se goza en imponerse un vínculo especial con la Cátedra de Pedro, siempre dispuesta a ir a cualquier parte donde el Santo Padre quisiese enviarla.

VI. Se gloría, además, de poder prestar toda su actividad y servicio a los Obispos, “a quienes el Espíritu Santo puso para gobernar a la Iglesia de Dios.” (Hech 20, 28)

 VII. Los Hermanos de esta Congregación se distinguen en dos clases: la de los legos y la de los sacerdotes. Los hermanos legos serán llamados con el título simple de hermanos; los sacerdotes, con el título de Coadjutores de la Obra de la Divina Providencia. Después de un conveniente período de noviciado hecho según las Normas de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, y que no debe durar menos de un año, los miembros de la Obra serán admitidos a los votos temporales anuales de castidad, pobreza y obediencia durante tres años. Luego de estos tres años podrán hacer los votos perpetuos, y sólo después de estos acceder a la Orden del subdiaconado, si no hay nada que lo impida.

Los sacerdotes que habiendo emitido los votos perpetuos sean considerados dignos por el Superior, podrán formar parte de una Sección especial con obligación especial, -aunque sin voto-, de servir en todo al Romano Pontífice y serán tenidos como servidores hasta la muerte e hijos del Papa.

Estos deben haber hecho un sacrificio ininterrumpido y total de sí mismos a la voluntad de los Superiores: no viven más que para la Santa Iglesia, siempre dispuestos a morir por ella.

Estos son los principios supremos de la «Obra de la Divina Providencia». (...) 

De una carta a su Obispo Mons. Bandi del 11-II-1903,

Lettere I, 14-18.

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