martes, 14 de mayo de 2013

DIFUNDAMOS SERENIDAD Y BONDAD


DIFUNDAMOS SERENIDAD Y BONDAD


Nuestra renovación y la del mundo entero tendrá lugar cuando vivamos a Jesucristo, cuando estemos realmente transformados en Jesucristo. Pero este calor, y el vigor de una vida espiritual más alta y copiosa, ¿cómo podremos darlos y comunicarlos a los demás si no los poseemos primero nosotros? Y, ¿cómo podremos vivirlos sin acudir a la fuente divina que es Cristo?
El, sólo El es la fuente viva de fe y caridad que puede restaurar y renovar el hombre y la sociedad: sólo Cristo podrá hacer de todos los pueblos un solo corazón y una sola alma, unirlos todos en un solo rebaño bajo la guía de un solo Pastor.
Sea éste, pues, nuestro primer y mayor compromiso: anonadarnos, negarnos a nosotros mismos, y formarnos a imagen de Jesucristo, y de Cristo Crucificado, por medio del
mysterium Crucis. No tenemos otra escuela, ni otro Maestro, ni otra cátedra que la Cruz.
Vivir la pobreza de Cristo, el silencio y la mortificación de Cristo, la humildad y la obediencia de Cristo, con pureza y santidad de vida: pacientes y mansos, perseverantes en la oración, con una sola mente y un solo corazón en Cristo: en una palabra, vivir a Cristo. Y siempre alegre in Domino, con gran gozo, difundiendo bondad y serenidad a cada paso y en el corazón de todas las personas que encontramos: siempre contentos, siempre activos, aprovechando el tiempo, pero sin precipitación humana: cada día, en cada cosa, y en toda tribulación y todo dolor, una gran alegría, siempre con caridad y con gran caridad, hasta el sacrificio; en cada cosa, solo y siempre Cristo. Jesucristo y su Iglesia, en holocausto de amor, en dulcísimo olor de suavidad.
Por favor, no te contentes con formalismos ni prácticas externas de piedad. Las prácticas externas son necesarias y hacen bien; pero quedan reducidas a la nada, si es que no producen fariseos e hipócritas, cuando no existe el fuego de la piedad, una verdadera vida interior, una religiosidad profunda, una verdadera conciencia individual cristiana y recta, bien formada, y cuando no formamos a Cristo dentro de nosotros, cuando no nos conformamos realmente a Jesucristo en todo. Realizar en nosotros el santo evangelio, reproducir en nosotros a Jesucristo, pidiendo en todo momento su gracia, y la gracia de ser siempre pequeños y humildes a los pies de la Santa Iglesia Romana y del Papa. Formar, plasmar, educar para Jesucristo y su Iglesia, no tanto con las palabras cuanto con las obras y con el buen ejemplo, que arrastra y edifica.
Que Dios y nuestra Madre celestial, María Santísima, nos ayuden!
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En Lettere di Don Orione, II, pp. 499 ss. De una carta escrita por Don Orione el 22 de octubre de 1937 al superior de los estudiantes de Teología en la Gregoriana.
Fuente Libro En Nombre de la Divina Providencia

¡¡¡CUANTAS VECES HE SENTIDO A JESÚS CERCA DE MÍ !!!


CUANTAS VECES HE SENTIDO A JESUS CERCA DE MI!...
El Dios omnipotente que, por la Fe, ha sacado de las piedras los hijos de Abrahán: el Dios grande y bueno que para propagar la Fe se vale a menudo de lo débil para confundir lo fuerte, y lo que no es para confundir lo que es, para que todos reconozcan que las cosas más maravillosas no son obra del hombre sino de Dios: El, el Señor y Padre nuestro me ha traído a esta tierra lejana, a este río inmenso y lejano, para que diera testimonio de la Fe.
Sostenido por la gracia del Señor y por la bondad maternal de la Iglesia, he evangelizado a los pequeños, a los humildes, al pueblo; he tratado de evangelizar a los pobres, de confortarlos con la fe y con un espíritu de caridad cristiana. Confieso que hubiera tenido que hacer mucho, mucho más, por lo cual pido perdón al Señor. He evangelizado a los pequeños, a los humildes, al pueblo, al pueblo pobre que, con el veneno de las teorías perversas ha sido arrebatado a Dios y a la Iglesia.
En nombre de la Divina Providencia, he abierto los brazos y el corazón a los sanos y a los enfermos, de toda edad, de toda religión, y de toda nacionalidad: a todos hubiera querido dar, junto con el pan material, el divino bálsamo de la Fe, pero especialmente a nuestros hermanos que más sufren y están abandonados. Tantas veces he sentido a Jesucristo cerca de mí, tantas veces he entrevisto a Jesús en los más marginados y que más sufren.
Esta Obra es tan querida al Señor que parecería ser la Obra de Su Corazón; ella vive en el nombre, en el espíritu y la Fe de la Divina Providencia: el Señor no me ha mandado a los ricos sino a los pobres, a los más pobres, y al pueblo.
Hijos míos, a esto nos llama el Señor: ¿Seremos hombres de poca Fe?
Fe grande, Fe benéfica, Fe inmortal que vives y creces a los pies de la Iglesia de Jesucristo y floreces en la caridad.
De la Fe nazca la vida!
El Reino de Dios no consiste en palabras sino en
el poder de la Fe y la caridad en Cristo. Despojémonos de la vieja levadura, purifiquemos nuestra vida, revistámonos de la armadura de la Fe, y seremos bendecidos más que los hijos de Abrahán. Cuando fuimos bautizados en Cristo, fuimos revestidos de Cristo: ahora todos somos hijos de Dios en Jesucristo, por la Fe. Y los mismos bienes que esperamos,es decir la Vida eterna, los esperamos por la Fe, por la gracia del Espíritu Santo. Seamos, pues, fuertes en la Fe y ejercitémosla con las obras de caridad.

"Estote fortes in Fide"

.Palabras de seguridad y de ternura igualmente divinas! Perseverantes en la oración, firmes en la Fe, pequeños y humildes a los pies de la Santa Iglesia, Madre de nuestra Fe y de nuestras almas, esperemos tranquilos y serenos la hora de Dios. El Señor, que con su mano ha enjugado nuestras lágrimas, convertirá en gozo todas nuestras tristezas:
tengamos Fe!

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En

Lettere di Don Orione, II, pp. 462ss. De una carta escrita por Don Orione a sus religiosos

desde la Argentina el 24 de junio de 1937.
Del Libro En Nombre de la Divina Providencia

ABRAMOS EL CORAZÓN A UNA MAYOR CONFIANZA


ABRAMOS EL CORAZON A UNA MAYOR CONFIANZA



Todo es posible al que cree, al que se mantiene firme y humilde en el Señor, de rodillas a los
pies de la Iglesia y de Quién la representa. Enhorabuena, pues, las experiencias de la fe, muchas e importantes, y que Dios nos asista para vivir en nosotros la Fe, virilmente y santamente!
Tomados de la mano del Señor, confortados con la bendición del Papa y de los Obispos no se
turbarán nuestros corazones.
Las pruebas y los sufrimientos recibidos de las manos de Dios no harán sino aumentar nuestra
Fe: ella arderá con un nuevo ardor, resplandecerá con una nueva luz, y será vida y calor espiritual para nosotros, será vida y luz de Cristo para las muchedumbres de niños pobres de toda raza y color, y para las multitudes inmensas de obreros y pueblos alejados de Cristo.
Animo, hijos míos, que el futuro es de Cristo y de quien vive de Fe diligente en la verdad y la caridad, hasta la muerte, hasta el holocausto para la salvación de los hermanos.
Animo, y adelante en el espíritu de Fe y de fidelidad, de piedad sólida y ardiente; ensanchemos el corazón y demos lugar a la máxima confianza, al más dulce amor a Dios y al prójimo. De la Fe nace la vida! El Reino de Dios no consiste en palabras sino en el poder de la Fe y de la caridad en Cristo.
Seamos, pues, fuertes en la fe, y practiquémosla con las obras de la caridad. Perseverantes en la oración, firmes en la Fe, pequeños y humildes a los pies de la Santa Iglesia, Madre de nuestra Fe y de nuestras almas, esperemos tranquilos y serenos la hora de Dios. El Señor, que con su mano
ha enjugado tantas lágrimas nuestras, convertirá en gozo todas nuestras tristezas: tengamos Fe!
Pero no pidamos a Jesús que nos libre de las tribulaciones y de las cruces, pues sería nuestra mayor desgracia: pidámosle hacer sólo y siempre su voluntad tal y como nos la manifiesta la Santa Iglesia, y esto hoy, mañana y siempre, y siempre en perfecta alegría, in Domino.

La oración perseverante que tenemos que hacer es pedirle su Santo amor, y nuestra santificación en la caridad: supliquémosle que, si así le agrada, nos haga compartir sus dolores y nos sumerja en el piélago amarguísimo de su corazón traspasado pero vivo de misericordia y caridad para con nosotros. Y nos dé la gracia de sufrir algo para aliviar los dolores del "dulce Cristo en la tierra", nuestro Santo Padre, y de la Iglesia tan perseguida.
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En

Lettere di Don Orione, II, pp. 459ss. Don Oriones escribe durante el viaje del 24 de junio de


1937 al Santuario Mariano de Itatí a sus religiosos reunidos para los ejercicios espirituales.
fUENTE:Libro En Nombre de la Divina Providencia

FE, VIRTUD Y HONESTIDAD : LO QUE EL MUNDO MÁS NECESITA


FE, VIRTUD Y HONESTIDAD: LO QUE EL MUNDO MAS NECESITA


 


Adelante, hijos míos, adelante

in Domino! Mañana estaremos en el Paraíso! Recemos,

perseveremos en la vocación y, humildes y fieles a la Iglesia, sirvamos a la gran causa de los

pobres que es la causa de Dios.

Neguémonos todos los días a nosotros mismos; configuremos nuestra vida con la vida de

Jesucristo; llevemos con alegría la cruz en pos de El, viviendo como pobres Hijos de la Divina

Providencia, con gran humildad y caridad, no solamente a los pies del Vicario de Cristo y de los

Obispos, sino también del clero secular y regular.

Feliz Pascua a Ustedes, queridos exalumnos; a Ustedes, jóvenes, que se están formando en

nuestros Institutos para la Religión, la Familia, la Patria y son una parte importante de nuestra

vida y de nuestro corazón!

El Señor vele sobre Ustedes, inolvidables hijos míos en Cristo. Los que ya son padres, eduquen

a sus hijos en el temor de Dios. Amen todos a sus familias: manténganse honestos y buenos;

vivan como verdaderos cristianos; recen, frecuenten los Sacramentos, santifiquen las fiestas; no

se avergüencen jamás del Evangelio ni de la Iglesia.

Tengan el coraje del bien y de la educación católica e italiana que han recibido. Difundan el

espíritu de la bondad: perdonen siempre; amen a todos; sean humildes, trabajadores, francos y

leales en todo: el mundo tiene gran necesidad de fe, de virtud, de honestidad.

Amemos nuestra Italia con un amor comprometido; amémosla para hacerla cada vez más digna

de su fe y de sus tradiciones; amémosla como italianos y como católicos; esforcémonos por

hacer reflorecer las virtudes públicas haciendo que nuestras familias sean cada vez más puras,

cristianas y trabajadoras...

Entonces seremos un gran pueblo, una gran nación, una gran fuerza en el camino de la civilidad,

y alcanzaremos el ideal con honor y gloria: el ideal que brota de la luz de tantos genios, del

perfume de tantas almas, de la sangre de tantos héroes. Entonces alcanzaremos lo que soñaron

nuestros padres: un pueblo más cristiano, más fuerte, más grande en su italianidad.

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En

Lettere di Don Orione, II, pp. 340ss. Texto tomado de una carta escrita por Don Oriones

desde la lejana tierra Argentina en abril de 1936. El Beato exhorta a sus alumnos y exalumnos a

tener el "coraje del bien".
Fuente: Libro En Nombre de la Divina Providencia

SIEMPRE ALEGRES Y CONTENTOS EN EL SEÑOR !!!!!!


SIEMPRE CONTENTOS Y ALEGRES EN EL SEÑOR



 
Almas!, Almas
Estimada Sra. (...). Ruego por todos sus seres queridos, Sra. Condesa, y en particular por Ud., para que Dios aleje de su espíritu toda nube de tristeza, y le dé la serenidad de ánimo que una madre necesita tanto para sí misma como para confortar su hogar y, en su caso, para educar cada vez más en la luz de la fe y en las virtudes cristianas a sus hermosas nenas.
Sra. Condesa, que Dios consolide cada día más el edificio religioso de su vida, con la base divina de la fe, como dice la Sagrada Escritura: "el justo vive de la fe".
El exceso de bondad y amor que Dios ha tenido para con nosotros supera nuestra capacidad de comprensión, pero ello no debe constituir un motivo de duda sino una nueva razón para aceptar su verdad y un renovado empeño de nuestra parte para creer totalmente.
Para creer no hace falta que Ud. resuelva todas las dudas que le surgen en la mente contra determinadas verdades de la Fe. Ni el Angélico ni Agustín lo lograron.
Preste oídos, Sra. Condesa, a este pobre Sacerdote que le escribe: tenga gran confianza en la bondad del Señor, en la gracia y misericordia de Jesucristo, Nuestro Señor; después, cada tanto eleve su espíritu a Dios y dígale: Señor, quiero reposar hoy y siempre sobre tu corazón paternal, y entre los brazos de la Santa Madre Iglesia de los Santos y también de mi fe y de mi alma.
Que la Fe ensanche nuestros corazones; esa Fe que es garantía de las cosas que esperamos y que ha inspirado todo lo que es grande en la vida y en la civilidad.
La Fe!, la Fe! Como dice Dante en el canto sublime a la Fe refiriéndose al texto de San Pablo a los Hebreos, la fe es garantía de lo que se espera, prueba de las realidades que no se ven (Paraíso, XXIV, 64-66)
Sí, la fe es una virtud basilar, un fundamento sustancial sobre el cual se basa la esperanza de la bienaventuranza, que está plena de inmortalidad.
La fe es una prueba, demostración y luz que guía al entendimiento a creer en aquellas verdades que con sus fuerzas naturales no podría comprender.
Y que nuestra esperanza en Dios no tenga límites. Todo lo podemos esperar de Dios, con
humildad, amor y gran confianza.
Dios es el padre celestial que todo lo puede y todo quiere darnos, con tal que se lo pidamos y le amemos con la sencillez y abandono de los niños.
Se diría que el Señor nos quiere en cierto sentido siempre niños, siempre alegres y serenos.
Es justamente así, con santa alegría y no con tristeza, cómo se ama y se sirve al Señor. De ahí que san Francisco de Sales no creía en la santidad melancólica y triste y solía decir:
un Santo triste es un triste Santo
Y cómo se podría no estar llenos de santa alegría si el Señor está cerca de nosotros y dentro de nosotros?
Escrúpulos y melancolías, lejos de la casa mía, decía san Felipe.

Rechace, pues, Sra. Condesa, toda tristeza; aleje toda nube, toda fantasía, todo pensamiento que no lleve paz al espíritu, sino inquietud y turbación. Esas ideas, esos pensamientos
no son de Dios, sino del enemigo de toda paz y de todo bien. Estemos tranquilos, serenos, y descansemos con confianza en la mano del Señor.

Qué sermón, Sra. Condesa, qué sermón! Menos mal que estamos en Cuaresma! Que valga por todas las veces que no le he respondido.
La conforto, pues, y la saludo, y le ruego que salude de mi parte a su Marido.

Invoco sobre su hogar la abundancia de la bendición de Dios, y Feliz Pascua!