martes, 20 de diciembre de 2011

AMEMOS A MARÍA!! POR DON FLAVIO PELOSO, PARTE V

¡AMEMOS A MARÍA!
La devoción mariana no es solo para uso externo, para los otros, como actividad pastoral. Es primero de todo alimento interior de nuestra espiritualidad.
Don Orione le puso este título: ¡AMEMOS A MARÍA!, a una exhortación publicada sobre el Boletín La Obra de la Divina Providencia, del 19 de abril de 1915. Les trasmito algunos párrafos para actualizarla en nuestra vida espiritual de hoy.
“Amemos a María !
¡Oh! la Pequeña Obra de la Divina Providencia, después de Dios, se puede decir que es toda obra de María: surgió por obra de María, creció por obra de María, se mantiene por obra de María. Nosotros se lo debemos todo a María: razón para serle devotos, para demostraLe nuestro reconocimiento.
La devoción a María no es simplemente un adorno de nuestra santa religión, ni una flor cualquiera, un recurso como tantos otros, del que podemos servirnos o no, como nos agrade; más bien es una parte integral. Dios no quizo venir a nosotros sino por medio de María y nosotros no podemos ir a Dios sino por medio de María”.

¿Cuánto está presente el amor de María en nuestra vida personal?
El Papa, en la Carta por el Año sacerdotal, celebrado en el año 2010, recordaba que “Jesucristo después de habernos dado todo aquello que nos podía dar, quizo hacernos herederos de cuanto tiene de más valioso, esto es su Santa Madre”. Justamente, a partir de este acto de supremo amor de Jesús manifestado sobre la cruz, María fue considerada en el sentido real, Madre de la Iglesia, Madre de los cristianos, Madre de los sacerdotes. [1]
A todos nosotros, queridos hermanos, nos hace bien vivir y cultivar el clima favorable de la devoción hacia la Madre de Dios porque nos concentra en las cosas de Dios.. Para expresar la familiaridad y la intimidad con la Santa Virgen María, nuestro Fundador exhortaba: “Para amar de verdad al Señor, la Virgen, las Almas, la Iglesia, es necesario hacerse casi como una obsesión. ¿Saben qué cosa significa ser obsesionado en una cosa? ¿Cuál era el estado de ánimo de la Virgen hacia Jesús? Ustedes lo saben: no vivía sino que para Él, no hablaba sino de Él y para Él, sufría y oraba por Él, pensaba sólo aquello que pensaba Jesús – si le hubiese sido posible -,tanto deseaba su corazón estar cerca, en sentimientos, pensamientos y afectos, a aquel de Jesús. Esto han hecho también los Santos en la tierra: buscaron vivir al unísono, en todo, con Jesús y con la Santísima Virgen”.[2]
Estar en intimidad espiritual con María nos lleva a nosotros, religiosos a estar “fijos en las cosas de Dios”, estar fijos en “el bien de las almas”, “al unísono, en todo, con Jesús y con la Santísima Virgen”. ¡Qué hermoso! Entonces nuestra vida será un dirigirse siempre a Dios y a la belleza de darse totalmente y por siempre a Jesús, a la Virgen, y las Almas.
Dejemos de lado viejos y falsos dualismos que oponían piedad mariana y piedad cristocéntrica. Para Peter Seewald, que en una reciente entrevista definía al Papa Benedicto XVI “un teólogo con orientaciones más cristocéntricas que marianas”, el Papa respondió: “es verdad, crecí en una piedad más bien cristocéntrica, en una religiosidad que conscientemente y de un modo pronunciado venía alimentada por la Biblia y entonces era orientada a Cristo. Pero de esto siempre forma parte ciertamente la Madre de Dios, la Madre del Señor”.[3]
Seguramente, nuestra vida espiritual debe ser cristocéntrica mediante la Palabra de Dios, los Sacramentos, la Caridad. Pero, como advirtió el mismo Benedicto XVI, “La Iglesia se aleja de la palabra bíblica, si en ella disminuye la veneración a María. Entonces ella, en realidad, no honra más, ni si quiera a Dios en el modo que a Él conviene”.[4]
Recuerdo también otra argumentación del Card. Ratzinger que más o menos decía así. Dios se hizo visible en la historia, relacionándose con la persona humana, tanto de ser llamado “Dios de Abram, de Isaac y de Jacob”. Y bien, con mayor razón Él es “el Dios de María”, encarnado en María. Para conocer a Dios es necesario conocer a María.
Basta con esto, queridos hermanos; cada uno puede agregar otros motivos y tantas experiencias de devoción mariana. Con esta carta entiendo sólo apreciar y estimular nuestra pastoral mariana, en los santuarios y donde sea. Entiendo recomendarles que renueven la piedad mariana personal. La devoción mariana da el clima espiritual de un consagrado. Si se desciende la temperatura mariana significa que también lo demás está enfriándose.
San Luis Orione hablaba de los “cuatro amores” – Jesús, Almas, Papa, María – que alimentan nuestro fuego, sacrificio, martirio, incendio de la caridad. Más de una vez él amplió el “Ad Jesum per Mariam” al “a Jesús, al Papa y a las Almas por la Virgen”, con la Virgen, como la Virgen.

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El cuaderno de formación permanente.
Está distribuyéndose el Cuaderno de formación permanente para los años 2011-2012 preparado por el vicario Padre Joao Inacio con un grupo de redacción. Tiene por título: En el principio era la relación y trata la temática del segundo núcleo del documento del 13° Capítulo General.
Les pido que usen este subsidio y más aun, les pido que tengan atención a la propia formación permanente para vivir la edad madura con dignidad, frutos y alegrías.
Entrando en la edad madura y en la rutina de los años, hay una natural caída de la manifestación de la actividad, en las relaciones y se advierte una cierta soledad y cansancio interior.
Es necesario cultivar en la oración la compañía de Dios, “intimius intimo meo”(San Agustín) que “transfigura” y unifica la vida, que nos hace capaces de leer donde sea y siempre, la presencia amorosa de Dios.[5] No se trata de meterse en un refugio intimístico, sino de establecerse en una más profunda unidad entre la relación con Dios y la vida para Dios.
Sólo el amor de Dios es el que nos hace avanzar en la gratuidad, siendo conscientes de nuestras fragilidades y de nuestras miserias, sin depresión, avidez o agresividad.
Queridos hermanos, la vida nos pone a todos a prueba, “por el agua y el fuego”. Es necesario armarse interiormente para que “crezca el vigor a lo largo del camino” (Sal 84,8) y no nos suceda, por otra parte, de ser arrastrados, de vivir como mejor se puede, de manera lamentable para nosotros y para los demás, “ en aquel cansancio y debilidad enfermiza de espíritu que, al decir de Dante, “poco y más muerte” (Don Orione). Atención que “no se apague la lámpara” (cf. Mt 25, 1-13) por falta de aceite, o de no “poner debajo de un cajón” la vocación que ha iluminado la juventud (cf. Mc 4,21).
Llegando a los 50 o 60 años, no podemos permitirnos vivir en tono menor por otros 20-30 años. “quien no avanza, retrocede”, pero también, si no avanza, está triste. Miremos adelante. Recordemos que somos siempre útiles en el “work in progress” del Instaurare omnia in Christo, hasta el santo Paraíso.

Próximos compromisos de la Congregación.
Las principales noticias de los acontecimientos de la Congregación las encontran en el sitio www.donorione.org que presenta news cotidianamente.
Mirando adelante, en los próximos meses tendremos dos grandes acontecimientos de Congregación: el Congreso misionero (20-23 de noviembre) y el Congreso administrativo (23-26 de noviembre). Las reuniones comprometen un buen número de representantes de varias naciones, pero los temas involucran a todos. Sigamos su preparación y celebración y, sobretodo, recibamos y realicemos las orientaciones que surgirán de ellos.
En muchas Provincias se ha concluido apenas o se está realizando la visita canónica provincial. Son visitas trienales y no tienen el caracter de excepcionalidad, sino del normal cuidado de nuestra vida religiosa y apostólica. Tomemos de las manos de Dios los estímulos de la visita y de las indicaciones del superior provincial.
En mi agenda tengo anotadas algunas visitas más allá de los límites de Italia y Europa, como en Kenya (setiembre), en Argentina y Paraguay (octubre). Igualmente los consejeros cuidarán la unidad de la Familia con visitas en varias naciones. El Padre Joao Inacio estará en Costa de Marfil y Filipinas; El Padre Aquile Morabito en Polonia y Filipinas; el Padre Eldo Musso en Polonia, Argentina y Chile; El Padre Silvestro Sowizdrzal se ocupa de la Secretaría general y hasta Navidad no tiene programado viajes de distancias; El Padre Fulvio Ferrari visitará Costa de Marfil y Rumania. En los meses de febrero-abril estaremos todos en América Latina para la visita canónica general.
Compartí con el Consejo General un proyecto de ayuda a los pueblos afectados del hambre en el “Cuerno de África”. Todo el mundo sabe que la sequía y la carestía están cosechando decenas y decenas de miles de víctimas en Somalía, Etiopía y el Noreste de Kenia. Ya fue lanzado a toda la Congregación un apelo “Don Orione for Marsabit” que tiene como coordinador al Padre Eldo Musso, al Padre Malcom Dyer, delegado para la misión de Kenya, al Padre Alessio Cappelli responsable de la Fundación Don Orione, y al Fr. Paul Mboche, director en Kenia. Será una iniciativa de “ayuda de emergencia” hacia personas afectadas por la calamidad, como ya hizo Don Orione y tantos otros co-hermanos. Será también una ocasión para hacer sentir a la joven familia orionita de Kenya que detrás hay una gran Familia solidaria, la Congregación.

Motivos de oración.
Son tantos, tantos. Al primer puesto pongo aquello de pedir al Señor el fin de la carestía de vocaciones que aflije amplias regiones de la Iglesia y gran parte de nuestra Congregación. Los hijos son el primer bien. La falta de ellos es la mayor pobreza. Inmediatamente después, en las prioridades de la oración, viene la perseverancia en la vocación y en la cualidad de la vocación de nosotros, religiosos.
Confiemos pues, como siempre, a la bondad misericordiosa del Señor nuestros difuntos.
Los hermanos sacerdotes: Padre Giorgio Ancelliero, Padre Darío Falchetti, Hermano Miguel Ferrero, Hermano Jan Wesolowski, Padre Henryk Hermanowski y el Padre Ángel Pellizzari.
Las Hermanas: Sor María Vereconda, Sor María Olga, Sor María Vicenta, Sor María Elisa Miceli, Sor María Michelina de San José (Sacramentina), Sor María Laetare y Sor María Romana.
El papá del Padre Stefano Bortolato y del Hermano Emanuel Hongra. La mamá del Padre Fausto Franceschi, del Hermano Jean Clemnt Somda y del Clérigo Dirceu Rosa. El Hermano del Padre Ángelo Pasinato, del Padre Julio Francisco Martínez Val, del Padre Mario Rinaldi, del Padre Serafino Tosatto, del Padre Enrico Brunetta, del Padre Abel Padín, del Padre Moreno Cattelan, del Padre Ettore Paravani e del Padre Secondo Moretti, hermano del Padre Giuliano, ya fallecido. La hermana del Padre Salvatore Prosperi Porta y del Padre Fieroavante Agostini.
De los Amigos y Bienechores recordamos en particular Mons. Adolfo Zambardi, Bianca Sterpi sobrina de nuestro Venerable Padre Carlo; Carlo Boggio Sola, ex- alumno benemérito; Alice Amici, casi desconocida por nosotros pero muy generosa por las obras de bien. Cada Provincia recuerde y haga rezar por los propios Amigos y Bienechores difuntos. No acostumbro nombrar a los hermanos religiosos enfermos por los que rezamos. Esta vez hago una excepción por el Padre Pablo Bussolini, el Busso de noventa años, orionino de dos mundos (Italia y Argentina). Lo visité hace poco con el Padre Eldo en Fumo, encontrándolo con sufrimientos pero contento de haber dado la vida al Señor, por las almas y la Congregación.

Pongamos a todos en nuestras oraciones. El Señor bendice y escucha a los hermanos que rezan por sus hermanos.
La Santísima Virgen de la Guardia y San Luis Orione nos protejan y custodien nuestras instituciones. Con cariño en el Señor los saludo y recuerdo en la oración.

Padre Flavio Peloso, FDP
Superior general
[1] Benedicto XVI explica que cuando Jesús, sobre la cruz, proclamó la maternidad universal de María, escogió como su primer hijo espiritual un apostol, un sacerdote, Juan, que dice: «Ahí está tu madre!» (Gv 19, 27). Por tal entrega, cada sacerdote, como Juan, está llamado a tomar consigo María, ¡qué tierno afecto!, ¡qué consolante compañía y potente ayuda para su vida!: «El discípulo la llevó a su casa».
[2] Sobre los pasos de Don Orione 165.
[3] Benedicto XVI, Luz del mundo. Una conversación con Peter Seewald, Edición Vaticana, 2010, p.228-229.
[4] María – Iglesia naciente, San Pablo, Cinisello Balsamo 1998, cap. IV "Tú eres la llena de gracia".
[5] Cfr Carta circular “La sola cosa necessaria”.

CON JESÚS EN EL CORAZÓN, LA CONFESIÓN PARTE IV



“ES ASÍ QUE SE HONRA A LA VIRGEN: CON JESÚS EN EL CORAZÓN”.
En la carta sobre los santuarios se insiste también sobre la confesión, porque “ el santuario es también el lugar de la permanente actualización de la misericordia de Dios” (Santuarios 13). En este sentido, es necesario ”favorecer y, en donde sea posible, intensificar la presencia constante de sacerdotes que, con ánimo humilde y acogedor, se dediquen generosamente a escuchar las confesiones sacramentales”, poniendo “en evidencia el vínculo estrecho que une la confesión sacramental y una nueva vida, orientada hacia una decidida conversión”. Es oportuno además que haya a disposición “en lugares aptos (por ejemplo, posiblemente, capilla de la Reconciliación) confesionarios provistos de una rejilla fija” (Santuarios 15).
Queridos hermanos, es un gran honor, por cierto no carente de sacrificios, ser ministro de la misericordia en un santuario. Se han dado cuenta los hermanos sacerdotes que han desarrollado este ministerio como “trabajo” cotidiano en el Santuario de Pompeya, o los que confiesan en el Santuario de la Incoronata, de la Guardia, de Itatí y en otros.
Quien va a los santuarios, “clínicas del espíritu” espera siempre encontrar confesores disponibles. En muchas parroquias, por varias razones y por algún descuido, casi no se confiesa más.
¡Para quién tiene tanto que hacer el confesar pude ser una “carga”; pero jamás una “pérdida de tiempo”! Para tantos hermanos sacerdotes ancianos y enfermos los límites de la salud con frecuencia se transforman en una condición favorable para desarrollar el ministerio de la confesión y de la escucha espiritual, muy activos todavía como sacerdotes. Pienso a un Padre Santella en Roma, o al Padre Luis Lazzarin en Bello Horizonte, o al Padre Adolfo Gigón en Claypole, que permanecieron “vivos” y requeridos para las confesiones hasta el final. La gente andaba a ellos igualmente por el Bien más valioso. También ellos se sentían valiosos, “¡en la vejez darán todavía frutos” (Sal 92, 15)!
La confesión se vive en el secreto del diálogo personal. ¡Cuánto bien y también cuanto mal puede hacer el sacerdote con sus palabras! Por esto es necesario que “sean bien formados en la doctrina y no descuiden el estar al día sobre todo en cuestiones atinentes al ámbito moral y bioético. También en el campo matrimonial, respeten cuanto responsablemente enseña el magisterio de la iglesia. Eviten de manifestar en sede sacramental doctrinas privadas, opiniones personales o valoraciones arbitrarias no conformes con lo que la Iglesia cree y enseña” (Santuarios 17-18). Muchas personas, especialmente las más alejadas, se forman un concepto de vida y de doctrina cristiana de aquello que reciben de estos encuentros en el santuario.

La Eucaristía es “cumbre y fuente” de toda la vida cristiana (SC 10 y PO 5). También de la vida del santuario. Hay que cuidar todos los aspectos que puedan facilitar el acercamiento de la gente a la misma. Muchas veces los peregrinos y también los turistas entran en el santuario mientras se está celebrando la Santa Misa. Con frecuencia se detienen aquellos que no tienen la costumbre de participar en la Misa. Si “ven” que la celebración está bien hecha, con fe, decorosamente, también ellos serán atraídos por el recogimiento. El canto puede ayudar, también la música, el silencio ayuda, como la homilía bien hecha y comunicativa. Todo debe responder a criterios dignos y sagrados. Mientras “un estilo celebrativo, que introduzca innovaciones litúrgicas arbitrarias, más allá de confundir y dividir los fieles, hiere la venerada tradición y la autoridad misma de la Iglesia, como también la unidad eclesial” (Santuarios 21)

“Menos misas y más misa” es aún una sabia indicación para poner en práctica también en los santuarios. En los tiempos de mayor presencia de gente es oportuno ofrecer mayor facilidad (y por lo tanto frecuencia) para participar en la Misa, pero ninguna celebración debe realizarse sin la debida dignidad. Jamás debe ser sin vida, a las apuradas, sin cantos ni homilía, por más simple que sea.
El Papa Benedicto XVI escribió y lo repite que “la mejor catequesis sobre la Eucaristía es la misma Eucaristía bien celebrada” (Sacramento de la Caridad 64)
Para orientar a Cristo durante la visita al santuario es de gran eficacia la adoración eucarística que manifiesta “aquello que está en el corazón de la celebración: la unión con Cristo hostia” (Santuario 23). La carta exhorta a atribuir “notable inportancia al lugar del tabernáculo en el santuario (o también de una capilla destinada exclusivamente a la adoración del Santísimo) porque es en sí mismo un imán, una invitación y estímulo a la oración, a la adoración, a la meditación, a la intimidad con el Señor” (Santuario 23). Deben ser bien cuidadas la exposición, la adoración y las bendiciones solemnes. Muchos diálogos profundos nacen delante del Santísimo Sacramento: de consuelo, de arrepentimiento, de conversión, de confianza, de escucha de los llamados interiores del bien.
Que todo lleve a concebir que el santuario es el lugar de la Presencia, de la Permanencia; es Casa y Templo y no simplemente lugar para visitar y ver.

“Unir a una obra de culto una obra de caridad”
Me sorprendió un poco y me alegré que la Carta sobre los santuarios pida que “en fidelidad a la gloriosa tradición, no se olviden de comprometerse con las obras de caridad y los servicios de asistencia, de promoción humana, en la salvaguardia de los derechos de la persona, en el deber con la justicia, según la doctrina social de la Iglesia” (Santuarios 30).
Sabemos que ésta es una directiva característica, típica e insistente de Don Orione, tanto que fue presentada como una costumbre de la Congregación por el Abad Caronti: “Es praxis entre nosotros unir siempre a la Obra de culto una Obra de caridad”. [1]
De esta regla práctica conviene tener siempre las motivaciones espirituales y pastorales. “Muchos no saben entender la obra de culto – escribía Don Orione – y entonces será necesario unirla a la obra de caridad. Estamos en tiempos en los cuales si ven al sacerdote sólo con la estola, no todos lo siguen; pero si en cambio ven al sacerdote rodeado de ancianos y huérfanos, entonces sí que arrastra ... la caridad arrastra. La caridad mueve y lleva a la fe y a la esperanza”. [2]
En los santuarios, las obras de caridad y de misericordia hacia los más necesitados son el complemento del “Ad Jesum per Mariam”. Son el “Ad Jesum per caritatem”. “La Caridad abre los ojos a la Fe y enardece los corazones de amor hacia Dios”.
Esta práctica está aún muy metida en la Congregación y modela las estructuras y las actividades de tantas de nuestras comunidades. Pude constatarlo y admirarlo recorriendo el mundo orionita. Observo de todos modos que deberíamos comprometernos más para que entre la obra de culto (mariana y parroquial) y la obra de caridad exista una sinergía efectiva, complementariedad y comunión. Cuánta eficacia recibe la actividad de un santuario (parroquia) de la presencia viva e integrada de una obra de caridad que constituya una unidad con la pastoral. Cuánta vitalidad surge de la actividad de una obra de caridad educativa o asistencial en la relación más amplia con la gente que frecuenta la iglesia o el santuario.
Creo que sea importante valorar y poner en práctica otra recomendación que nos llega de la Carta cuando dice “En torno a ellos es bueno que florezcan también iniciativas culturales, como por ejemplo congresos, seminarios, muestras, reseñas, concursos y manifestaciones artísticas sobre temas religiosos. De este modo los santuarios se convertirán también en promotores de cultura, sea intelectual que popular” (Santuarios 30).
Algo, gracias al celo pastoral de los cohermanos, se hace. Pienso en la tradición de los congresos y encuentros en el santuario de la Incoronata de Foggia; a la fiesta del Papa en el de la Guardia en Tortona; también en el nuevo santuario de Bonoua se vio rápidamente la necesidad de tener amplios salones para la catequesis y reuniones varias.
[1] Carta del 3 de mayo, 1938; Escritos 117, 107; igualmente también en la carta de febrero de 1929; Escritos 53, 39. “Es costumbre unir posiblemente siempre a una obra de Culto una obra de caridad”; Escritos 80, 177. A la Incoronata de Foggia, es habitual que la comunidad que ofrece el hábito para la solemne “vestición” de la Virgen debe ofrecer el equivalente para una obra de caridad.

[2] Reuniones, p. 95. Don Orione al archipreste Giovanbattista Chiosso de Torriglia: “Será entendida mucho más aún – también por quien practica poco, - la devoción a la Virgen, cuanto al culto, vaya unida una obra de caridad, a favor de los pobres”; carta del 27.11.1937, Escritos 38, 158 . “A una obra de fe, de culto y de piedad hacia Dios y la Virgen Su Madre, irá entonces unida una obra de beneficencia, de caridad, de piedad hacia el prójimo”; Escritos 92, 216.

A LA LITURGIA, A TRAVÉS DE LA DEVOCIÓN, POR DON FLAVIO PELOSO PARTE III

AD “JESUM PER MARIAM” SIGNIFICA TAMBIÉN “A LA LITURGIA A TRAVÉS DE LA DEVOCIÓN”
El “A Jesús por María” se convierte celebrativamente “a la liturgia a través de la devoción”. El culto a María bien hecho, conduce al culto de Dios. Don Orione logró esta mediación. Tenemos que conseguirlo también nosotros. Muchos escritos, testimonios y crónicas ilustran cuales fueron el estilo y la organización de las fiestas, de las peregrinaciones, de las celebraciones marianas de Don Orione. Todo estaba concentrado a conducir los fieles a los sacramentos, a hacer experiencia de Iglesia, a la evangelización en las verdades cristianas. Es verdad que se necesita un gran cuidado para convertir el movimiento de devoción a María, muchas veces ingenuo pero existencialmente vivo, en un auténtico encuentro y relación con Dios.
La escucha la Palabra de Dios “asume un rol esencial en la vida pastoral del santuario”(Santuarios 6), sea donde ella llegue: la escucha litúrgica, ofrecida como respuesta a los interrogantes de la vida, percibida durante la oración, surgida del diálogo confidencial con la Virgen. En los santuarios y en nuestras propuestas de devoción mariana debemos favorecer en todas las formas, el encuentro con la Palabra de Dios. Don Orione hacía observar que: “María está por encima de las creaturas, porque entre todas fue aquella que más amó, observó y honró la Palabra de Dios. Dichosos nosotros si, con la ayuda de la Santísima Virgen, llegaremos a amar y observar la Palabra de Dios, unir nuestra voluntad a la de Dios: es sólo esta unión la que nos hace santos!”. [1]
El documento sobre la pastoral de los santuarios exhorta: “Los ministros sagrados tienen el deber de preparar el anuncio, en la oración y en la meditación, purificando el contenido del anuncio con la ayuda de la Teología espiritual, en la escuela del Magisterio y de los Santos” (Santuarios 6).
Por su parte, San Luis Orione recomendaba: “Estén sedientos de la Palabra de Dios, y que sea la vida de ustedes”. [2] “Administren la Palabra de Dios, de forma breve y preparándose: sustancia y practicidad, y con unción”. [3]
“Las prédicas de Don Orione – recuerda el Padre Bianchi – eran una citación continua de la Sagrada Escritura y del Evangelio; esto puede manifestar la veneración por los textos sagrados y la pasión con que los estudiaba”. [4] El sabía alternar la oratoria solemne y precisa con el uso de la lengua hablada por el pueblo humilde, del dialecto, para ser más incisivo y llegar al corazón y la mente de los que lo escuchaban, sobretodo en las peregrinaciones y en las fiestas populares.
Trasmitió un verdadero culto del Evangelio. “ ¿Qué es el Evangelio? Es el libro de Dios, es la vida, la palabra, la doctrina de Jesucristo. Es la historia del Señor: el Verbo de Dios escrito. Como el Santísimo Sacramento de la Eucaristía es el Verbo de Dios vivo, asi el Evangelio y la Sagrada Biblia son el Verbo de Dios escrito”. [5]

La Liturgia es la expresión máxima de la relación con Dios, con la Virgen, con los Santos. Por lo tanto los responsables de la pastoral en los santuarios tienen la tarea de: “instruir a los peregrinos sobre el carácter absolutamente preeminente que la celebración litúrgica debe asumir en la vida de cada creyente. Las prácticas devocionales personales no son obtaculizadas ni rechazadas, al contrario, son favorecidas”. Es una oportunidad y no un obstáculo para la vida cristiana. [6] “ pero no sustituye la participación en el culto litúrgico” (Santuarios 12).
Especialmente hoy, cada uno de nosotros debemos tener en el corazón, como rectores o acompañando grupos de fieles hacia el Santuario, el hecho de favorecer una relación efectiva entre devoción personal, la Palabra de Dios y la Liturgia comunitaria.
Quien tiene interés por las Almas aprovecha de tantas pequeñas ocasiones. Por ejemplo, los lugares donde se reciben las “promesas”, si se preparan bien con signos o carteles explicativos, pueden ayudar a entender mejor la Providencia de Dios en la vida de las personas, los frutos que la fe puede producir. Cada Santuario tiene sus bendiciones. En los santuarios se pide la bendición para todo, se pide la protección, se quiere llevar alguna cosa “de Dios”, de la “Virgen”, de sagrado. En el Santuario de la Incoronata de Foggia todos van para ser ungidos con el aceite santo de la Virgen; otras personas llevan el coche nuevo para bendecirlo y la lista continúa. Estos momentos también son oportunos para decir una palabra de fe, para encontrar la familia, las personas.
El sacerdote, entre las tantas actividades ordinarias del santuario, tiene que dar la precedencia a aquellas que le dan mayor posibilidad de involucrarse en una relación espiritual personal con los peregrinos. También en este ámbito de nuestro apostolado, tenemos que ocuparnos sobretodo de aquello que es más propio de nuestro ministerio, dejando otros compromisos a los colaboradores laicos.
[1] Discurso a las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, 18 de febrero de 1918.
[2] A los sacerdotes, 23.7.1939; Escritos 3, 526.
[3] Al Padre Cándido Garbarino, Escritos 67, 85.
[4] Testimonio del Padre Luigi Bianchi, Informativo, 100.
[5] Discurso a las Pequeñas Hermanas Misionarias de la Caridad, 11 de setiembre de 1919.
[6] Cfr mi Editorial sobre “Don Orione hoy”, mayo de 2011, p.3- 4.