INSTAURARE OMNIA IN CARITATE
“Solo la caridad salvara al mundo”.
La pagina del Evangelio mas representativa del carisma orionista
Matteo 9, 35 – 10, 13 (1)
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas,
enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y
sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. (2)
Y al ver las multitudes, tuvo compasión de
ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen
pastor. (3) 1 Reyes 22. 17Marcos 6. 34
Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la
mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que
envíe obreros a su mies. (4) Lucas 10. 2
Entonces llamando a sus doce discípulos, (5)
les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y
para sanar toda enfermedad y toda dolencia. (6)
Los nombres de los doce apóstoles son estos:
primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y
Juan su hermano; Felipe, Bartolomé,
Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre
Tadeo, Simón el cananista, y Judas
Iscariote, el que también le entregó.
A estos doce envió Jesús, y les dio
instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de
samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de
Israel. (7) Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; (8)
de gracia recibisteis, dad de gracia. (9)
No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento. (10)
(1) Los
capitulos 8 y 9 habian presentado l’actividad apostolica de Jesus (10 milagros
obrados por Jesús!) aqui resumida. La compasión une e motiva la actividad
apostolica de Jesus y la actividad apostolica de los Doce.
(2)
Notamos los tres verbos con los que Mateo presenta actividad de Jesús:
iba por todos lados, enseñando, predicando, curando. No hay fractura entre las
3 actividades, porque una demanda a la otra, una explícita y valora a la otra.
¿Qué cosa sería de la enseñanza sin la predicación? Una actividad intelectual,
un circulo literario. ¿Y que cosa sería la cura de las personas sin
predicación? Obras sociales; servicios sin proyecto integral del bien de la
persona; serian obras de caridad sin caridad. ¿Y qué cosa sería la predicación
sin la cura (física y espiritual) de las personas? Doctrina sin corazón;
palabras que no hace florecer la vida, “cristianismo sin caridad no seria que
una indigna ipocrisia” (Don Orione).
(3) La
compasión (“padecer/sentir con”) es la llave explicativa sea de la intensa
actividad taumaturgica de Jesús (atención a las personas y a las multitudes)
sea de la actividad apostolica siguiente (instrucciones del capitulo 10). Es la
compasión de Dios por el estado en el que se ha transformado su pueblo y se va
transformando la humanidad que empuja a meter en acción el proyecto de
salvación. Se trata de compartir la compasión de Dios y de Jesus (Sitio) antes
y junto a la compasión para las Almas.
(4)
Primera linea de acción de la estrategia movida por la compassión de la
Almas è la oración al Padre pidiendo obreros, colaboradores.
(5)
Segunda linea de acción de la estrategia de Jesus es... la constitución
de la Iglesia, los Doce, con Pedro primero.
(6)
Jesus dà a los apostoles autoridad espiritual contra los demonios y
autoridad para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
(7)
Jesus tiene un plan estrategico: los envia a las ovejas de Israel y no a
los Gentiles en esta primera misión; después enviarà “hasta los confines de la
tierra”.
(8) La
tercera linea de acción es el envio apostolico con dos modalidades esenciales
de acción: “predicad... sanad”, evangelización
y testimonio de la caridad.
(9) El
desapego de sì y la gratuidad caracterizan l’actitud personal de los apostoles.
10)
Jesus da una indicación fuerte sobre pobreza y confianza en la Divina
Providencia de los apostoles.
CARIDAD SANTIFICADORA
A la fuente y al destino de la caridad (1Jn 4,
7 – 5,2)
Queridos míos, amémonos los unos a los otros,
porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos
manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por
medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por
nuestros pecados.
Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también
nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si
nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios
ha llegado a su plenitud en nosotros. La señal de que permanecemos en él y él
permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos
visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como salvador del mundo. El que
confiesa que Jesús es el Hijo de Dios permanece en Dios y Dios permanece en él.
Nosotros hemos creído en él. Dios es amor, el que permanece en el amor
permanece en Dios, y Dios permanece en él.
La señal de que el amor ha llegado a su
plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del
Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a el. En el amor no hay lugar
para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor
supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. Nosotros
amamos porque Dios nos amó primero. El que dice: “Amo a Dios”, y no ama a su
hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama
a su hermano, a quién ve? Este es el mandamiento que hemos recibido de él: el
que ama a Dios debe amar también a su Hermano.
El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
ü La primera carta de Juan se presenta como una carta encíclica destinada a las comunidades del Asia amenazadas por la dificultades esternas y por los desgarramientos de las primeras herejías y divisiones. Juan condensa en la carta la esencia de su experiencia religiosa. El autor toca los temas de la luz (1,5 s), de la justicia (2,29s), del amor (4, 7-8s) de la verdad (5,6s) para hacer resaltar el estrecho vínculo existente entre el estado de los hijos de Dios y la rectitud del obrar, por lo tanto la relación necesaria entre fe y vida, entre verdad y práctica, entre gracia y acción. Todo eso es posible por el amor.
ü El amor del cual aquí se habla es la caridad que circula entre las Personas Divinas en la Trinidad. Este amor esta en Dios (en ningún otro lado: “y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero”- 4,10) y se identifica con Dios mismo: “¡Dios es amor”!
ü En medio nuestro, este amor lo trae Jesús, que es la manifestación encarnada (Epifanía) del amor de Dios por nosotros, para que también nosotros tengamos “la vida” por medio de El (4,9). Por lo tanto el primado y la iniciativa de este amor pertenecen totalmente y solamente a Dios.
ü Jesús trajo este amor divino en medio nuestro y lo derramó en nuestro corazones en el Bautismo (don a los hijos de Dios del Espíritu); nuestra condición y vocación cristiana es amarnos con el mismo amor divino derramado en nuestros corazones. Por eso no solo quien cree, sino sobretodo “quien ama” conoce a Dios (tiene experiencia de Dios) y reconoce en Jesús al Hijo de Dios (4, 11-16).
ü Desde aquí las consecuencias: no se puede amar a Dios, a quien no se ve, si no se ama al prójimo a quien se ve (4,20-21): los dos amores corren paralelos y no se da uno sin el otro (5,1-2). Don Orione llega a decir que “cristianismo sin caridad non seria que una indigna hipocresía”. Y este amor – y solo este amor- hará estallar las lógicas del mundo (5,4).
ü Con estas premisas comprendemos mejor la experiencia y el carisma de Don Orione, “una maravillosa y genial expresión de la caridad cristiana... él se dejó siempre conducir sólo por la lógica del amor” (Juan Pablo II). Pero comprendemos también que la palabra caridad se empobrece si la privamos de una sola de sus dimensiones: teologal (mística), fraterna (comunión), diaconal (servicio, socorro), evangelizador (misión), cultural-social-politico-economico (tiende a rehacer al hombre según Dios en todos los ambientes de la vida).
La caridad es Dios que vive en nosotros! Deus caritas est.
«Dios nos amó. Dice San Juan: Nosotros amamos
porque Dios nos amó primero (1Jn 4, 19). El amor de Dios hacia los hombres es
tan grande que nosotros no podemos medirlo... Dios es caridad - lo dice siempre San Juan - Dios es
santísimo eterno amor».
La caridad es infundida en nuestros corazones
por el Espíritu Santo, por el cual podemos amar a Dios y al prójimo, ella nos
lleva a ensanchar nuestros corazones (“corazón sin fronteras porqué dilatado
por la caridad de Cristo”).
El dinamismo de la caridad en Don Orione
encuentra su fuente en la experiencia interior de Dios: “La caridad es como un
rìo de montaña, tiene su manantial el lo alto. Vayamos al manantial, a la
fuente pura y viva. Amemos en Dios”. Lo canales de la caridad son la
Iglesia-Sacramento y los Sacramentos, su Palabra, la Oraciòn, su Presencia en
los màs pobres y desamparados. Estamos bien conectados con la fuente-Dios de la
caridad?
Es Dios que trasluce en cada contacto de Don
Orione, en cada acción suya, en sus escritos tan lúcidos en las razones de la
fe y tan cargados de amor divino. El amor lo rapta, la caridad lo eleva y lo
deja perderse en Dios y dilata su corazón sin confines. «La caridad tiene
brazos tan grandes que no ve ni montes ni confines o barreras de nacionalidad».
La experiencia del amor de Dios lo llevaba a
ser uno con Cristo, por los demás. Santidad y caridad se identifican. Don
Orione expresa así su adhesión a este dinamismo unificante de la caridad:
«Buscaré de imbuirme de caridad de adentro y de afuera y de aniquilarme por la
salud de los hermanos y por atraer al amor de Dios y de la Iglesia a las almas
y al pueblo».
Don Orione conocía bien la doctrina teológica
sobre la caridad: ella crece para una mayor unión con Dios y se intensifica con
la oblación de sí. «¡Amar siempre y dar la vida cantando al Amor! Despojarme de
todo... abismarme siempre infinitamente y volar siempre más alto infinitamente,
cantando a Jesús y a la santa Virgen y no detenerme nunca».
Así como es inadmisible una fe sin caridad, es
también inadmisible una caridad sin fé y sin vida de Dios. «Quiero ocultarme y
consumirme de amor de Dios y del prójimo, pero de los pobres y abandonados.
Quiero estar oculto en el Corazón de Jesús Crucificado, ir por las calles y por
las plazas con el fuego de la caridad... Sin oración y sin caridad no se hace
nada. La caridad tiene hambre de acción: es una actividad que sabe de eterno y
de divino».
«Don Luis Orione se nos presenta como una maravillosa y genial expresión de la caridad cristiana... él se dejó siempre conducir sólo por la lógica del amor» (Juan Pablo II). Es la unión con Dios la fuente de la dinámica de la caridad apostólica, tan característica en la vida de la Congregación. «¿Cuál es el secreto para tener éxito en las obras del apostolado, para obtener resultados satisfactorios en nuestro trabajo? Todo arte tiene su secreto. Este secreto es la unión con Dios, vivir con Dios, en Dios, unidos a Dios, tener siempre el espíritu elevado a Dios... Todo aquello que se hace se transforma, así en oro, porque todo se hace por la gloria de Dios y todo se vuelve oración».
“Debemos
ser una profunda vena de espiritualidad mística que invada todos los estratos
sociales: espíritus contempladores y activos, siervos de Cristo y de los
pobres.
1)
Amar a todos en Cristo
2)
Servir Cristo en los pobres
3)
Renovar en nosotros Cristo y todo restaurar en Cristo
4) Salvar siempre, salvar a todos, salvar a costa de cada sacrificio con pasión redentora y con holocausto redentor”.
Hay una dinámica interna que logra, en el mismo
acto del servir, sea la ayuda al hermano, sea la unión con Jesús y sea la
evangelización:
-
Es servir a Cristo en los pobres (es una mística);
-
Es servir a los pobres en Cristo (es una diaconia);
- Es servir a los pobres de Cristo (es una evangelización)
La caridad es santificadora, humanizadora y evangelizadora.
Benedicto XVI dijo al Capitulo general (24
junio de 2010):
“Don Orione vivió lúcida y apasionadamente la
tarea de la Iglesia de vivir el amor para que entre en el mundo la luz de Dios
(cf. Deus caritas est, 39). Dejó esa misión a sus discípulos como camino
espiritual y apostólico, convencido de que «la caridad abre los ojos a la fe y
enciende los corazones de amor a Dios». Sigan la línea carismática iniciada por
Don Orione, queridos Hijos de la Divina Providencia, porque, como él decía, «la
caridad es la mejor apología de la fe católica», «la caridad arrastra, la
caridad mueve, lleva a la fe y a la esperanza».
Las obras de caridad, como actos personales o como servicios a las personas débiles prestados en las grandes instituciones, nunca pueden limitarse a ser un gesto filantrópico, sino que siempre deben ser expresión tangible del amor providente de Dios. Para hacer esto - recuerda don Orione - es preciso estar «inpregnados (impastati) de la caridad dulcísima de nuestro Señor» (Escritos, 70, 231) mediante una vida espiritual auténtica y santa. Sólo así es posible pasar de las obras de caridad a la caridad de las obras, porque —añade vuestro fundador— «las obras sin la caridad de Dios que les infunda valor ante él, no valen nada»
CARIDAD EVANGELIZADORA
“La caridad abre los ojos a la fe”
Mateo 11, 2-6
Al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio.
ü Lo capitulos 8-9 habian presentado l’actividad apostolica de Jesus que consiste en el anuncio de la buena noticia del Reino y en la realización de obras y milagros de Providencia: curación del leproso (8,1-3) , el hijo del centurión (8, 5-13), la sanación de la suegra de Pedro (8, 14-15), liberación de muchos indemoniados (8, 16-17), intervención en la tempestetad (8, 23-27), liberaciòn de dos endemoniados (8, 28-34); curación del paralitico (9, 1-8); en casa de Mateo dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (9, 12), dà la vida a la hija de un funcionario (18-26) e, durante el camino, sana la mujer enferma de emorragias (9, 20-22), enfin sana a un ciego (9,27-31) e a un mudo (9, 32-33).
ü En el versiculo 9, 36 presenta la conmoción por las multitudes maltrechas y postradas. La respuesta a esta conmociòn es, en el capitulo 10, la constitución de los Doce (la Iglesia) el discurso apostolico y el envio en misión con dos modalidades: “predicad que el reino de los cielos se ha acercado; sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios” (10, 7-8).
ü El capitulo 11, se abre con la embajada pedida por Juan el Bautista. El austero predicador y precursor del Mesías y del nuevo Reino estaba en la cárcel y envia mensajeros a Jesús. ¿Eres tú aquel que había de venir? En referencia a algunos oráculos de Isaías, Jesús responde dando la palabra a los hechos que están acompañando su misión y que caracterizan el nuevo Reino: cura de enfermos de cada especie y evangelización de los pobres. Para Juan el Bautista todo eso es suficiente para reconocer que el Reino de Dion esta en medio de nosotros.
ü Para Jesús las obras, que acompañan su ministerio, testimonian que él es el Mesías. No solo. Las obras hablan y revelan ya la presencia del Reino de Dios en medio nuestro. Las obras son su apología. En otro contexto Jesús dirá: “Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mi; créanlo al menos por las obras” (Jn 14,11).
Don Orione ha entendido bien la importancia de
la caridad y de las obras de caridad, pero sobretodo ha intuido con
sensibilidad profética que para afrontar los desafíos de la de-cristianización
de las masas no hay estrategia mejor que aquella de la caridad y de las obras
de caridad.
Para el la caridad y las obras de caridad no tienen por finalidad solo al hombre, a los pobres, sino son la vía para alcanzar el fin ultimo, que es Instaurare omnia in Christo en la Iglesia y con el Papa.
Don Orione, hombre enteramente de Dios, esta
apasionadamente abocado a la causa de Cristo que, pastoralmente, se identifica
con la causa de la Iglesia y llega a su convicción fundamental: “La causa de
Dios y de su Iglesia no se sirve más que con una gran caridad de vida y de
obras. No penetraremos en las conciencias, no convertiremos a la juventud, no
atraeremos a los pueblos a la Iglesia, sin una gran Caridad, y un verdadero
sacrificio de nosotros... Hay una corrupción en la sociedad, espantosa; hay un
ignorancia de Dios espantosa; hay un materialismo, un odio espantosos; sólo la
Caridad podrá aún conducir a Dios los corazones y las poblaciones, y
salvarlas”.
Papa Juan Pablo II presentò a Don Orione en la
omilia de la canonización como “estratega de la Caridad”.
Cierto es que llegando a una ciudad a un
pueblo, todavía antes de abrir una iglesia, Don Orione abría un instituto para
huérfanos, se asumía al cuidado de los inválidos, de los olvidados, de aquellos
que son considerados los “descartes de la sociedad”. ¡Y así hablaba de Dios y
de la Iglesia!
“¿No es la hora de que una nueva y grande epifanía desvele a Jesucristo a los pueblos, tan descarriados y cansados de nuestra edad? ¿Pero quién irá a los humildes del pueblo? ¿Quién, en la Iglesia y bendecido por la Iglesia, irá a los más pobres, a los más abandonados, a los más infelices? ¿Y a las almas, al pueblo cómo revelaremos a Cristo? ¡con la caridad! ¿Cómo haremos amar a Cristo? ¡Con la caridad! ¿Cómo nos salvaremos nosotros, a los hermanos y a los pueblos? ¡Con la caridad! Con la caridad que se hace holocausto pero que todo lo vence, con la caridad que unifica e instaura cada cosa en Cristo».
Hizo surgir en la periferia de las grandes
ciudades, por ciertos aspectos símbolo de la eficiencia y de la desolación del
hombre, de estas obras de caridad, los Pequeños Cottolengos: fue así en Génova
y en Milán; fue así en Buenos Aires, en Montevideo, y en seguida en San Pablo
de Brasil, Santiago de Chile y ahora en otras ciudades. Tales casas eran para
Don Orione los “púlpitos” nuevos desde los cuales hablar de Cristo.
“Si se quiere mantener católico un país o restituirlo católico, el camino mas breve y seguro es lo de tomar cuidados de los huérfanos y de la juventud pobre y crear obras, obras, obras de caridad,... es lo que constituye nuestro primer medio para difundir entre los humildes el amor a la Iglesia y al Papa en el amor de Cristo”.3
Don Orione ha querido evidenciar esta
metodología carismática de caridad evangelizadora y eclesializadora previendo
que sus Hijos de la divina Providencia se empeñasen con un IV voto de especial
fidelidad al Papa (vivida mediante la caridad) y la Hermanas Misioneras de la
Caridad pronunciasen un IV voto de caridad (para instaurare omnia in Ecclesia y
en Christo).
Escribe a Don Adaglio, en Palestina, el 19 de marzo de 1923: “se necesita que sobre cada paso nuestro se cree y florezca una obra de fraternidad, de humanidad, de caridad purísima y santísima, digna de los hijos de la Iglesia, nacida y surgida del Corazón de Jesús. Obras de corazón y de caridad cristiana se necesitan. ¡Y todos creerán! La caridad abre los ojos a la fe y calienta los corazones de amor hacia Dios. Jesús ha venido en la caridad, no con la fuerza, no con la potencia, no con el genio, sino con el corazón: con la caridad. Obras de caridad se necesitan: esas son la mejor apología de la fe católica”.40
Si “Dios es caridad”, a Dios se lo hace
presente y se lo predica, con la caridad. A los mensajeros de Juan el Bautista
que querían los signos del Reino y del Mesías, Jesús propuso el mutuo y
elocuente testimonio de las obras: “vayan a contarle a Juan eso que ustedes han
oído y han visto: los ciegos recuperaron la vista; los paralíticos caminan, los
leprosos son purificados, los sordos recuperan el oído, los muertos resucitan,
a los pobres se les anuncia la Buena Nueva”. Este mismo testimonio es eficaz
hoy. “Nuestros pulpitos, nuestra predica es la caridad” (Don Orione)
También en la pedagogìa familiar es la misma
dinamica de la caridad que funziona. Don Orione: “Os confío una receta, padres
preocupados por las almas de vuestros hijos: haced el bien delante de él, haced
el bien a él mismo, haced que él haga el bien. Sed perseverantes; mantened a
vuestro hijo en esta línea, tenedlo paciente y constantemente en esta atmósfera
de ver el bien, de recibir el bien, de hacer el bien; él no se resistirá y se
formará como vosotras lo queréis”.
CARIDAD PROFÉTICA Y POLITICA
Don Orione tiene los ojos abiertos sobre las
realidades, las miserias de los hermanos con talento apostolico y redentor,
como el profeta Isaías (cf. Is 61, 1-2) y como Jesús (cf. Lc 4, 17-19) al
comienzo de su ministerio. Él nos invita también a nosotros a mirar la realidad
para transformarla con la caridad, vivir la verdad y la justicia en la caridad.
La caridad se realiza no como paliativo
asistencial, sino como promoción del bien de las personas, de la justicia, de
la dignidad humana y de la salvación integral del hombre y de la sociedad. Don
Orione indica que la Pequeña Obra es llamada a vivir «un espíritu más vivo y
más grande de fraterna caridad entre los hombres, vuelto a elevar, religiosa y
socialmente, a las clases de los trabajadores, para salvar a los desheredados
de ideologías fatales, para edificar y unificar a los pueblos en Cristo».
Con esta actitud Don Orione afrontó algunos
problemas sociales cruciales de su tiempo:
-
la justicia en el mundo obrero «Trabajadores y trabajadoras ha llegado
la hora de su revancha»,
-
la paridad y la dignidad de la mujer en la sociedad –«Confesémoslo
francamente, nosotros los católicos hemos tratado al feminismo con una ligereza
deplorable»,
-
la promoción de razas y categorías de pueblo discriminadas –«Yo quisiera
dar comienzo a una familia de hermanas negras... respecto a los sacerdotes
negros, es una obra de justicia hacia ellas»,
- el ecumenismo –«esta obra de la unión de las iglesias separadas, me pareció siempre una obra de caridad, pero también un poco de reparación por parte nuestra».
La caridad (experiencia de la paternidad de
Dios y de la fraternidad entre los hombres) intuye e ordenas las relaciones y
las extructuras sociales conformemente al proyecto del Reino de Dios:
«acompañar a los pobres en su ascenso y promoción humana y social”.
Es la vision evangelica de los pobres y no
sociologica; prescinde de todo tipo de contraposición de classes de antiguos y
nuevos socialismos y liberalismos politicos. «Ricos y señores vendrán con
nosotros, pero mi corazón y el de los míos quiero que esté siempre con los
despreciados del mundo y con los pequeños de la tierra».
Los pobres son los “privilegiados” de Dios -
mas! - son identificados con Jesùs (Mt 25): «en el más miserable de los hombres
brilla la imagen de Dios», “Ver y servir a Cristo en los pobres”.
Cuando en una sociedad se ven los pobres privilegiados (en un Cottolengo por exemplo: tratados come señores, “nuestro dueños”) allì acontece algo de divino, allì se apresenta lo que es la Iglesia. Allì se experimenta la providencia de Dios y la maternidad de la Iglesia, como lo pedimos al Señor en la Oración liturgica de San Luis Orione: “concédenos ejercitar como él las obras de misericordia para hacer experimentar a los hermanos la ternura de tu Providencia y la maternidad de la Iglesia”.
“¡Es la caridad, mis queridos, y solo la
caridad lo que salvará al mundo! ¡Benditos aquellos que tendrán la gracia de
ser víctimas de la caridad!
Hermanos e hijitos míos, amemos a Dios hasta
hacer de nosotros una hostia, un holocausto de caridad, y amémonos tanto en el
Señor; nada le gusta mas al Señor, que ha dicho: “Los he amado... ámense” (Jn
15, 9-10)
El gran secreto de la santidad es amar mucho al
Señor y a los hermanos en el Señor. Los santos son cáliz de amor de Dios y de
los hermanos. Amar a Jesús, amarnos en Jesús: trabajar para hacer amar a Jesús
y a su Santo Vicario, el Papa; ¡rezar, trabajar, padecer, callar, amar, vivir y
morir de amor a Jesús, al Papa, a las almas!
Mis Queridos, la Pequeña Obra de la Divina
Providencia debe ser como una Familia en Jesucristo. Estrechos de la caridad,
unidos de corazón invisible en este cuerpo moral. La Congregación prosperará y
será bendecida por el mérito de todos los que contribuyan a mantener la unión y
la paz, porque nuestra fuerza, queridos, esta en la unión, cual vínculo de
Cristo. ¡Oh, con que alegría y expansión del corazón ahora cantaremos “Ecce
quam bonum et quam iucundum habitare fratres in unum”!
39 Escritos 4, 280 y Don Orione en el Centenario, 170
40 Escritos 4, 279-280