HIJOS DE LA DIVINA PROVIDENCIA
EN UN MUNDO QUE NO SUEÑA MÁS
P. Flavio Peloso
Forum Jóvenes – Rio de Janeiro, 25.10.2006
La búsqueda de los estímulos que provienen del mundo de hoy a los jóvenes orioninos podría ser hecha leyendo la realidad actual a la luz del identikit carismático del joven orionino presente en el Proyecto orionino de pastoral juvenil (pp. 22-29). Los rasgos principales casi son presentados como en un decálogo: 1. "¡Dios solo!", 2. caridad, 3. amor a la Iglesia , 4. confianza en la Divina Providencia , 5. creatividad y audacia, 6. una vida simple, 7. alegría, 8. devoción mariana, 9. la Cruz , 10. laboriosidad.
Si éstas son las características del joven orionino, ¿cuáles son los desafíos del mundo de hoy que activan la sensibilidad y la acción del joven orionino?
Más que un tema de una charla o de una conferencia es un argumento de búsqueda y reflexión de grupo.
Como pequeña contribución a la reflexión del Forum me detendré sobre un aspecto del clima histórico y cultural del principio del Tercer Milenio que pone a prueba, estimula, invoca una particular contribución de parte de nosotros Orioninos/as y de los jóvenes en particular.
¿QUIÉN TIENE EL ÁNIMO DE SOÑAR DESPUÉS DEL SIGLO XX?
Uno de los fenómenos más característicos y también preocupantes del mundo de hoy es el de la descenso del nivel de esperanza y proyectualidad de cara al futuro. El desafío que deriva concierne a la capacidad de vivir nuestra historia con esperanza. Diría que éste es “la madre de todos los desafíos”. Sin la esperanza la civilización se cierra en sí misma y decae.
Es un desafío que provoca y estimula a toda la Familia orionina, que es una Pequeña Obra de la Divina Providencia , una Familia que tiene en la confianza en la Divina Providencia su manantial vital y su actitud identificante. Interpela de modo particular a los jóvenes orioninos que - también por el carisma propio de la edad juvenil - son, y son llamados a ser, el ala avanzada de la esperanza
Sabemos que la esperanza florece y crece en el horizonte de una historia que abraza el pasado y mira al futuro. Ahora bien, hoy está en crisis la visión del futuro y con ella está en crisis la esperanza. La post-modernidad es una época que no es favorable a la esperanza: el pensamiento "débil" se declara incapaz y no interesado en entender quienes somos y dónde vamos; se replega en el presentismo , en el "aquí y ahora" de gozar, consumir, defender; renuncia a colocar el hoy en una visión de futuro interesante, amable, estimulante.
"Cuando era joven" (años 60/70), en la cultura dominante - no sólo la de los libros y de los congresos, sino entre la gente, entre los jovenes, en los grupos de cada tipo, en los discursos, en las prédicas como en las canciones - se respiraba confianza en el progreso de la humanidad. “ Hacia un mundo mejor caminaremos juntos" fue una de las canciones símbolo de mi juventud; traducida del inglés, también la cantábamos en iglesia en Villa Moffa. Personajes como John Kennedy con la visión de la "nueva frontera" o Martin Luther King o Papa Giovanni XXIII lanzaron sueños planetarios que sumaban sentimientos, pusieron en marcha energías, proyectos.
En este optimismo colectivo, para algunos, la humanidad se movía hacia un paraíso capitalista y por otros hacia el paraíso comunista, para otros todavía hacia un humanismo sin adjetivos ideológicos, políticos, religiosos, geográficos, finalmente razonable, fraterno y pacífico. Como fuera entendido el futuro mejor, Este y Oeste, izquierda y derecha, religiosos y no creyentes, y sobre todo los jóvenes de la "nueva generación" (la new generation de los años '60) compartían la convicción, el entusiasmo y la iniciativa por la humanidad en camino "hacia un mundo mejor” , aunque "el camino es largo, pesado el camino", como decia la canciòn.
Hoy este optimismo, quizás también un poco ingenuo, se ha desvanecido. No se está más seguros de caminar “hacia un mundo mejor”.
La caída del Muro de Berlín , en 1989, y la destrucción de las Torres gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, han constituido el símbolo trágico del derrumbamiento de dos sistemas de vida en los que se ponía la esperanza de felicidad, seguridad, bienestar, de paz para la entera humanidad. También América latina, en las décadas pasadas, fue recorrida por la visión de un futuro mejor, alcanzable con un proceso de liberación global, de concientización y de transformación de personas y estructuras; hoy, se encuentra, menos optimista, repetiendo los esquemas y las consecuencias de la globalización. Enteros continentes como Asia y África - "el continente de la esperanza" -, están encarcelados en una pobreza que parece insuperable y la única visión de futuro para aquellos pueblos parece ser el de la sobrevivencia.
Entonces, el futuro parece reservarnos más amenazas que buenas promesas. Hoy nadie más presenta visiones mesiánicas de un futuro mejor.
Justo en el siglo XX la esperanza ha sido quebrantada por los que tuvieron "visiones", que decían de conocer como debe ser el mundo mejor. Millones de personas murieron en los gulags soviéticos, asesinados por los que sabían hacia donde se dirigía la humanidad. Recuerdo la impresión de la visita al Campo de concentración de Auschwitz y a aquel mapa de líneas de ferrocarril, de Noruega a Grecia, de Francia a Ucrania, que confluyeron y acabaron en aquella vía muerta. Fue el producto de los que planearon científicamente y eficazmente el futuro de la humanidad. También Pol Pot masacró una tercera parte de los camboyanos porque él sabía qué historia hacía falta contar sobre el futuro. Los potente de la economía han impuesto su visión de futuro empobreciendo hasta la muerte a pueblos enteros.
Estamos en un tiempo sin visiones de futuro, sin una meta hacia la cual moverse. ¿Cómo ser cristianos (" los que tienen la esperanza" ), y como ser Orioninos (" hijos de la Divina Providencia " ) hoy?
Recordamos que el cristianismo ofrece una esperanza que atraviesa el tiempo y la historia pero sin ofrecernos alguna visión histórica precisa que realizar. No podemos abrir el Libro del Apocalipsis y decir: "He aquí, chicos, cinco flagelos padecidos y dos todavía por padecer. Enseguida tendremos cielos nuevos y tierra nueva en que la justicia siempre habitará."
Sin duda los discípulos que fueron a Jerusalén para la Pascua quedaron animados por la esperanza (visión) que algo de bueno debía ocurrir: Jesús se habría revelado como Mesías; los romanos habrían sido hechados de la Tierra Santa o algo parecido. Como los discípulos sobre la vía de Emmaus le confesaron a Jesús: "Nosotros esperábamos que fuera él el que liberara Israel", (Lc 24, 21). Aquel verbo en pasado revela la desilusión. En cualquier episodio que ellos contaban, se derrumbaba la esperanza. Judas vendió a Jesús; Pedro lo traicionó; los otros discípulos habían huido por miedo. Después de su pasión y muerte ellos no tenían historia que contar, esperanza por la cual vivir
En el momento en que esta frágil comunidad estuvo a punto de derrumbarse, "Jesús tomó el pan, lo bendijo y se lo dio diciendo: Éste es mi cuerpo, entregado por ustedes." Quedó como un gesto no entendido. Después de la resurrección, Jesús apareció a los Doce y a la multitud. Alguien entendió, y encendió la esperanza en el mundo. Invencible, imparable.
En un tiempo en el cual muchos son atados al presente “de eternizar” lo más posible (comprándolo, defendiéndolo, consumiéndolo, etcétera) y otros cuentan historias de un futuro temible, nosotros los cristianos ofrecemos una buena noticia, una esperanza que no está ligada a ninguna visión particular del mundo y el futuro. Nuestra esperanza es Jesús resucitado hecho presente en aquél misterioso signo del pan partido y compartido y la copa de vino pasada a los discípulos. Es un signo que mientras ofrece una comunión con Cristo abre los pensamientos y los deseos a un cumplimiento futuro, a un banquete futuro en el nuevo reino "dónde será secada toda lágrima" y "Dios será todo en todos."
¿EN EL MUNDO DE HOY, COMO SER PERSONAS DE ESPERANZA?
¿CÓMO SER HOY HIJO/A DE LA DIVINA PROVIDENCIA?
¡Pienso que Don Orione iniciaría diciendo enseguida: “No basta con lloriquear sobre la tristeza de los tiempos y los hombres y no basta con decir:' ¡Oh Señor! ¡Oh Señor!. Hace falta rezar y trabajar. A los Santos los representan retrogrados. ¡No! Son los más progresistas. Los Santos verdaderos utilizaron todos y muy bien sus talentos. Echémonos en el fuego de los tiempos nuevos para hacer el bien, arrojémonos entre el pueblo para salvarlo. Siempre encontraremos nueva fe y nuevo ánimo para obrar si no trabajamos por fines humanos. Aramos y luego resembramos Jesús Cristo en el alma del pueblo: hoy la humanidad necesita supremamente el corazón de Jesús Cristo." ( Escritos , 79. 286-287)
Alguna indicación práctica.
Vivir Jesús (oración, sacramentos, escucha de la Palabra ), esperanza del mundo, "ayer, hoy y siempre" (Heb 13,8). Es él el proyecto y el artífice del nuevo Reino. "Con Cristo todo se eleva, todo se ennoblece: familia, amor de patria, ingenio, artes, ciencias, industrias, progreso, organización social", (Escritos 53, 9). Justamente, a partir de Jesús y del nuevo Reino inaugurado con su resurrección, los santos y la Iglesia santa, se han convertido en hombres de esperanza, renovadores de cultura, incisivos reformadores de la sociedad, constructores de paz. ¿No será también así en el III milenio?
"Hace falta tener un corazón grande y el corazón nos lo debe formar a Jesús, Jesús, hijo mío, te encomiendo vivir y respirar de Jesús; sólo Jesús puede formarnos el corazón bueno y grande. Vistamos Jesucristo dentro y fuera, respiremos Jesucristo, vivamos Jesucristo" (Escritos 80. 278).
Acoger nuestro futuro incierto no como una amenaza sino como un camino de Dios y su Providencia . "Sí, Obra de la Divina Providencia : proclamar contra el materialismo histórico ‘Tua Providentia omnia gubernat'. La Providencia Divina es la continua creación de las cosas" ( Escritos 68, 418). Eso comporta resistir a la tentación de buscar fuerza en ídolos e ideologías, en mitos o drogas, de caer completamente en la depresión y en el cinismo del “es inútil” y “nada vale”. Si no hay esperanza es casi inevitable, porque sin esperanza no se puede vivir. En Cristo, los sufrimientos y las dificultades son "pascuales", es decir son "dolores de parto", de vida y no de muerte, son tensiones de crecimiento y liberación.
"¡Seamos Hijos de la Divino Providencia , y no desesperamos, pero, más bien, confiemos grandemente en Dios! No somos de aquellos catastróficos que creen el mundo termina mañana; la corrupción y el mal moral son grandes, es verdad, pero creo, y firmemente creo, que él último a vencer será Dios, y Dios vencerá en una infinita misericordia. Una gran época está a punto de venir!" ,(Cartas II, 369).
Fundamentado en la misma esperanza, San Agustín exhortaba: "Cantamos Aleluya aquí abajo, mientras todavía estamos inquietos, porque podremos cantarlo allá arriba un día cuando estemos libres de preocupaciones."
“Sólo la caridad salvará el "mundo": "hacer bien siempre a todos, el mal nunca a nadie", es decir perseverar en el bien, valorizar la obra presente sabiendo que "vale para la eternidad”. Descubriremos un día que, en la historia de la Divina Providencia , nuestra vida, con sus éxitos y fracasos, tendrá un sentido. Por cuanto insignificante pueda parecer a veces ( "También un vaso de agua dado en mi nombre…" ), todo el bien sirve en las manos de Dios para hacer progresar su proyecto de Providencia, (también "dos panes y cinco peces" ), porque "dónde la mano del hombre termina, siempre empieza la mano de Dios, la Providencia de Dios", (Escritos 81, 286). Todo todo tiene sentido y valor.
San Paolo nos recuerda que "todo concurre al bien de los que aman a Dios, que han sido llamados según su designio" (Rm 8,28). El sentido de nuestra vida es dado por el misterio de Dios que todo valoriza en su "Instaurare omnia en Christo" victorioso: "él último en vencer es Él, Cristo, y Cristo vence en la caridad y en la misericordia", (Cartas II, 338.)
Hacer la voluntad de Dios. La confianza en la Divina Providencia se traduce "en la obediencia a su Voluntad en nuestra historia aquí y ahora." " Hijo de la Divina Providencia significa a hijo de la fé y de la obediencia. " Quien no construye con Dios dispersa. "Si el Señor no construye la ciudad, en vano trabajan los obreros". “No se hace nunca mucho si no cuando se hace mucho la voluntad de Dios" , (Escritos 55, 14). Hace falta ser abiertos al Dios de las sorpresas cuando nos pide entrar en sus caminos, en sus proyectos, a veces cambiando nuestros planes para el futuro y pidiéndonos hacer cosas que nosotros no hemos imaginado nunca. Don Orione expresava su actitudid diciendo: "estoy viendo que carta me juega el Señor. " "Hacer la voluntad de Dios", como hijos, con confianza en su Divina Providencia , no lleva a retroceder en la pasividad infantil, sino potencia la inteligencia y la responsabilidad en colaborar en una relación "de hijos" al proyecto del Padre. ¡Benedetto XVI durante la santa Misa al inicio de su ministerio petrino, el 24 de abril de 2005, dijo: "Queridos amigos! En este momento no necesito presentar un programa de gobierno. (…) Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no perseguir mis ideas, sino ponerme a la escucha, con toda la Iglesia , de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de modo que sea Él mismo que conduzca la Iglesia en esta hora de nuestra historia." Testigos vivaces, interesantes, que arrastran, apostólicos. Nuestra vida experimentada con confianza en la Divina Providencia también será alegre, activa y progresiva en un mundo apegado al presente y que teme el futuro. Por gracia de Dios, nuestra vida tiene sentido, es preciosa y no una "pasión inútil" (Camus) y nosotros estamos serenos y confiados, apasionados y aplicados en todas las realidades cotidianas, "colaboradores con la mano de Dios que edifica y no derrotistas con el diablo", (Escritos 32, 244). "La mano de Dios conduce todas las cosas. ¿Dirá alguien de vosotros: También los males? Usted, también los malos ánimos. También el pecado?. Usted, también el pecado. No el mal moral por si, pero porque nos hace sentir que somos nada delante del Dios" (Palabra 8, 37). Si otros jóvenes nos cogen en nosotros el perfume de la alegría del Reino, serán fascinados de ello y se meterán sobre las huellas de Jesús y la esperanza. "Fuera de sacristía." Un joven orionino no puede y no tiene que sólo ser el joven de las reuniones de grupo, de los cantos con la guitarra, de los bonitos días pasados juntos. "Tenemos que ser santos, pero hacernos santos en modo que nuestra santidad no pertenezca sólo al culto de los fieles, ni sólo esté en la Iglesia , sino transcienda y arroje en la sociedad tanto resplandor de luz, mucha vida de amor a Dios y de los hombres, de ser, más que los santos de la Iglesia , los santos del pueblo y la salvación social." (En camino, p.325)
Ésta fue la actitud que Don Orione inculcó. Y explicaba además: “no dejar de ver nunca la Iglesia ni la sacristía, más bien el corazón tiene que estar allá, la vida allá, allá dónde está la hostia; pero, con las debidas cautelas, es necesario que se dediquen a un trabajo que ya no sea solo el trabajo que hacen en Iglesia." (Cartas II,77) ¿Cómo es presente en los grupos y en nuestro movimiento juvenil orionino el compromiso político, social, cultural? Caminar juntos. La esperanza debe ser conjugada en plural. Debe ser conjugada con la Iglesia y con la sociedad en que vivimos. “ Frater qui adiuvatur a frate quasi civitas firma. Qué bonito es querer al Señor y trabajar unidos y concordes para el Señor y en las manos de la S. Iglesia " (Escrita 48, 216). Las actitudes personales de unión con Jesús, de confianza en la Divina Providencia , de disponibilidad a los proyectos de Dios tienen que abrirse a actitudes comunitarias cada vez más amplias que abracen la familia, el propio entorno de vida, la parroquia, la sociedad, la Iglesia. Todo lo que se hace para "hacer familia", para hacer comunidad, (civil y eclesial) para entrar en un movimiento de conjunto, hacer Iglesia… fortifica la esperanza. Junto a la acción puntual de la " hacer el bien siempre, el bien a todos " hacen falta proyectos comunitarios, metas comunes, caminos comunes. Sabemos que ésto ha hecho la Iglesia , por ejemplo, con el Concilio Vaticano II y con las grandes reuniones eclesiales, (sínodos = ver y caminar juntos) dedicados a discernir y decidir caminos comunes para responder al Señor en los tiempos de hoy. De manera parecida hace nuestra Congregación con sus Capítulos, los Secretariados, los Movimientos. En este cuadro, queridos jóvenes es providencial, también vuestro ser en "movimiento" con Don Orione y con la familia orionina. Es una escuela de vida. Es un camino de esperanza. También este Foro, con sus objetivos específicos de "actualizar" un proyecto de vida cristiana-orionina y de "coordinar un movimiento" juvenil orionino internacional es un acto de esperanza que responde a los desafíos del mundo de hoy y a las esperanzas del de los pueblos y las Iglesias de las que vienen. Adelante, pues, porque están haciendo algo importante y santo que va más allá de vuestras personas y, en Cristo, será una pequeña obra de la Divina Providencia en el camino hacia un mundo mejor.