sábado, 2 de diciembre de 2017

SANTO DE LO COTIDIANO


Santo de la sociedad y de lo cotidiano
Don Orione no es santo porque se lo canoniza, sino que se lo canoniza porque vivió como un santo y así lo han percibido la sociedad y las personas que tuvieron relación con él o recibieron los frutos de su opción y su trabajo, particularmente los más necesitados y excluidos de la sociedad: los enfermos, las personas con capacidades diferentes, los niños y todo aquel que tuviera un dolor o sufrimiento.

Lo que daba valor al encuentro con Don Orione, sobre todo en los últimos años de su vida, era su fama de santidad. En el barco que lo traía a la Argentina en 1934, el Cardenal Pacelli lo señalaba a la gente diciendo: “Besen la mano a Don Orione, que es un santo”. Los amigos, los bienhechores, los necesitados que hacían la fila en Milán, en Génova, en Buenos Aires, para hablar con Don Orione, buscaban en su mirada un reflejo del rostro paternal de Dios.

Toda la vida de Don Orione fue un camino de santidad, que lejos de quedar encerrada en el ámbito de la Iglesia, pretendió llegar hasta lo más profundo de la sociedad y sus estructuras: “Tenemos que ser santos, pero no tales que nuestra santidad pertenezca sólo al culto de los fieles o quede sólo en la Iglesia, sino que trascienda y proyecte sobre la sociedad tanto esplendor de luz, tanta vida de amor a Dios y a los hombres que más que ser santos de la Iglesia seamos santos del pueblo y de la salvación social ”.

Lo extraordinario de un santo es que vive en forma extraordinaria lo ordinario, la vida de todos los días. Sin dejar de reconocer en Don Orione características personales de excelencia, sobresale en él su humildad, su sencillez, su capacidad para escuchar los gemidos de la sociedad, su actitud compasiva para vincularse con el sufrimiento humano, su pasión y trabajo incansable, su audacia e iniciativa, su picardía para hacer mucho con poco, su generosidad. Fue padre, prójimo, amigo, protector.

En su acción por la justicia y los pobres fue un “santo rebelde” que desconcertó a propios y ajenos. Y fue un santo que confió siempre en la Divina Providencia.

Don Orione nos pide con su santidad que tengamos entrañas de misericordia ante el dolor y el sufrimiento.