miércoles, 9 de noviembre de 2011

* ¡¡¡¡¡¡¡ESPIRITUALIDAD ORIONITA!!!!!


A cada familia religiosa, dentro de la Iglesia, le corresponde una espiritualidad que le es propia y la distingue de otras marcas carismáticas. Forma parte, diríamos, de su identidad, de su espíritu, de su tradición. Siempre se trata de un don de Dios, en primer lugar.
Para nosotros hablar de la espiritualidad orionista nos obliga a adentrarnos en la personalidad de nuestro santo Fundador y, sobre todo, acercarnos a la forma cómo él traduce su experiencia de fe. Sería algo así como intentar una radiografía interior.
Ahora, sin ánimo de agotar la riqueza inmensa de un gigante de la santidad y de la caridad como es san Luis Orione, podríamos recoger como herencia testamentaria estos rasgos tanto de su personalidad como de su fuerza espiritual:
Hombre de carácter y de fuerte personalidad, construida a pulso en un ambiente familiar rodeado de estrecheces y en unos contextos de crecimiento marcados por el sufrimiento y por la austeridad que le hicieron madurar deprisa y hacer suyo el desapego mundano. “Una de las gracias que el Señor me ha concedido es la de haber nacido pobre”, confesará.
Audaz, arriesgado, valiente. Siempre emprendedor. Nunca se arredró ante nada ni ante nadie. La urgencia de la caridad era su grito de batalla y, fiado de la Divina Providencia, desafió todo tipo de obstáculos y dificultades.
Acogedor, de espíritu familiar. Don Orione, corazón de padre, fue ejemplo de trato para todos cuantos tuvieron la suerte de encontrarse con él. Siempre puso en primer lugar las buenas relaciones entre sus hijos. Y a nadie cerró las puertas de su caridad. “En nuestras casas no se preguntará a nadie si tiene un nombre. Sólo si tiene un dolor”.
Amigo de Dios. Dios lo era todo para él. Su primacía era incuestionable. Con Dios en el corazón, vivió de Dios, desde Dios y absolutamente para Dios, en una actitud ejemplar de completa disponibilidad a sus planes, que le proporcionaba una fuente inagotable de paz interior y de felicidad. Su amistad con Dios la cultivaba con la conexión permanente, a través de pequeñas jaculatorias, que le recordaban la Presencia de Dios y, sobre todo, con largos momentos de oración, auténticos encuentros cara a cara con El. Sólo así se puede explicar su vitalidad y dinamismo incansables. Don Orione hizo perfecta síntesis entre fe y vida. Fue hombre activo-contemplativo y contemplativo-activo: siempre puente de encuentro entre Dios y las personas, valiéndose de la caridad como lenguaje evangelizador.
Hermano de los hombres, de todos los hombres…Su paso por la Historia, –recordémoslo,- ocurre a finales del s. XIX. Son tiempos convulsivos y revueltos. Los modernos fenómenos sociales de la industrialización y el urbanismo, unidos a la irrupción de nuevas ideologías políticas amenazaban la unidad que hasta entonces se había dado alrededor de la Iglesia, lo que tuvo como efecto nefasto el paulatino alejamiento de los sectores obreros de la fe y de la Iglesia. El joven Orione abre los ojos y contempla –con la mirada de Dios- a los hombres cansados y desilusionados. En esas necesidades humanas asoma su intuición fundacional para conseguir penetrar social y cristianamente en el pueblo obrero. Su objetivo último es encaminar a las personas –todas las personas- hacia Dios, orientarlas en la dirección de la Iglesia, oxigenando así la sociedad entera. Quiere que su congregación sea “una profundísima vena de espiritualidad mística que invada todos los estratos sociales”, además de ser buena samaritana para los heridos de la vida.
Luis Orione es un hombre de acción, de actuaciones rápidas, de fáciles reflejos. Se ofrece generosamente a Dios con el ardor de la juventud. Y desde entonces, concibió su Congregación como un holocausto de fraternidad universal. “hacer el bien siempre y a todos; el mal nunca, a nadie” sintetiza las ambiciones de su joven corazón.
…pero los pobres son los primeros, sus predilectos. A ellos dedica las mejores energías porque son el tesoro de la Iglesia. Todos sus movimientos giran en torno a los más miserables, a los más alejados de la Iglesia, a los rechazados por la sociedad, a los aparcados en las cunetas de la vida. “La Pequeña Obra de la Divina Providencia –escribe- nacida para los pobres, para conseguir su objetivo, planta sus tiendas en los barrios y suburbios más míseros, que están en los márgenes de las grandes ciudades industriales y vive pequeña y pobre entre los pequeños y los pobres fraternizando con los trabajadores humildes”. Y a sus hijos les recordará. “Nosotros estamos para los más pobres. No lo olvidéis nunca”.
Hombre de Iglesia. Vivió la pasión por construir la unidad dentro de la Iglesia. La eclesialidad es una nota carismática del programa que ofrece a los primeros seguidores, a los que él llama “la compañía del Papa”, cuya preocupación es la defensa del Papa y de su Magisterio, muy contestados por aquellos años. Se considera con total humildad un trapo en manos de Dios y de la Iglesia: “Los Hijos de la Divina Providencia quieren ser enteramente del Papa, de los Obispos y de la Iglesia: trapos, servidores e hijos obedientísimos, en humildad, en fidelidad, en amor sin límites usque ad morten et ultra”. ( Cartas II, 386 ). El gran sueño de D. Orione fue unir la Iglesia, representada en el Papa, Vicario de Cristo, con el pueblo. El se vive como un puente de intersección. Y utilizará para su propósito un nexo tan fácil de entender como las obras de caridad, que hablan todos los idiomas. Con conciencia de buen hijo se abandona en manos de su madre la Iglesia y se pone a su entero servicio no arrogándose nunca ninguna importancia y dando a cada obra social el título de “obra de Iglesia”. A sus hijos, en el último discurso de despedida, les dio esta recomendación: “Os ruego que seáis y permanezcáis humildes y pequeños a los pies de la Iglesia”. Y Vivió con dolor, de buen hijo, las divisiones entre las distintas confesiones cristianas y no escatimó esfuerzos en su intento de acercar posturas.
María como punto de mira en el estilo de vida y de servicio. En Don Orione hay claras huellas marianas en sus actitudes de humildad, disponibilidad, abandono en manos de Dios. Su vida, como la de María fue un “fiat” continuado ya sea en los momentos de gozo como en las numerosas situaciones dolorosas y de cruz.
La entera familia orionista, beneficiarios de la inmensa riqueza espiritual de nuestro Santo, tenemos en su espiritualidad ( ¡nuestra espiritualidad! ) el equipaje que siempre hemos de llevar dentro y encima como fuerza vital para encarar la misión, como energía capaz de dinamizarnos e ilusionarnos, como espíritu que nos empujará a seguir siempre adelante, sorteando todos los vientos de la Historia

* ¡¡¡MES DE MARÍA!!!

Palabras de San Luis Orione:
Hijos míos ¡estrechémonos a María Santísima y estaremos a salvo!. Invoquemos incesantemente su maternal patrocinio y tengamos una fe viva: de María podemos y debemos esperarlo todo. Ella sola basta para otorgarnos el triunfo sobre toda tentación, sobre todo enemigo, para hacernos superar todas las dificultades, vencer las batallas más difíciles para el bien de nuestras almas y para el triunfo de la santa Iglesia de Cristo.¡ Felices los que se abandonan en las manos de María!. ¡ Felices los que de manos de María ofrecen al Señor sus oraciones, sus sacrificios, sus sudores, las lágrimas, las cruces! . ¿ No serán más estimadas por Dios y más eficaces nuestras oraciones? . Nuestras buenas obras y nuestras tribulaciones ¿No cobrarán más valor por los altísimos méritos de María?.
¡ Gran confianza entonces hijos míos en María Santísima, y tiernísima devoción a María!.
¡ Oh, la utilidad por no decir la necesidad de la devoción a María!.
¡Cuanto pero cuanto bien harán si caminan junto a la Madre Celestial!
Pensemos en cuantas gracias recibimos de manos de María... María no tiene, después de Dios, quien la supere o iguale en amarnos. Yo me pongo a mí mismo y a todos Ustedes en las manos de la Virgen, nuestra amadísima madre y fundadora.
¡ Fe y ánimo, hijos míos!. ¡ Ave María y adelante!. Nuestra celestial Madre y Fundadora nos espera en el cielo.Con gran amor en Jesucristo, como padre los bendigo a todos y a cada uno, y que la bendición de Dios permanezca siempre sobre Ustedes.
Vuestro affmo en Jesucristo Crucificado y en la Santísima Virgen Inmaculada.
Sac. Juan Luis Orione


Fuente: Claudia Barreto.



¡¡¡¡¡EN EL MES DE MARÍA, INVOQUÉMOSLA CON EL ROSARIO!!!!
El Santo Rosario
con
los sentimientos
de
San Luis Orione

“Hijos míos ¡estrechémonos a María Santísima y estaremos a salvo!. Invoquemos incesantemente su maternal patrocinio y tengamos una fe viva: de María podemos y debemos esperarlo todo. ¡Gran confianza entonces y tiernísima devoción a María Santísima!.
¡ Oh, la utilidad por no decir la necesidad de la devoción a María!. ¿Se puede concebir un buen cristiano que no tenga amor y devoción a nuestra dulcísimo Madre?.
Pensemos en cuantas gracias recibimos de manos de María... Ella no tiene, después de Dios, quien la supere o iguale en amarnos.
Su benignidad no solo socorre a quien ruega sino que muchas veces liberalmente se adelanta al ruego.
La Pequeña Obra es suya, es obra de su maternal bondad: esta consagrada particularmente a ella. Nuestro Instituto es como un hijito suyo…está bajo las alas de la Divina Providencia tan pequeño como un pollito, y va caminando bajo el manto de María. Yo me pongo a mí mismo y a todos Ustedes en las manos de la Virgen, nuestra amadísima madre y fundadora. ¡Fe y ánimo, hijos míos!.
¡Ave María y adelante!
Oración: “Tu sabes, oh Virgen santa, que esta pobre Obra, es Obra tuya; Tu la has querido, has querido servirte de nosotros miserables, llamándonos al alto privilegio de servir a Cristo en los pobres…ahora desciende y ven a infundirnos una profunda vena de vida interior, de espiritualidad…
¡Danos, oh Maria, un ánimo grande, un corazón grande y generoso que llegue a todos los dolores y a todas las lagrimas!”. Amén







MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado)
1. La Encarnación del Hijo de Dios. (Lucas 1, 30-32, 38)
“En María se halla el ideal más perfecto de la humildad, de pureza y de caridad, y Dante teniendo la necesidad de presentar un ejemplo de humildad evoca el misterio de la Anunciación. No hubiera podido elegir rasgo más eficaz”
2. La Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. (Lucas 1, 39-43)
“… Cuando las palabras de Isabel le harán sentir su gran dignidad de Madre de Dios, no tendrá una sensación de complacencia, sino que agradecerá a Dios y su pensamiento se elevará para bendecirlo a Él solo: ¡ Mi alma glorifica al Señor!...”
3. El Nacimiento del Hijo de Dios. (Lucas 2, 6-11)
“Contemplemos la Madre de Dios, que tiene entre sus brazos su divino hijito, hecho niño. Considerémonos nosotros también niños y pongámonos en los brazos de la virgen, cada día, siempre, pero especialmente cuando nos parece que las cosas van mal… pongámonos sobre el corazón de la Virgen, en lugar del niño Jesús, y digámosle que ahora debe sostenernos a nosotros como le sostenía a Él”
4. La Purificación de la Virgen Santísima. (Lc 2, 22-25, 34-35)
“¿Cómo no recordar que por amor a nosotros consintió en ser Madre de Dios? ¿Qué por amor a nosotros consintió en inmolar a su Hijo único? Sacrificio bello y heroico, más que si se nos hubiera dado a si misma”.

5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo. (Lc 2, 41-47)
“…¿Y nosotros, pobres pecadores, donde encontraremos ahora y siempre a Jesús? …En los brazos y en el corazón de María!. Bienaventurados los que se abandonan en los brazos de María. Los que ofrecen al Señor sus oraciones, sacrificios, fatigas y cruces por las manos de María”.







MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)
1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto. (Lc 22, 39-46)
“La Virgen los hará esperar, los hará rezar, pero luego es la mamá, es la mamá que nos ha dado a Jesús, y que no les negará nada para vuestros queridos hijos… ¡Cuantos a los pies de María encontraron consolación, han conseguido la luz, el amor!…”
2. La Flagelación del Señor. (Jn 18, 33, 19;1)
“La Madre de Dios y Madre nuestra que nos tiene junto a sí, nos quiere acercar a ella para darnos ánimo, para levantar nuestro espíritu cansado y falto de esperanza, nos estrecha junto a su corazón…la Virgen celestial nos quiere decir: estás conmigo, camina y trabaja conmigo, levántate no debes temer, estoy contigo…”
3. La Coronación de espinas. (Mt 27, 29-30)
“Sólo pensar en la virgen, en la dulcísimo Madre de Dios y nuestra, el ánimo se tranquiliza, la mente se serena, al hablar de la Virgen se difunde la alegría, es como una onda de suavísima paz espiritual y al invocarla se reintegra el valor y me vuelve la vida más profunda. ¡Felices los padres que ofrecen sus hijos en las manos de la Madre del Señor y Madre nuestra!






4. El Camino del Monte Calvario. (Mt, 27, 31; Jn 19, 17; Mc 15, 21)
“Gran consuelo es para nosotros el habernos dejado nuestro Señor, como hijos de tan grande Madre, de aquella Bendita que fue su Madre! También nosotros por cuanto débiles y pecadores, somos, hijos de una tiernísima y misericordiosísima Madre…”
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor. (Lc 23, 33-34, 44; Jn 19, 33-35)
“Acuérdate Virgen Madre de Dios, mientras estas en la presencia del Señor, de hablarle e implorarle por ésta humilde Congregación que es tuya, que es de la Divina Providencia nacida a los pies del crucifijo en la gran semana del “todo se ha cumplido”.







MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo)
1. La Resurrección del Señor. (Mt 28, 5-6)
“A Jesús lo adoramos porque es Dios. A Maria la honramos y la veneramos con especialísimo honor y veneración, puesto que es la madre de Dios y Madre nuestra. Te suplicamos Señor, que al celebrar las virtudes de tu gloriosa Madre y siempre Virgen María, nos socorra su intercesión, de manera que caminemos por el camino de la humildad, de la pureza y de la caridad”.
2. La Ascensión del Señor. (Lc 24, 50-51; Mc 16, 20)
“Jesucristo es el mediador supremo y omnipotente por naturaleza; María, Madre de Dios, es Mediadora por gracia del mismo modo que por gracia es omnipotente. Su plegaria es eficaz y su mediación inefable. Ella todo lo puede ante el corazón de Dios”
3. La Venida del Espíritu Santo. (Hch 1, 14; 2, 1-4)
“¡Te quiero a Ti, oh Santa Virgen: Te llamo, Te sigo, Te amo! ¡Fuego, dame fuego, fuego de santo amor a Dios y a los hermanos: fuego de amor divino que encienda las antorchas apagadas, y resucite todas las almas!
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. (Ct 2, 10-11, 14)
¡Qué pura y qué bella es la Virgen Santa! ¡Tan soberana, tan hermosa que parecía Dios!¡Revestida de luz, rodeada de resplandor y coronada de gloria; grande y gloriosa, con la gloria y grandeza de Dios! Ninguna criatura, ni en la tierra ni en los cielos, puede igualarse a María, Madre de Dios”
5. La Coronación de la Santísima Virgen. (Sal. 45, 14-15; Ap 11, 19;12, 1)
“He visto moverse las piedras: he oído cánticos celestiales¡y hasta las piedras cantaban! soñé con la Santísima Virgen: ¡he visto a la Virgen trabajar con nosotros! las obras de fe y de caridad cobraban vida y florecían, y cantaban con nosotros a coro: ¡María!¡ María! ¡María!. ¡Qué pura y qué bella es la Virgen Santa! ¡Tan soberana, tan hermosa que parecía Dios! ¡Revestida de luz, rodeada de resplandor y coronada de gloria; grande y gloriosa, con la gloria y grandeza de Dios!







MISTERIOS LUMINOSOS (jueves)
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán. (Mt 3, 13, 16-17)
“Bendita y digna de veneración eres Tú, María. Venimos a tus pies con alegría y gozo, con amor y confianza de hijos. Suba hacia ti, nuestra oración, me arrodillo y pido por todos Virgen Santísima. En particular por la Pequeña Obra de la Divina Providencia, por todos los bienhechores y amigos, por los jóvenes y por nuestros amados pobres”
2. La autorevelación de Jesús en las bodas de Caná. (Jn 2,1-5)
“Pensemos en cuantas gracias recibimos de manos de María…Dios no quiso venir a nosotros más que por medio de María…Ella es omnipotente por gracia, pues María todo lo puede sobre el corazón de Jesús, su Hijo…Ella revela su ternura, el amor generoso que arranca al hijo el primer milagro, amor delicado ”
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. (Mc 1, 15, 21; 2,3-11; Lc 7, 47-48)
“Dar la Virgen a las Almas, quiere decir darle a Jesucristo, a Dios, a la Iglesia, la Fe, quiere decir darle la Salvación…
¡Llévame, Virgen bendita, a las muchedumbres de las plazas y caminos; empújame a abrazar a huérfanos y pobres, a los miembros abandonados, dispersos, sufrientes, del Cuerpo de Cristo, tesoros de la Iglesia de Dios…Y después …¡el santo Paraíso!”
4. La Transfiguración. (Mt 17, 1-3, 5)
¡Alégrate, sublime Mujer del Cielo, y recibe mi agradecimiento por tus muchos beneficios y prodigios! ¡Madre de nuestras madres, omnipotente por gracia ante el corazón de Dios, ruega por nosotros, pecadores!
5. La institución de la Eucaristía. (Jn, 13, 1; Mt 26, 26-29)
¡Honremos a María! Invoquemos su nombre, supliquémosle que nos infundaun poco de su pureza inmaculada, y que nos limpie; que nos tome de la mano y nos guíe;que nos conceda la sencillez de los corazones puros, que ven a Dios y lo interpretan;¡que la Virgen Santa nos dé el amar a Jesús por sobre todas las cosas, y la fuerza de caminar virilmente con Cristo!


(folleto del mes de octubre, mes del rosario)