Nuestra política es la caridad
Una carta a los
amigos, a los bienhechores y a todos los “corazones generosos”.
Don Orione sabe
hacerse el mendigo a favor de los huérfanos de San Antonio que él está
encaminando hacia un trabajo agrícola honesto y remunerativo. No quiere hacer
alarde de sí mismo ni de su obra.
No piensa tomar
posición en la feria de la vanidad, al contrario, para llevar adelante su Obra,
ha tenido que afrontar humillaciones de toda clase.
No obstante él desea continuar, pensando en
los papás que, partiendo hacia la guerra, se los han encomendado.
A los corazones
generosos:
Hace ya varios
años, en el nombre bendito de San Antonio, ha surgido a las puertas de Cuneo,
la Colonia Agrícola para jóvenes huérfanos o abandonados. Ellos frecuentan la
Enseñanza General Básica en la ciudad y luego son encaminados hacia labores
campestres.
Con el correr de
los años, nuestra Colonia va tomando un desarrollo consolador; los huérfanos
son siempre más numerosos. Esto no lo decimos para formar parte de la feria de
la vanidad, pues, delante de Dios, sentimos muy bien, que somos siervos
inútiles y nuestro modesto trabajo no es otra cosa que parte de nuestro deber
elemental.
Pero para quien
todavía no nos conoce, es bueno que se sepa que la nuestra no es sólo una obra
de fe y de beneficencia, y que el Instituto de Cuneo no es un simple asilo de
huérfanos, sino que quiere ser algo más: una obra de utilidad pública y social.
Nosotros queremos
mantener los huérfanos en la religión de los padres; queremos que crezcan en la
virtud y en un trabajo honesto, inteligente y remunerativo, que los prepare y
los forme trabajadores robustos, fuertes, morales, amables, francos: para la
vida, la familia y la patria.
A nuestros
huérfanos, no le ha faltado nunca, nada, gracias a la generosidad de todos.
Pero al estallar la guerra, los tiempos han cambiado. La caridad cuenta sus
reservas que los cálculos humanos no conocen.
El tiempo de guerra
es una dificultad grave para las bolsas, ciertamente; pero para los corazones
es al revés, es un estímulo mayor.
¿ No es quizás ahora que se siente más viva
la piedad hacia las víctimas directas o indirectas de la guerra? Y nosotros
hemos conocido, en esta hora difícil, corazones muy generosos!
Muchos padres, respondiendo al llamado de la Patria
... nos han confiado lo que tenían de más
querido, sus hijos; y si han partido era porque sabían que sus hijos estaban en
un lugar seguro; y la misma muerte, a muchos de ellos, le ha debido parecer
menos dolorosa porque tenían nuestra promesa de que si los pequeños hubiesen
quedado huérfanos, habrían encontrado con nosotros una familia.
Esto quiere de
nosotros Jesucristo; esto quiere de nosotros el amor de patria.
Faltarán los huérfanos, antes que la
caridad de Cristo deje arder y encender nuestro pecho!
No miren si somos
sacerdotes o frailes: miren solamente que nos hacemos padres de vuestros
huérfanos!
La Iglesia no es un
partido, y nosotros, de la Divina Providencia no hemos consagrado las energías
y la vida a un partido, sino a un alto ideal que es vocación religiosa y
apostolado santo de bien. Nuestra política es la caridad, una política
tan amplia que no ve partidos: la política es el Padre Nuestro! La caridad de
Cristo nos urge!
Pero tenemos
necesidad de ayudar, y hablo a los generosos. Quien da los huérfanos de San Antonio, presta a Dios!
Las monedas de la
viuda serán bienvenidas como el pedazo de plata del negociante o el billete del
banquero, y todos tendrán el derecho el mismo título de agradecimiento de
nuestros huérfanos.
Sacerdote Orione de
los H.D.P.
Escritos
61-89
“El amor de Cristo nos urge!”
(2
Cor. 5,14)