viernes, 13 de enero de 2012

JACQUES MARITAIN Y LA CULTURA CRISTIANA PARTE IV

Cuando se pensó en invitar a la Argentina a un personaje de relieve para ofrecer doctrina y estímulos de cultura cristiana, la atención se centró en el ya famoso Jacques Maritain. Con un gesto que sorprendió a todos, Don Orione, que pedía limosna por “caridad” para sus instituciones sociales y caritativas, quiso contribuir a financiar el viaje y la permanencia del ilustre conferenciante con una suma de dinero, que consideraba bien invertida tratándose de aquella iniciativa de caridad cultural. (17) Jacques Maritain llegó a Buenos Aires el 14 de agosto de 1936, acompañado de su esposa Raïssa y su cuñada Vera Oumanoff. Ese año había publicado su famoso libro “Humanismo integral”. Fue recibido con mucha calidez y grandes honores por el arzobispo Santiago Luis Copello, el Nuncio Filippo Cortesi, los obispos Fortunato Devoto, y Froilán Ferreyra Reinafé, el rector de la Universidad y otras autoridades académicas y personalidades ilustres.
En las semanas siguientes, el ilustre filósofo impartió un curso de lecciones sobre “La Persona humana” y otro sobre “Gnoseología y crítica del conocimiento ”. Todos los días el diario “La Nación” publicaba un resumen de sus conferencias preparado por él mismo, que después se recogieron en el libro intitulado “Para una filosofía de la persona humana”. (18) “La influencia más importante – observó Mons. Octavio Nicolás Derisi – Maritain la ejerció a través de sus conversaciones que se prolongaban por horas, tanto en la sede de los Cursos como en el hotel o en otras casas particulares, sobre los temas más importantes de la filosofía y de la cultura”. (19) Entre una conferencia y otra, Tomás Casares acompañó varias veces a Maritain, solo o con la Sra. Raïssa, a visitar a Don Orione en la casa de la Calle Carlos Pellegrini 1441, en el centro de la ciudad, donde tenía su sede habitual. Una vez, después de haber compartido un café, estaban atravesando un patio interno para ir a la capilla cuando de pronto se encontraron con una distinguida señora. Don Orione, que se había dado cuenta que estaba tomando al filósofo por un nuevo huésped del “Pequeño Cottolengo”, le dijo rápidamente: “No, no… Es Jacques Maritain, un gran filósofo!”.
Varias veces Maritain sirvió la Misa en la capilla de la Calle Carlos Pellegrini. “Verlos y escuchar el latín “italiano” de Don Orione y el “afrancesado” de Maritain era un espectáculo simpático a la vez que edificante ”, recuerda el Dr. Manuel Ordóñez.
En los dos meses de permanencia en la Argentina, Jacques Maritain desarrolló un intenso programa de conferencias también en Córdoba, Rosario y Montevideo (Uruguay). Por último, el 13 de octubre se hizo el acto de homenaje y de despedida. En una sala llena de personalidades eclesiásticas y académicas, de alumnos y de amigos, se confirió al filósofo francés el título de "profesor honorario". Al agradecerlo, dijo: “Si supiéramos comprender convenientemente las realidades invisibles, veríamos la importancia inmensa, excepcional que tiene para la cultura y para el país una escuela de filosofía como ésta. En efecto, el hombre es un ser que vive de la verdad como del pan”. (20) El 16 de octubre, Jacques y Raïssa Maritain regresaron a Francia.
Al año siguiente, en una carta dirigida al Sr. Ordóñez, Maritain le confió su dolor y preocupación porque su libro “Humanismo integral” había sido indicado por el Santo Oficio como sospechoso de poca ortodoxia y estaba por ser juzgado. “Estoy decidido a hacer lo que la Santa Sede me ordene. Don Orione todavía está en Buenos Aires; díganle que rece por mí, para que Dios me dé la fuerza de hacer bien lo que debo hacer e ilumine a los que deben examinar el texto”. (21) La cuestión se resolvió satisfactoriamente en Roma, y el mismo Pío XI, después de haber leído el libro, quiso enviar al autor una carta de felicitaciones.
Al reconstruir esta página de vida que une a un gran filósofo con un santo de la caridad, en una nación diversa de las suyas, la Argentina, podría pensarse que se trata de un evento significativo sí, pero ocasional y restringido en el tiempo. Sería un enfoque limitativo. En efecto, en las relaciones existe una especie de metabolismo espiritual y cultural que produce nuevas síntesis e integraciones destinadas a perdurar a lo largo del tiempo.
Al menos por lo que se refiere a Don Orione, se pueden descubrir claramente las influencias del filósofo francés en ciertas páginas de gran vuelo social y “político” de sus últimos años después de haber regresado de la Argentina. La profundidad de la comprensión mística del hombre y de la historia, típica de Don Orione, y la profundidad de la visión filosófica del pensador francés fructificaron provechosamente para la Iglesia argentina. Ciertamente, aquella pasión por el hombre, y aquella encarnación y proyección eclesial y social sin sujeciones ni resignaciones, tan auspiciadas después del Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires, se vieron potenciadas por un santo inteligente y un inteligente santo.Fuente Don Flavio Peloso,Revista Criterio

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