Tanto Casares como sus colaboradores principales estaban muy cerca de Don Orione, quien les manifestaba estima, les daba ideas y los alentaba. (10) Muchas veces invitaron a Don Orione para conferencias sobre temas religiosos y sociales; él conmovía a todos cuando trataba temas sobre la Divina Providencia, la Iglesia y los pobres, la pasión por la renovación cristiana de la sociedad.
Los Cursos de Cultura Católica promovían también ejercicios espirituales para intelectuales, literatos y profesionales. “En 1935, los días 2 y 3 de noviembre, y en 1936, los días 13, 14 y 15 del mismo mes, se realizaron los ejercicios espirituales bajo la guía del santo sacerdote Don Luigi Orione”, recuerda un testigo. “Don Orione comenzó a hablar en castellano, pero después continuó en italiano para su mayor comodidad, como él mismo dijo, y para que nosotros aprovecháramos más. Para nosotros los argentinos este idioma resulta transparente, obviamente por las semejanzas … Pero en las conversaciones de Don Orione había algo más. Era el Espíritu que lo animaba lo que nos comunicaba intuitivamente, casi sin necesidad de palabras. Todavía recuerdo con emoción sus meditaciones sobre las parábolas de la misericordia de Dios, la de la ‘Oveja perdida’ o aquella maravillosa del ‘Hijo pródigo’ de San Lucas, que ninguno podría escuchar sin lágrimas en los ojos”. (11)
Don Orione mostraba una gran capacidad de juicio y de síntesis. Se imponía también “por su erudición, que le permitía dialogar con personas de elevada cultura intelectual, así como su caridad lo hacía accesible a sus interlocutores más humildes”. (12)
Hablando a un grupo de hombres de la Acción Católica, Don Orione señaló: “uno de los problemas contemporáneos más graves es el de la ignorancia religiosa, y la primera forma de apostolado, para los socios de la Acción Católica, es la difusión de la verdad de la fe”. (13)
Cuomo y Gallardo, dos arquitectos de Buenos Aires, han dejado notas interesantes sobre las directivas prácticas impartidas por Don Orione para el apostolado de los laicos. “Los hombres y jóvenes de acción católica no deben temer que su preparación sea insuficiente, en comparación con la de los sacerdotes; en cambio, el número de los ‘analfabetos espirituales’ ha aumentado mucho y ofrece un vasto campo de acción para el apostolado. Los principios elementales pueden y deben enseñarlos los laicos, dejando al sacerdote el perfeccionamiento de esta instrucción”. Y aplicaba a la labor de la enseñanza religiosa lo que Jacob, que caminaba con una caravana de niños, y de ovejas y vacas criando, dijo a Esaú que caminaba a un paso demasiado rápido: ‘Adelántate tú, que yo avanzaré despacito, al paso del ganado que llevo delante, y al paso de los niños, hasta que lleguemos a Seír’ (Gn 33, 13-14). “Debemos adaptar nuestro paso al de los débiles – concluía diciendo Don Orione -; no tenemos que pretender que los principiantes lleven el mismo ritmo que aquéllos que tienen más conocimientos y dotes intelectuales”. (14) El vasto círculo de personalidades de los Cursos de Cultura Católica fue literalmente conquistado por Don Orione. Tomás Casares, haciendo una conmemoración oficial de Don Orione, el 3 de julio de 1942, en el salón principal de la sede de los Cursos, explicó así el fenómeno: “La fama de sus virtudes heroicas nos atrajo y nos movió a vincularlo espiritualmente con esta casa, para que su oración y su consejo iluminado la asistieran. Y podemos decir que desde el día de la primera Misa celebrada por Don Orione en nuestro Oratorio hasta el día en que dejó Buenos Aires los Cursos tuvieron, bajo todas las formas imaginables, la asistencia de aquella caridad que lo urgía con una especie de violencia sobrenatural”. (15) El doctor Casares explicitó luego esas “formas de asistencia” ofrecidas por Don Orione: oraciones, consejo, apoyo, predicación y “sea dicho, para estupor de todos y especial reflexión de algunos, en forma de limosna destinada a satisfacer nuestras necesidades a pesar de su pobreza absoluta ”. (16)
Los Cursos de Cultura Católica promovían también ejercicios espirituales para intelectuales, literatos y profesionales. “En 1935, los días 2 y 3 de noviembre, y en 1936, los días 13, 14 y 15 del mismo mes, se realizaron los ejercicios espirituales bajo la guía del santo sacerdote Don Luigi Orione”, recuerda un testigo. “Don Orione comenzó a hablar en castellano, pero después continuó en italiano para su mayor comodidad, como él mismo dijo, y para que nosotros aprovecháramos más. Para nosotros los argentinos este idioma resulta transparente, obviamente por las semejanzas … Pero en las conversaciones de Don Orione había algo más. Era el Espíritu que lo animaba lo que nos comunicaba intuitivamente, casi sin necesidad de palabras. Todavía recuerdo con emoción sus meditaciones sobre las parábolas de la misericordia de Dios, la de la ‘Oveja perdida’ o aquella maravillosa del ‘Hijo pródigo’ de San Lucas, que ninguno podría escuchar sin lágrimas en los ojos”. (11)
Don Orione mostraba una gran capacidad de juicio y de síntesis. Se imponía también “por su erudición, que le permitía dialogar con personas de elevada cultura intelectual, así como su caridad lo hacía accesible a sus interlocutores más humildes”. (12)
Hablando a un grupo de hombres de la Acción Católica, Don Orione señaló: “uno de los problemas contemporáneos más graves es el de la ignorancia religiosa, y la primera forma de apostolado, para los socios de la Acción Católica, es la difusión de la verdad de la fe”. (13)
Cuomo y Gallardo, dos arquitectos de Buenos Aires, han dejado notas interesantes sobre las directivas prácticas impartidas por Don Orione para el apostolado de los laicos. “Los hombres y jóvenes de acción católica no deben temer que su preparación sea insuficiente, en comparación con la de los sacerdotes; en cambio, el número de los ‘analfabetos espirituales’ ha aumentado mucho y ofrece un vasto campo de acción para el apostolado. Los principios elementales pueden y deben enseñarlos los laicos, dejando al sacerdote el perfeccionamiento de esta instrucción”. Y aplicaba a la labor de la enseñanza religiosa lo que Jacob, que caminaba con una caravana de niños, y de ovejas y vacas criando, dijo a Esaú que caminaba a un paso demasiado rápido: ‘Adelántate tú, que yo avanzaré despacito, al paso del ganado que llevo delante, y al paso de los niños, hasta que lleguemos a Seír’ (Gn 33, 13-14). “Debemos adaptar nuestro paso al de los débiles – concluía diciendo Don Orione -; no tenemos que pretender que los principiantes lleven el mismo ritmo que aquéllos que tienen más conocimientos y dotes intelectuales”. (14) El vasto círculo de personalidades de los Cursos de Cultura Católica fue literalmente conquistado por Don Orione. Tomás Casares, haciendo una conmemoración oficial de Don Orione, el 3 de julio de 1942, en el salón principal de la sede de los Cursos, explicó así el fenómeno: “La fama de sus virtudes heroicas nos atrajo y nos movió a vincularlo espiritualmente con esta casa, para que su oración y su consejo iluminado la asistieran. Y podemos decir que desde el día de la primera Misa celebrada por Don Orione en nuestro Oratorio hasta el día en que dejó Buenos Aires los Cursos tuvieron, bajo todas las formas imaginables, la asistencia de aquella caridad que lo urgía con una especie de violencia sobrenatural”. (15) El doctor Casares explicitó luego esas “formas de asistencia” ofrecidas por Don Orione: oraciones, consejo, apoyo, predicación y “sea dicho, para estupor de todos y especial reflexión de algunos, en forma de limosna destinada a satisfacer nuestras necesidades a pesar de su pobreza absoluta ”. (16)
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