martes, 20 de diciembre de 2011

A LA LITURGIA, A TRAVÉS DE LA DEVOCIÓN, POR DON FLAVIO PELOSO PARTE III

AD “JESUM PER MARIAM” SIGNIFICA TAMBIÉN “A LA LITURGIA A TRAVÉS DE LA DEVOCIÓN”
El “A Jesús por María” se convierte celebrativamente “a la liturgia a través de la devoción”. El culto a María bien hecho, conduce al culto de Dios. Don Orione logró esta mediación. Tenemos que conseguirlo también nosotros. Muchos escritos, testimonios y crónicas ilustran cuales fueron el estilo y la organización de las fiestas, de las peregrinaciones, de las celebraciones marianas de Don Orione. Todo estaba concentrado a conducir los fieles a los sacramentos, a hacer experiencia de Iglesia, a la evangelización en las verdades cristianas. Es verdad que se necesita un gran cuidado para convertir el movimiento de devoción a María, muchas veces ingenuo pero existencialmente vivo, en un auténtico encuentro y relación con Dios.
La escucha la Palabra de Dios “asume un rol esencial en la vida pastoral del santuario”(Santuarios 6), sea donde ella llegue: la escucha litúrgica, ofrecida como respuesta a los interrogantes de la vida, percibida durante la oración, surgida del diálogo confidencial con la Virgen. En los santuarios y en nuestras propuestas de devoción mariana debemos favorecer en todas las formas, el encuentro con la Palabra de Dios. Don Orione hacía observar que: “María está por encima de las creaturas, porque entre todas fue aquella que más amó, observó y honró la Palabra de Dios. Dichosos nosotros si, con la ayuda de la Santísima Virgen, llegaremos a amar y observar la Palabra de Dios, unir nuestra voluntad a la de Dios: es sólo esta unión la que nos hace santos!”. [1]
El documento sobre la pastoral de los santuarios exhorta: “Los ministros sagrados tienen el deber de preparar el anuncio, en la oración y en la meditación, purificando el contenido del anuncio con la ayuda de la Teología espiritual, en la escuela del Magisterio y de los Santos” (Santuarios 6).
Por su parte, San Luis Orione recomendaba: “Estén sedientos de la Palabra de Dios, y que sea la vida de ustedes”. [2] “Administren la Palabra de Dios, de forma breve y preparándose: sustancia y practicidad, y con unción”. [3]
“Las prédicas de Don Orione – recuerda el Padre Bianchi – eran una citación continua de la Sagrada Escritura y del Evangelio; esto puede manifestar la veneración por los textos sagrados y la pasión con que los estudiaba”. [4] El sabía alternar la oratoria solemne y precisa con el uso de la lengua hablada por el pueblo humilde, del dialecto, para ser más incisivo y llegar al corazón y la mente de los que lo escuchaban, sobretodo en las peregrinaciones y en las fiestas populares.
Trasmitió un verdadero culto del Evangelio. “ ¿Qué es el Evangelio? Es el libro de Dios, es la vida, la palabra, la doctrina de Jesucristo. Es la historia del Señor: el Verbo de Dios escrito. Como el Santísimo Sacramento de la Eucaristía es el Verbo de Dios vivo, asi el Evangelio y la Sagrada Biblia son el Verbo de Dios escrito”. [5]

La Liturgia es la expresión máxima de la relación con Dios, con la Virgen, con los Santos. Por lo tanto los responsables de la pastoral en los santuarios tienen la tarea de: “instruir a los peregrinos sobre el carácter absolutamente preeminente que la celebración litúrgica debe asumir en la vida de cada creyente. Las prácticas devocionales personales no son obtaculizadas ni rechazadas, al contrario, son favorecidas”. Es una oportunidad y no un obstáculo para la vida cristiana. [6] “ pero no sustituye la participación en el culto litúrgico” (Santuarios 12).
Especialmente hoy, cada uno de nosotros debemos tener en el corazón, como rectores o acompañando grupos de fieles hacia el Santuario, el hecho de favorecer una relación efectiva entre devoción personal, la Palabra de Dios y la Liturgia comunitaria.
Quien tiene interés por las Almas aprovecha de tantas pequeñas ocasiones. Por ejemplo, los lugares donde se reciben las “promesas”, si se preparan bien con signos o carteles explicativos, pueden ayudar a entender mejor la Providencia de Dios en la vida de las personas, los frutos que la fe puede producir. Cada Santuario tiene sus bendiciones. En los santuarios se pide la bendición para todo, se pide la protección, se quiere llevar alguna cosa “de Dios”, de la “Virgen”, de sagrado. En el Santuario de la Incoronata de Foggia todos van para ser ungidos con el aceite santo de la Virgen; otras personas llevan el coche nuevo para bendecirlo y la lista continúa. Estos momentos también son oportunos para decir una palabra de fe, para encontrar la familia, las personas.
El sacerdote, entre las tantas actividades ordinarias del santuario, tiene que dar la precedencia a aquellas que le dan mayor posibilidad de involucrarse en una relación espiritual personal con los peregrinos. También en este ámbito de nuestro apostolado, tenemos que ocuparnos sobretodo de aquello que es más propio de nuestro ministerio, dejando otros compromisos a los colaboradores laicos.
[1] Discurso a las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, 18 de febrero de 1918.
[2] A los sacerdotes, 23.7.1939; Escritos 3, 526.
[3] Al Padre Cándido Garbarino, Escritos 67, 85.
[4] Testimonio del Padre Luigi Bianchi, Informativo, 100.
[5] Discurso a las Pequeñas Hermanas Misionarias de la Caridad, 11 de setiembre de 1919.
[6] Cfr mi Editorial sobre “Don Orione hoy”, mayo de 2011, p.3- 4.

No hay comentarios:

Publicar un comentario