SIEMPRE CONTENTOS Y ALEGRES EN EL SEÑOR
Almas!, Almas
Estimada Sra. (...). Ruego por todos sus seres queridos, Sra. Condesa, y en particular por Ud., para que Dios aleje de su espíritu toda nube de tristeza, y le dé la serenidad de ánimo que una madre necesita tanto para sí misma como para confortar su hogar y, en su caso, para educar cada vez más en la luz de la fe y en las virtudes cristianas a sus hermosas nenas.
Sra. Condesa, que Dios consolide cada día más el edificio religioso de su vida, con la base divina de la fe, como dice la Sagrada Escritura: "el justo vive de la fe".
El exceso de bondad y amor que Dios ha tenido para con nosotros supera nuestra capacidad de comprensión, pero ello no debe constituir un motivo de duda sino una nueva razón para aceptar su verdad y un renovado empeño de nuestra parte para creer totalmente.
Para creer no hace falta que Ud. resuelva todas las dudas que le surgen en la mente contra determinadas verdades de la Fe. Ni el Angélico ni Agustín lo lograron.
Preste oídos, Sra. Condesa, a este pobre Sacerdote que le escribe: tenga gran confianza en la bondad del Señor, en la gracia y misericordia de Jesucristo, Nuestro Señor; después, cada tanto eleve su espíritu a Dios y dígale: Señor, quiero reposar hoy y siempre sobre tu corazón paternal, y entre los brazos de la Santa Madre Iglesia de los Santos y también de mi fe y de mi alma.
Que la Fe ensanche nuestros corazones; esa Fe que es garantía de las cosas que esperamos y que ha inspirado todo lo que es grande en la vida y en la civilidad.
La Fe!, la Fe! Como dice Dante en el canto sublime a la Fe refiriéndose al texto de San Pablo a los Hebreos, la fe es garantía de lo que se espera, prueba de las realidades que no se ven (Paraíso, XXIV, 64-66)
Sí, la fe es una virtud basilar, un fundamento sustancial sobre el cual se basa la esperanza de la bienaventuranza, que está plena de inmortalidad.
La fe es una prueba, demostración y luz que guía al entendimiento a creer en aquellas verdades que con sus fuerzas naturales no podría comprender.
Y que nuestra esperanza en Dios no tenga límites. Todo lo podemos esperar de Dios, con
humildad, amor y gran confianza.
Invoco sobre su hogar la abundancia de la bendición de Dios, y Feliz Pascua!
humildad, amor y gran confianza.
Dios es el padre celestial que todo lo puede y todo quiere darnos, con tal que se lo pidamos y le amemos con la sencillez y abandono de los niños.
Se diría que el Señor nos quiere en cierto sentido siempre niños, siempre alegres y serenos.
Es justamente así, con santa alegría y no con tristeza, cómo se ama y se sirve al Señor. De ahí que san Francisco de Sales no creía en la santidad melancólica y triste y solía decir:
un Santo triste es un triste Santo
Y cómo se podría no estar llenos de santa alegría si el Señor está cerca de nosotros y dentro de nosotros?
Escrúpulos y melancolías, lejos de la casa mía, decía san Felipe.
Rechace, pues, Sra. Condesa, toda tristeza; aleje toda nube, toda fantasía, todo pensamiento que no lleve paz al espíritu, sino inquietud y turbación. Esas ideas, esos pensamientos
no son de Dios, sino del enemigo de toda paz y de todo bien. Estemos tranquilos, serenos, y descansemos con confianza en la mano del Señor.
Qué sermón, Sra. Condesa, qué sermón! Menos mal que estamos en Cuaresma! Que valga por todas las veces que no le he respondido.
La conforto, pues, y la saludo, y le ruego que salude de mi parte a su Marido.
Invoco sobre su hogar la abundancia de la bendición de Dios, y Feliz Pascua!
No hay comentarios:
Publicar un comentario