CUANTAS VECES HE SENTIDO A JESUS CERCA DE MI!...
El Dios omnipotente que, por la Fe, ha sacado de las piedras los hijos de Abrahán: el Dios grande y bueno que para propagar la Fe se vale a menudo de lo débil para confundir lo fuerte, y
lo que no es para confundir lo que es, para que todos reconozcan que las cosas más maravillosas no son obra del hombre sino de Dios: El, el Señor y Padre nuestro me ha traído a esta tierra
lejana, a este río inmenso y lejano, para que diera testimonio de la Fe.
Sostenido por la gracia del Señor y por la bondad maternal de la Iglesia, he evangelizado a los
pequeños, a los humildes, al pueblo; he tratado de evangelizar a los pobres, de confortarlos con
la fe y con un espíritu de caridad cristiana. Confieso que hubiera tenido que hacer mucho,
mucho más, por lo cual pido perdón al Señor. He evangelizado a los pequeños, a los humildes,
al pueblo, al pueblo pobre que, con el veneno de las teorías perversas ha sido arrebatado a Dios y
a la Iglesia.
En nombre de la Divina Providencia, he abierto los brazos y el corazón a los sanos y a los enfermos, de toda edad, de toda religión, y de toda nacionalidad: a todos hubiera querido dar, junto con el pan material, el divino bálsamo de la Fe, pero especialmente a nuestros hermanos que más sufren y están abandonados. Tantas veces he sentido a Jesucristo cerca de mí, tantas veces he entrevisto a Jesús en los más marginados y que más sufren.
Esta Obra es tan querida al Señor que parecería ser la Obra de Su Corazón; ella vive en el nombre, en el espíritu y la Fe de la Divina Providencia: el Señor no me ha mandado a los ricos sino a los pobres, a los más pobres, y al pueblo.
Hijos míos, a esto nos llama el Señor: ¿Seremos hombres de poca Fe?
Fe grande, Fe benéfica, Fe inmortal que vives y creces a los pies de la Iglesia de Jesucristo y floreces en la caridad.
De la Fe nazca la vida!
El Reino de Dios no consiste en palabras sino en el poder de la Fe y la caridad en Cristo. Despojémonos de la vieja levadura, purifiquemos nuestra vida, revistámonos de la armadura de la Fe, y seremos bendecidos más que los hijos de Abrahán. Cuando fuimos bautizados en Cristo, fuimos revestidos de Cristo: ahora todos somos hijos de Dios en Jesucristo, por la Fe. Y los mismos bienes que esperamos,es decir la Vida eterna, los esperamos por la Fe, por la gracia del Espíritu Santo. Seamos, pues, fuertes en la Fe y ejercitémosla con las obras de caridad.
"Estote fortes in Fide"
tengamos Fe!
----------------------------
En
Lettere di Don Orione, II, pp. 462ss. De una carta escrita por Don Orione a sus religiosos
desde la Argentina el 24 de junio de 1937.
Del Libro En Nombre de la Divina Providencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario