EL PAPA, MI AMOR MAS DULCE Y MAS GRANDE
..."Mírame, Señor, a mí y a mis hermanos según la grandeza de tu bondad y la multitud de tus
misericordias... Protege y conserva el ánimo de tu mínimo siervo en medio de tantos peligros de
la vida caduca; y, con la ayuda de tu gracia, guíalo por el camino de la paz a la patria de la luz
perpetua. Así sea" (Imit. Chr. 1. 3, 59).
En este suspiro de toda alma y en la divina armonía de nuestras almas, que es la mutua y fraterna
caridad, les ruego, hijos y hermanos míos, que me perdonen por amor a Dios mi gran ignorancia
y negligencia y todas mis faltas contra ustedes y los malos ejemplos que les he dado, todo
sufrimiento y toda amargura que pueda haberles causado, no sólo durante este año que está por
terminar sino durante toda mi vida; les pido humildemente perdón como lo haría si estuviese
cerca de la muerte.
Y ahora los abrazo espiritualmente "in osculo sancto" a todos y cada uno, y los animo a la
práctica de la virtud, hijos míos, que son mi alma: Y los exhorto a tener siempre grandísima
confianza en la Divina Providencia, y a amarse, hijos míos, a amarse unos a otros, y amar
mucho a las Almas, las Almas!, buscando especialmente a los humildes y pequeños
abandonados.
Este es el deseo ardiente de mi alma; pero, primero, mi amor más dulce y mayor es el Papa, o
sea Cristo: el Papa, para mí y para ustedes, es el mismo Jesucristo: "el dulce Cristo en la tierra",
decía Catalina de Siena. Amar al Papa es amar a Jesucristo. De ahí que tenemos que considerar
como una gracia muy particular el desgastar, consumar y dar la vida humildemente y
fidelísimamente, a los pies de la Iglesia y por la Santa Iglesia, por los Obispos y por el Papa.
Y así, los Hijos de la Divina Providencia, con la ayuda de Dios, crean, esperen, luchen, sufran y
amen: fieles a la acción interior y misteriosa del Espíritu y de aquella eterna Verdad que nos
hace libres; guiados por el magisterio auténtico, viviente y único infalible de la Iglesia, una,
santa, católica, apostólica y romana; en un espíritu de amor, de comunión suave, sagrada,
fraterna!
"Ceñidos los lomos" y teniendo en la mano las "lámparas encendidas": con la mirada y los
corazones hacia arriba, a la Virgen celestial, caminen confiados por el camino recto del Señor: y
crecerán en todo, hasta llegar a Aquél que es nuestra Cabeza, o sea, Jesucristo. - Por la Iglesia y
por el Papa subamos hasta Cristo!
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En Lettere di Don Orione, I, pp. 458 ss. Encontramos en esta carta de Navidad de 1922 los
temas preferidos de Don Orione: el Papa y la Iglesia.
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