AMOR TOTAL AL PAPA[1]
¿Por qué el amor al Papa es típico de Don Orione y de nuestro carisma?
¿Cómo vivimos hoy concretamente el amor al Papa??? Responder a estas preguntas
significa acoger la identidad propia del espíritu y el apostolado de la Familia Orionita.
El amor al Papa y la específica modalidad para vivirlo y expresarlo están en el
corazón de la fidelidad creativa de la Familia Orionita
al propio carisma.
LA ESENCIA
Son innumerables los pasajes en los cuales Don
Orione nos ilustra las exigencias filiales del amor al Papa. “En las
conversaciones no toleramos palabra, y no digo palabra, menos que respetuosa
hacia la persona o la autoridad del Papa, de las sacras romanas Congregaciones,
de los Nuncios pontificios o legados papales, o menos deferentes a la Santa Sede. Hagámonos
la gran dulce obligación de practicar también las mínimas recomendaciones del
Papa. En una palabra; sean siempre y en todas partes, oh queridos míos, sean
hijos devotísimos del Papa; den energías, corazón, mente y vida para
sostener la iglesia de Roma, madre y cabeza de cada y toda iglesia del mundo: a
sostén del Papa, de su autoridad, libertad y efectiva independencia, y como
difusión de su amor” (Escritos 52, 112). “Nosotros somos todos del Papa,
de la cabeza a los pies; somos del Papa de adentro y de afuera, con una total
adhesión de mente y de corazón, de acción, de obras, de vida, a aquellos que
pueden ser los deseos del Papa” (Parola VI, 192). Y luego todavía, "Amamos la Iglesia en sus Congregaciones romanas, en sus
decretos, en sus Obispos, querámosla en sus Curias, en sus sacerdotes;
defendámosla como defenderíamos a nuestra madre."
A TRAVÉS DE LAS OBRAS DE LA
CARIDAD
Pero hay un aspecto apostólico muy típico y
carismático para entender el amor al Papa de parte de Don Orione. Lo ilustró,
por ejemplo, en el texto de preparación de aquél que podríamos definir la
"Asamblea constituyente" de la naciente Congregación, realizada en
1902 en San Remo. "Amar Jesús Cristo y hacerlo conocer y amar
con nuestras obras, amar su Santa Iglesia Católica y hacer conocer y
querer y servir al Papa, Padre nuestro santísimo, Vicario de Cristo y Jefe de la Iglesia es la obra más
grande entre los hombres que podemos hacer sobre esta tierra a gloria del Dios
y es el objetivo de nuestro pobre Instituto. Instaurare omnia en Christo: por
la gracia de Dios todo establecer en la Caridad infinita de Jesús Cristo con la
realización del programa papal.... Defendamos la cabeza de la Iglesia y salvaremos el
cuerpo.[2]"
En estas líneas
programáticas hallamos la conocida e inseparable ligazón que une en el
apostolado orionita Cristo - Iglesia - Caridad. Don Orione los conjuga juntos en
expresiones siempre nuevas, originales y apasionadas. ¡Se trata siempre de la
única dinámica de espiritualidad y apostolado que lleva a Instaurare omnia
in Christo! ...in Ecclesia! ...in Caritate!
Entonces, ¿cómo es nuestro amor al Papa? Es aquél
vivido a través de las obras de la caridad hacia los pequeños, los
pobres, el pueblo. En aquellos "a través de" está la originalidad orionita.
HOY HAY NECESIDAD DE ESTE AMOR
AL PAPA
Luego de Juan Pablo II, la figura del Papa se destaca
en el mundo actual. Sin embargo, no nos lleve a engaño el gran interés y la
visibilidad mediática. Hay mucho de positivo, pero también no pocas ambigüedades.
Por una parte es agigantada la figura del Papa como símbolo colectivo, imagen
psicológica, personificación ética; por otra, su enseñanza doctrinal continúa siendo
fuertemente resistida. También en los momentos de más profunda emoción
colectiva por la muerte de Juan Pablo II (“el grande”, “santo enseguida”), y
para la elección de Benedicto XVI, periódicos y televisión han seguido
documentando con entrevistas y estadísticas los muchos "no" dichos al
Papa y a la Iglesia
por aquellos mismos jóvenes, y potentes de la tierra, y también por sacerdotes
y cristianos, que lo alabaron en aquellos días. En el areópago de la
aldea global todavía repica hoy el “sobre este tema te escucharemos en otro
momento", (Hch17, 32) lanzados al Papa, San Pablo de turno, poco antes
aplaudido.
"América love the singer, but not the
song" (Estados Unidos ama al cantante pero no la
canción), tituló un gran periódico al día siguiente del éxito del Papa entre
los jóvenes en Denver (JMJ 1993), para indicar la popularidad del Papa y al
mismo tiempo el rechazo de su enseñanza.
¡He aquí, que se dispara “lo orionita” que hay en
nosotros!
Don Orione, sensible a la misión de la Iglesia , durante todo el
arco de su vida, advirtió la separación que iba creciendo entre Iglesia y el
pueblo, entre religión y sociedad, entre devoción y costumbres morales. Las
masas populares eran atraídas y seducidas por otras ideologías y costumbres
lejanas del Evangelio. ¿Cómo "cancelaremos el abismo que se va haciendo
entre Dios y el pueblo"?, "¿Cómo reconducir el pueblo a
Cristo, a la Iglesia ?[3]"
Desde esta inquietud apostólica maduró la inspiración
de nuestro Fundador. "Nunca como en nuestros tiempos - escribía el
13 de abril de 1920 - el pueblo estuvo tan separado de la Iglesia y del Papa; y he
aquí cuánto es providencial que este amor sea despertado con todos los medios
posibles para que vuelva a vivir en las almas el amor de Jesús Cristo. El
ejercicio de la caridad alcanzará perfectamente su objetivo correspondiente a
las necesidades de nuestros tiempos, que es precisamente este reconducir la
sociedad a Dios uniéndola al Papa y a la Iglesia[4].
Don Orione fue el santo "todo de la Iglesia y el Papa[5]"
sin embargo es popularmente más conocido como el "santo de la caridad”,
"el padre de los pobres, el bienhechor de la humanidad dolorida y
abandonada" (Pío XII). Pueda un poco también decirse de nosotros como
individuos y como Congregación que somos "papalinos" con las obras de
la caridad. En tal modo nosotros defendemos a la Iglesia y el Papa, no con
palabras o con escritos, sino con la caridad. El Papa no es sólo punto de
partida, sino también punto de llegada de nuestro apostolado, en cuánto nuestro
objetivo es "llevar a la
Iglesia y al Papa el corazón de las humildes clases obreras".[6]
Juan Pablo II, recordando los 100 años de la
aprobación canónica de la
Congregación , en el 2003, nos ha exhortado: "En el
pasado como en el presente, es fundamental para vuestra Obra cultivar esta íntima
pasión por la Iglesia ,
para que puedan cooperar "modestamente, a los pies de la Sede Apostólica y los
obispos, a renovar y unificar en Jesucristo, Señor nuestro del hombre y la
sociedad, llevando a la Iglesia
y al Papa el corazón de los niños más abandonados, de los pobres y de las
clases obreras" (Constituciones, art. 5)".[7]
En este contexto de amor al Papa, Don Orione concibió
y divulgó la Fiesta
del Papa que es incluso la fiesta de nuestra Congregación. La quiso casi
como símbolo alegre de nuestro carisma, un modo para hacer que la gente ligada
a nuestras obras fuera dirigida al Papa y al sentido de Iglesia. Para decir el
sentido y la importancia de esta fiesta dejo la palabra a Don Orione.
"La fiesta de S. Pedro es la fiesta
del Papa y, por esto, ascendió a fiesta de los católicos. Ella es
precisamente nuestra Fiesta Patronal, Hijos de la Divina Providencia.
Es la fiesta de la
Congregación , que tiene por fin propio el consagrar todos sus
afectos y sus fuerzas a unir, con un vínculo dulce y estrecho de toda la mente
y el corazón, el pueblo cristiano de las clases más humildes y los hijos del
pueblo al Beato Pedro y a su Sucesor el Papa. Queremos con la ayuda divina,
devolver Cristo al pueblo y el pueblo al Vicario de Cristo. Nosotros,
pues, mis queridos hijos, en nuestras Casas e iglesias tenemos que siempre
rogar para el Papa, hablar del Papa, inocular amor y obediencia al Papa y
celebrar, con el más grande fervor de piedad, con el más grande impulso de amor
filial, la fiesta del Papa. Ella tiene que ser para nosotros y para todos,
de año en año, una renovada oleada de entusiasmo en el apego a la Fe de Pedro. Promover la
fiesta del Papa, es promover y difundir el amor al Papa: es adherir a su
doctrina, a sus deseos: es reconocer en el Papa la primacía de Pedro y sus
sucesores: es venerar en el Papa al Padre de la Fe y las almas, el Pastor Supremo, el Pontífice
Máximo, el Caudillo del ejército de Cristo: es celebrar y glorificar al Papa
cual Cristo visible y publico sobre la tierra".[8]
UNA ANÉCDOTA FINAL
A
los pies del Papa
El
retorno de Don Orione desde Messina (marzo de 1912), luego de estar allí más de
tres años ayudando por causa del terremoto, suscitó una gran alegría entre los
suyos.
Apenas
liberado de las tareas más importantes, se retiró a sus ejercicios espirituales
con los redentoristas de San Andrés Jonio, por diez días; luego descansó en el
santuario de la Cadena :
"Me quedaré aquí hasta el 19 de marzo a la tarde porque deseo, en la
fiesta de San José, hacer a los pies de la Santísima Virgen
de la Cadena ,
los santos votos perpetuos de la Congregación , esperando que la Virgen Santísima
y San José, sin considerar mis deméritos, quieran encadenar mi corazón para
siempre al Señor y a la
Santa Iglesia , para que no pueda pecar nunca más, sino vivir
sólo del amor de Dios y del prójimo.
El
texto de esta profesión perpetua, que tenemos en un borrador concluye así: "Prometo
y juro –concluye el acto de profesión– y hago voto de defender al Santo
Padre, el Papa, ahora el Santo Padre Pío X, y a todos sus legítimos sucesores,
y de obedecerle en todo y siempre con todas mis fuerzas y con la efusión de la
sangre y con el sacrificio de toda mi vida, puesto que esta pequeña Congregación
es en su totalidad obra de la
Santa Iglesia de Dios y de la Santa Sede Apostólica,
que es la Romana ,
y del Vicario en la tierra de Nuestro Señor Jesucristo, que es el Santo Padre,
e Papa de Roma, hoy Pío X".
El
19 de abril de 1912, Don Orione fue recibido en audiencia por el mismo Papa Pío
X. Hablaron de los progresos de la misión orionita en la "Patagonia"
romana (al sur de Roma), y frente a la benevolencia del Papa, Don Orione se
atrevió: era un deseo que guardaba celosamente, pero casi demasiado hermoso
para ser realizable... Se trataba de pedir una "gracia grandísima" al
Santo Padre, quien respondió sonriendo:
"Veamos
un poco cuál es esa gracia grandísima" – le dijo Pío X. Su deseo era:
hacer los votos religiosos perpetuos ante la presencia del Vicario de Cristo,
el Papa.
El
Santo Padre aceptó. Al término de la audiencia, Don Orione preguntó cuándo
debía volver para los votos: "Pues, ahora mismo", respondió el
Papa...
"Dios
mío, ¡qué momento!". Don Orione se inclinó temblando: "Pero en aquel
instante tan solemne, tan santo, recordé que eran necesarios dos testigos,
según las normas canónicas, y los testigos faltaban, porque la audiencia era
privada. Entonces levanté los ojos al Papa y me atreví a decirle: "Santo
Padre, harían falta dos testigos, a menos que Vuestra Santidad se dignase
dispensarlo".
Y
el Papa, mirándome con una sonrisa celestial en los labios, me respondió:
- "Los
testigos serán mi ángel de la guarda y el tuyo".
Así
fue cómo, con dos ángeles por testigos, a los pies del Santo Padre, "del
mismo modo que a los pies de Nuestro Señor Jesucristo" Don Orione emitió
sus votos perpetuos. Jamás lo olvidará.[9]
"Sea
el Papa tu estrella
y
el centro de todos tus amores"
San Luis Orione
Carta dirigida
un jóven, el 27.10.1890 Cf. D.O.I, 494
[1] El presente texto está basado en la
circular del Superior General P. Flavio Peloso, del 01.05.2005, titulada "¿Qué
clase de amor al Papa?".
[7] Carta del 8 de marzo de 2003, citada en Actas y
comunicaciones de la
Curia General , 2003 (57) n 210, p. 3-6.
[8] Léase toda la bella carta escrita por Don Orione
“desde el río Paraná, el 29 de junio de 1937, en viaje hacia Rosario (Santa Fe,
Argentina)” en Lettere II 483-493.
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