Dar la vida por el Papa
Carta del 5 de enero de
La finalidad principal de
nuestra Congregación es vivir del amor al Papa y difundir, especialmente entre
los pequeños, los humildes y el pueblo, el más dulce amor al Papa, y la
obediencia plena y filial a su palabra y sus deseos.
Sobre nuestras frentes tenemos que llevar escrito con orgullo el nombre del Papa; sobre nuestros corazones tiene que estar grabado el nombre bendito del Papa; nuestra vida tiene que estar consagrada al Papa y ala Iglesia Santa de
Jesucristo.
Sobre nuestras frentes tenemos que llevar escrito con orgullo el nombre del Papa; sobre nuestros corazones tiene que estar grabado el nombre bendito del Papa; nuestra vida tiene que estar consagrada al Papa y a
El respeto, la obediencia y el amor a los
Obispos que el Espíritu Santo ha puesto para regir la Iglesia de Dios tienen que
ser ilimitadamente grandes, devotos y filiales. Pero más que a todos los
Obispos debemos un respeto, una obediencia y un amor inextinguible, en la vida
y en la muerte, al Papa, Cabeza de los Obispos y de la Iglesia.
Nuestro Credo es el Papa, nuestra moral es el
Papa; nuestro amor, nuestro corazón, la razón de nuestra vida es el Papa. Para
nosotros el Papa es Jesucristo: amar al Papa y amar a Jesucristo es la misma cosa;
escuchar y seguir al Papa es escuchar y seguir a Jesucristo; servir al Papa es
servir a Jesucristo; dar la vida por el Papa es dar la vida por Jesucristo!
No queremos ni conocemos otro maestro ni otra
luz..., no conocemos ni queremos otro Pastor; no conocemos ni queremos otro
Padre, otro Cristo público y visible en la tierra.
En nuestras conversaciones no dejemos pasar
ni una sola palabra ? no digo algunas, sino ni una sola palabra ? que no sea
respetuosa de la persona o autoridad del Papa, de las Sagradas Congregaciones
Romanas, de los Nuncios Pontificios o Legados Papales, o que no muestre
deferencia hacia las disposiciones de la Santa Sede.
Que el practicar aún las más pequeñas
recomendaciones del Papa sea siempre un importante y grato deber para nosotros.
En una palabra, sean siempre y en todas partes hijos fidelísimos del Papa;
dediquen sus energías, su corazón, su mente y su vida al sostenimiento de la Iglesia de Roma, Madre y
Cabeza de todas y cada una de las Iglesias del mundo; al sostenimiento del
Papa, de su autoridad y libertad, y a la propagación de Su amor.
Y Jesucristo, Pastor Divino y Eterno, no
dejará de bendecirlos, mis queridos hijos de Polonia, y de bendecir a su
Patria, cuya fidelidad al Papa es uno de sus títulos y una de sus glorias más
bellas.
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