jueves, 28 de marzo de 2013

LOS LAICOS QUE SON APOSTOLES

Los laicos que son Apóstoles

P: Sin duda, Don Orione, su carisma presenta caminos de santidad y de un peculiar apostolado al pueblo de Dios y ¿A los laicos?

R: La sociedad podría prescindir de los “doctores”, pero no de los hombres de bien. Acción, acción católica así y como la propone el Papa, como la presentan los Obispos: Amor a Dios, a la Iglesia, celo apostólico, oración, intuición rápida en hacer el bien para santificarnos y para la salvación de los hermanos.
Es tiempo de siembra. Por lo tanto salgamos a sembrar abundantemente a Jesucristo en el alma del pueblo. Entre las manos y a los pies de la Iglesia, nosotros deseamos ser una levadura, una fuerza pacifica para la renovación cristiana: confiados en Dios, nosotros queremos restaurarlo todo en Cristo.

P: “¡Afuera de la sacristía!” Usted repite a sus religiosos. Hoy muchos lamentan que los laicos se hayan clericalizados, es decir, se han empeñado más en las actividades de la misma iglesia y menos en los ambientes no eclesiales de nuestra sociedad actualmente tan descristianizada y necesitada de reconstruirse éticamente.

R: No basta llorar sobre la maldad de nuestros tiempos y de los hombres y no es suficiente decir: Señor, Señor. Urge orar y trabajar. Tirémonos en el fuego de los nuevos tiempos para hacer el bien, introduzcámonos en el corazón del pueblo para salvarlo.
Encontraremos nueva fe y coraje para actuar si no tenemos objetivos humanos. Arar y luego sembrar a Jesucristo en el alma del pueblo: la humanidad, hoy, siente extrema necesidad del corazón de Jesús.

P: A Usted, lo conocen como fundador y formador de sus religiosos y menos como animador y formador de tantos laicos que se acercan y que colaboran en sus obras. ¿Nunca pensó en un programa de formación para laicos?

R: El hombre católico que tiene:
1. La base de una profunda formación religiosa y cristiana, una sana cultura.
2. Una bien entendida piedad.
3. Y una vida cristiana ejemplar.
Tendrá que examinar y resolver los problemas sociales a la luz del Evangelio y de las enseñanzas de la Iglesia, de los documentos pontificios, las directivas del obispo, de la orientación del párroco.
Estos son muy variados e importantes: Familia, educación, medios de comunicación, la moralidad, los derechos y la libertad de la Iglesia, las relaciones capitales trabajo, leyes, justicia, administración fiscal y pública.
Restáuralo todo en Cristo: la cristianización de la sociedad: buscar o por lo menos entender y aplicar la solución cristiana a los múltiples problemas que interesan la vida privada y pública. Arar a Cristo en la sociedad… apostolado de fe y de actividades adecuadas y de trabajo para lograr la cristianización de la sociedad.

P: Se ha dirigido, con particular atención, a la familia, iglesia doméstica.

R: Jesucristo, al querer santificar a las familias, elevó el matrimonio cristiano – ya de institución divina – a la dignidad del sacramento. Los esposos cristianos deben recordar que su estabilidad es sagrada y que nada pueden intentar para que no sea tal.
Para cumplir las obligaciones de su estado es necesario que conserven constantemente un ánimo tranquilo y una mente sana. Dar buen ejemplo: es su primera misión. La segunda será la que se ejercita con las palabras. El pensamiento va antes de la palabra.

P: No hace mucho tiempo que se publicó su artículo: “Mujer, familia, sociedad”. Los periodistas quedaron asombrados al darse cuenta que un sacerdote, en el lejano 1920, ya hablaba de feminismo y de la mujer con tanta clarividencia”.

R: Es cristiano, es un acto de amor ocuparse del feminismo, o mejor de la familia cristiana. La ofensiva contra este alcázar social que es la familia cristiana, que fue custodiado y mantenido por la indisolubilidad del matrimonio, si ahora aparece todavía latente, observen que luego se transformará en agresiva.
El feminismo es una parte, e importantísima, de la cuestión social, y nuestra culpa, o católicos, es la de no haberlo comprendido inmediatamente. Ha sido un gran error.
El día en el cual la mujer, liberada de todo lo que llamamos su esclavitud: mamá a su placer, esposa sin marido, libre de toda obligación hacia quien quiera, aquel día la sociedad se derrumbará en una espantosa anarquía, más de la que le tocó a Rusia con el bolchevismo.

P: En su entorno apostólico Usted presta cuidados especiales a una franja de laicos y constituyó asociaciones en las que pudieran vivir más a fondo el espíritu y los ideales de su carisma. Desde el lejano 1899, en Turín, fundó las Damas de la Divina Providencia ¿Podría decirnos algo al respecto?

R: Sí, óptimas señoras y mamás, almas piadosas, mujeres a las que el Señor regaló a raudales tanta ternura y un corazón lleno de caridad cristiana, a ellas me he dirigido, yo pobre cura, a ellas que al escuchar el solo nombre de Jesucristo les palpita más fuerte el corazón.
Alrededor de nuestras instituciones, las Damas de la Divina Providencia son una asociación grande donde todas las almas se encuentran unidas en el campo del hacer el bien y con el compromiso común de sacrificarse hasta la abnegación.

P: Desde sus primeras constituciones manuscritas en 1904, pensó en una fórmula de consagración abierta también para quienes tienen otras obligaciones sociales de familia, de hijos, de parroquia, etc.

R: Para que no se sientan excluidos de esas ventajas que vienen del Señor al ser inscriptos a una congregación y sean de ayuda a la misma en el ejercicio de las obras de caridad, me pareció una opción óptima establecer que estos fieles católicos, clérigos o laicos, si lo desean o piden, sean admitidos a la congregación, con el vinculo del carisma y con la comunión de los bienes espirituales y los que entre ellos anhelan con toda el alma seguir la perfección, teniendo la disposición de emitir sus votos, si les fuera permitido, se consideren hijos adoptivos; que todos los demás que tienen el propósito y buen espíritu pueden considerarse y ser llamados agregados de la congregación, es decir, la tercera orden o terceros.

P: Estos “hijos adoptivos” prefiguran la congregación secular que ha sido aprobada por la Iglesia con la creación de los Institutos Seculares. Otra asociación laical que Ud. cuidó mucho fue la de los exalumnos.

R: Es para estrechar y vigorizar siempre más el vinculo santo que nos une y para ensanchar el alcance del bien. Los antiguos alumnos se ponen de acuerdo y vienen a verme como si volvieran a su casa, a la casa de su viejo padre, para revivir momentos de felicidad y van evocando los años lindos de su juventud y conversan, y recuerdan a sus antiguos superiores, a los tirocinantes, a los profesores, a sus compañeros y también sus muchachas, y recuerdan…
Abren su corazón a las confidencias, me comparten sus problemas, sus alegrías, y ¿tengo que decirlo? También sus pecados. Y después se van contentos dejándome en el corazón una satisfacción tan grande que no la puede comprender quien no la probó.
Y todos, junto a mí, sienten muy vivo el deseo de cooperar, por lo que a ellos le toca, a la renovación de la vida cristiana, el restaurarlo todo en Cristo por que de él solamente el individuo, la sociedad y la familia pueden esperar la restauración social.

P: Y además están los Amigos y los bienhechores

R: Nuestro banco es la Divina Providencia y nuestra caja fuerte está en los bolsillos y en el buen corazón de los bienhechores. Ese Dios que es el padre que piensa a las aves del cielo y viste las flores de los campos, envía, por medio de manos benéficas, el pan de cada día, es decir, esa porción que uno necesita día tras día.

P: Muchos bienhechores y amigos son parte vital y ordinaria de su vida y de su apostolado. Son sus verdaderos colaboradores y discípulos, comprometidos con muchas obras de bien y alentados en las que son propias de su estado y profesión: amigos en el sentido más pleno de la palabra.

R: El Señor suscita muchos corazones generosos, abiertos al bien, que nos vienen a colaborar en esta obra de amor cristiano para con los hermanos más desamparados. Atienden con cariño benéfico a nuestros queridos pobres. Siguen con satisfacción los pasitos que da la humilde, pero muy querida nuestra – digo nuestra porque es tanto mía como de ellos- congregación. Participan casi como accionistas de nuestros sacrificios.

P: Hoy día la colaboración religiosos – laicos tiene matices nuevos. Hay una sensibilidad social y cristiana hacia formas de voluntariado y de caridad y, de otra parte, el número siempre más escaso de los religiosos casi exige una nueva relación con los laicos de las obras. Una religiosa me entregó una carta suya que Ud. envió al pequeño cottolengo de Génova en la cual repite como fuera un estribillo, la invitación a colaborar con los laicos, dentro y fuera de las obras ¿qué quiere decir con esto?

R: A un cierto punto el servicio de las personas que se dedican a las instituciones de caridad – como en las que nos hemos embarcado en nombre y confiados en la Divina Providencia- nos basta y, aunque fueran mucho los religiosos y religiosas o siempre harían falta o por otras buenas razones, que sería largo de explicar, tendremos siempre necesidad de otras personas, aunque no sean religiosas, pero de buena voluntad que nos ayuden y que hagan, dentro y fuera, lo que nosotros no llegamos a hacer o no podemos hacer o porque no es conveniente por varios motivos o porque no somos capacitados para eso.
Y entonces si quedamos solamente nosotros, el ministerio de la caridad disminuirá y sufrirán los pobres de Jesucristo.

P: En consecuencia los laicos, en las obras de los religiosos, son una oportunidad apostólica y no un problema…

R: No se puede pensar que el bien hay que hacerlo solamente a las personas que están escogidas en nuestras obras, sino también a todos los que se interesan o atienden a nuestros pobres o que viven en nuestras casas.
Se encuentran muchas almas bondadosas entre los humildes, es decir, del pueblo, como entre los ricos, que con motivarlas, animarlas un poquito, invitarlas con dulzura para que vengan, nos ayuden a hacer el bien, se interesen y trabajen en nuestras obras o fuera de ellas podrían constituir como una asociación de agregados, suplementarios.

Hay muchos de ellos que sólo esperan el vamos. Estas personas serían felices de poder dedicar al pequeño cottolengo unas horas de la semana – dentro o fuera- siempre que sea para el cottolengo o sirviendo personalmente a nuestros enfermos en la casa o buscando ayuda para ellos, para poderse sentir, ellas también, ministras de la caridad del pequeño cottolengo.

P: Me impacta este dinamismo apostólico que anima todas las palabras. Todo y todos para la Iglesia, para salvar a las almas e “Instaurare omnia in Christo” para que todo confluya en la energía sanadora y unificadora de la caridad. Muchas gracias, don Orione, y nos diga unas palabras de conclusión.

R: Sembremos con manos llenas, por donde pasamos, obras de bondad y amor; vayamos secando las lágrimas de quien llora. Sintamos el grito angustioso de muchos hermanos nuestros que sufren y buscan a Cristo; váyanos en su búsqueda como buenos samaritanos; sirvamos a la verdad, a la Iglesia, a la Patria en la caridad.
Hacer el bien a todos, hacer el bien siempre, el mal nunca y a nadie.

P: ¡Deo gratias! (Demos gracias a Dios)

R: ¡Deo gratias!


P. Flavio Peloso

1 comentario:

  1. Gracias Mirtha por tan lindo trabajo. Es algo que nos anima a los laicos de Venezuela, quienes estamos tras los pasos de Don Orione.
    Bendiciones para ti y para todos.
    Ave María y Adelante

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