jueves, 5 de abril de 2012

¡LA VICTORIA FINAL ES DE CRISTO, Y VENCERÁ EN LA MISERICORDIA!!


Don Orione escribe para la Pascua de 1936 a sus bienhechores y amigos. Visión profética de un
mundo renovado por Cristo, defensor de los oprimidos y los pobres.
¡Cristo ha resucitado! Que resucite también en nosotros si hemos desfallecido en el camino:
viva en nosotros con su gracia, y nosotros vivamos en El y por El, ya que fuera de El no hay vida
ni consuelo que valgan.
¡Vivir en Cristo y hacer vivir a todo el mundo de Cristo! Que la victoria del Señor sea también
nuestra victoria, y la muerte sea también para nosotros un paso a la vida nueva, y haga algún
día radiante este cuerpo que la tumba sólo recibirá en depósito pasajero.
¡Cristo ha resucitado! Y está en medio de nosotros, está siempre con nosotros, para enjugar
toda lágrima y transformar en amor todos los sufrimientos.
Levantemos, hermanos, la mirada de la fe: Cristo viene viviente con los vivientes a darnos vida
con su vida en la efusión copiosa de la redención. Avanza radiante, envuelto en su gran manto
de misericordia, amable y poderoso, "coronado con signos de victoria".
Avanza al clamor angusSoso de los pueblos: Cristo viene trayendo a la Iglesia en su corazón, y
en sus manos las lágrimas y la sangre de los pobres: la causa de los afligidos, los oprimidos, las
viudas, los huérfanos, los humildes, los marginados.
Y detrás suyo se abren nuevos cielos: es como la aurora del triunfo de Dios. Son pueblos
nuevos, nuevas conquistas; es todo un triunfo jamás visto de la caridad grande y universal,
pues la victoria final es suya, de Cristo, y Cristo vence en la caridad y la misericordia.
El futuro le pertenece a El, a Cristo, Rey invencible; Verbo divino que regenera; Camino de toda
grandeza moral; Vida y fuente viva de amor, de progreso, de libertad y de paz.
¡Cristo ha resucitado, exultet! Alabemos a Cristo: cantemos también nosotros el magníficat
¡Cristo ha resucitado, exultet! Alabemos a Cristo: cantemos también nosotros el magnífico
himno, el himno triunfal de la resurrección cantado por el gran San Agusln.
Exultet! Exultet la muchedumbre de ángeles del cielo: resuene la trompeta de la salvación y
levantémonos todos a celebrar el triunfo de Cristo Rey, que reinó desde el Leño de la cruz.
Exultet! Goce toda la Serra, inundada de tanto fulgor y, libre de las Snieblas del mundo, se
sienta por fin libre y salvada: que conozca a Cristo, respire el Espíritu de Cristo y lo viva, con un
gran amor a Dios y a los hombres, en la ciencia de la caridad.
Exultet! Álegrese la Santa Iglesia, fundada sobre la Piedra de Pedro, adornada y hermoseada
con una luz tan maravillosa, y en sus templos resuene el eco del gozoso clamor de los pueblos
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

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