lunes, 16 de diciembre de 2013

¡¡¡¡ DON ORIONE Y EL PESEBRE !!!!!!!

Inspirándose en San Francisco de Asís, el santo tortonés organizó en los años treinta espectaculares representaciones sacras del misterio navideño, manifestaciones de fe y de arte que atrajeron a decenas de miles de personas.
  P. Flavio Peloso

“Cuando vayan a Umbría, tendrán la gracia de ir a Greccio. Yo fui allí muchas veces. San Francisco, habiendo regresado de Palestina y todavía enfervorizado por la visión de los lugares santos, quiso que también en Italia se hiciera el Pesebre viviente. Nosotros debemos volver a los primeros tiempos, al primer Pesebre, y se hará el bien” (Scritti V, 212).
Al expresarse así es San Luis Orione (1872-1940) aquel que, en tiempos modernos, relanzó la sacra representación del Pesebre viviente realizada por San Francisco por primera vez en la Navidad del 1223, en Greccio, con la ayuda de la población de la zona y de Giovanni Velita, señor de aquellos lugares. Con el Pesebre viviente, el “Pobrecillo de Asís” y, recientemente, el “Santo de la Divina Providencia” intentaron recrear la mística atmósfera del Nacimiento de Belén, para ayudar a ver con los propios ojos donde nació Jesús.
La continuación de los Pesebres vivientes se debe a la original inventiva apostólica de Don Orione. “Hemos sido los primeros en suscitarlo: al principio parecía una cosa para reír, ¡pero se ha hecho el bien!” (Parola VII, 166), confiaba el santo tortonés.
Algunas notas históricas sobre los Pesebres vivientes organizados por Don Orione en los años treinta nos ayudarán a reconstruir aquellas singulares manifestaciones religiosas y sobre todo su espíritu.
Después de un primer Pesebre viviente realizado en la ciudad de Bra (Cúneo) en el 1925, bien logrado pero de carácter local, en diciembre de 1930, Don Orione decide promover la iniciativa en la ciudad de Tortona confiriéndole el acento de gran manifestación popular. Desde este año, muchos “Pesebres vivientes” se sucederán en diversas ciudades de Italia. 


En Tortona, los periódicos locales avisaban que “el 6 de enero un coro de 150 ángeles precederá a los pastores y a los reyes magos; ellos cantarán melodías celestes, los reyes magos tendrán un numeroso séquito de caballeros y de sirvientes, según la costumbre oriental”.
La novedad fue recibida con entusiasmo por los pobladores, incluida toda la vasta región del Piemonte, Lombardía y Lígure. Don Orione se encargó personalmente con la sagacidad de un estratega y la ingenuidad de un niño. En Tortona se reunieron de todas partes miles de personas para asistir a la pintoresca representación sacra.
La campana de Belén fue colocada en el patio, detrás del nuevo santuario de la Virgen de la Guardia, por entonces todavía en construcción. Gran parte de los protagonistas del Pesebre viviente eran los mismos clérigos (seminaristas) de la congregación, “jovencísimos clérigos –observó el diario “Corriere della sera” del 27/XII/1930– que cotidianamente llevaban la cal y los ladrillos, con evangélica devoción, para la construcción del Santuario que Don Orione ha querido dedicar a la Virgen de la Guardia” .
El Pesebre fue verdaderamente solemne y conmovedor. El cortejo, en medio de la muchedumbre, terminó, con el canto del “Gloria a Dios en el Cielo”, junto a la campana donde se realizó el acto de adoración a Jesús. Era este el momento que Don Orione –que antes había permanecido discreto entre la gente– reservaba para sí mismo: dar a Jesús para que sea besado por la gente. Aquel era el acto que sintetizaba y coronaba el objetivo de la manifestación popular.
La sagrada representación fue repetida 4 veces en el período de las festividades navideñas. Tuvieron vasta resonancia con entusiastas artículos aparecidos en los diarios Corriere della sera, Gaceta del Popolo, La stampa, Italia y otros periódicos locales.
Al año siguiente, 1931, la iniciativa se tuvo que repetir, por pedido de la gente. La fantasía y la audacia de Don Orione eran impresionantes. Llegó a presentar un pedido a la Casa Real “para obtener algunos dromedarios, por pocos días, con el fin de dar al Pesebre viviente, único en Italia, una vida y un colorido más oriental” (Scritti 77, 122). Otra vez la manifestación resultó grandiosa y devota, con gran concurrencia de gente. Algo que da una idea de la repercusión popular de la iniciativa fue la concesión de la reducción del pasaje en tren “del 50%, desde las estaciones vecinas y desde las estaciones de Turín, Milán, Génova, Piacenza y Bolonia, con validez desde el 5 de enero hasta la medianoche del día 8” (Scritti 53, 129).
Hay que destacar también que “con las ofrendas y colaboraciones recibidas para el Pesebre viviente se dará un almuerzo a 200 pobres. (...) El almuerzo, en el Colegio Dante, será servido por los ángeles y los pastores del Pesebre viviente” (Scritti 89, 126). Éste es el genio de Don Orione: “unir siempre a la obra de culto una obra de caridad” (Scritti 53, 39).
En 1932, el Pesebre viviente, que Don Orione presentó como “una manifestación de fe y de arte verdaderamente grandiosa, única en Italia” (Scritti 62, 36), se realizó en la ciudad de Voghera.
A quienes trabajaban para la preparación del Pesebre viviente el santo sacerdote les recordaba la finalidad: “lograr, por medio del Pesebre viviente de Voghera, hacer un poco de bien, mucho bien. Que aquella multitud de población que vendrá a Voghera pueda sentir pasar sobre sus almas un soplo nuevo, un nuevo espíritu; aquella paz que los ángeles hicieron sentir a los pastores en la bella, misteriosa noche de Navidad. El pesebre viviente es, y debe ser, la escenificación de una página del Evangelio reproducida en vivo” (Parola Vb, 5-8).
El éxito fue superior a las expectativas, como refiere un artículo aparecido en el diario La stampa del 28.XII.1932. “Ha sido un éxito grandioso, y lo demuestra la muchedumbre llegada en número impresionante, sobre todo desde más allá del río Po, y de la zona montañosa, con todos los medios, para ver el Pesebre viviente, y se calcula que otras 40.000 fueron las personas que asistieron a lo largo de la romana Vía Emilia”.
El Corriere della sera, siempre del 28.XII.1932, hace referencia a Don Orione: “Este sacerdote de gran renombre es un típico ejemplo de la humana bondad sin reposo, sin ambiciones, sin orgullos. (...) Don Orione finalmente ha bendecido a la gente que elevó cantos e himnos religiosos, transmitiendo a la escena un significado de viva conmoción y de alta espiritualidad”.
“El cortejo del Pesebre viviente fue abierto por dos trompetistas a caballo –como un resumen de la época– , por un ángel que indicaba la gruta y por otro ángel con la estrella; seguía enseguida la larguísima y multicolor procesión de los ángeles –doscientos– vestidos de seda y con sus alas, que cantaban con gracia celestial unas suavísimas melodías. Luego venían los típicos pastores, algunos tocaban la gaita, otros dejaban regalos al Niño: quesos, palomas, gallinas, pájaros. corderitos, ovejas, fruta; otros, en fin, guiaban dos numerosos rebaños. Y después los pastores simples y llenos de fe, los reyes magos que, guiados por la estrella, venían desde Oriente con su séquito en búsqueda del Niño Jesús. Y un grupo fastuoso de caballos y caballeros que pasa despertando la admiración del público, y va a la plaza de la Catedral, donde tiene lugar el simbólico ofrecimiento de los regalos: la parada en la Municipalidad , que representaba el palacio de Herodes. Aquí todo el cortejo se despliega y se dispone de modo tal que forma un cuadro imponente y estupendo, que tiene como contexto una inmensa muchedumbre, quizá 40.000 personas. Luego se reanuda la procesión y concluye en la gruta ubicada en el Oratorio festivo San Bovo. Aquí Don Orione habla breve, luego bendice a la gente con el Niño”. 

 
En el 1933, la sacra representación se desarrolla en la ciudad de Novi Lígure el 26 de diciembre y el 6 de enero. Don Orione explicó a sus religiosos: “El Pesebre viviente lo hacemos para reavivar el sentimiento religioso de la gente, porque aquello que cae bajo los ojos permanece más vivamente impreso en la memoria, especialmente de los pequeños y del pueblo. El Pesebre viviente es un gasto, materialmente hablando, pero una ganancia, un activo en los balances del bien. Es una prédica hecha a 30-50 mil personas” (Parola VI, 8).
Las dos manifestaciones fueron retomadas y reunidas en un documental del Instituto Cinematográfico “Luce”.
Giuseppe Zambarbieri, por entonces estudiante del Colegio San Jorge de Novi Lígure y más tarde superior general, asistió a la representación del 6 de enero y comentó: “¡Qué director de escena, Don Orione, en los Pesebres vivientes!”. 
  Un comentario similar hizo también el escritor y dramaturgo César Meano: “¡Oh qué director de escena aquel Don Orione! Director nato aquel sacerdote piamontés. Desde el ángel principal, que apuntaba la estrella a los pastores, hasta Gaspar, Baltasar y Melchor, yo modestamente hombre de teatro, sentía la mano segura que aquel hombre extraordinario había transmitido como una porción de su alma a todos. ¡No lo perdía de vista! Se destacaba por más de que buscaba confundirse con la masa, con aquella capa y los zapatos color barro, con aquel sombrero de bandido... bueno, tan bueno. ¡Pero los ojos! Llegaban ellos como lámina de luz en el justo tiempo de cada una de aquellas singulares escenas. Pero había un momento en el cual entraba en escena él, todo él. Aquel final, cuando al término de la encantadora parada se llegaba a la gruta, apenas terminada la entrega de los dones. Si bien no era alto de estatura, se elevaba entonces hacia lo alto, hacia lo alto, en la realidad y en la significación y, elevando los brazos, decía pocas palabras: “¡Y ahora los bendigo con el niño!” Así Don Orione elevaba sobre las cabezas del gentío al Cristo Infante, para bendecir y volver a bendecir” (Cart. Meano, ADO). 
¿Cuáles eran los secretos, los consejos de Don Orione director de los Pesebres vivientes? Sobre todo, sabía transmitir a todos la idea-mensaje de toda la representación sacra: “El Pesebre viviente debe ser una prédica sin palabras”. Este objetivo lograba inspirar y unificar interiormente los comportamientos de los actores, tan diversos como improvisados.
“Primero: rezar, dar todo de sí mismos, no por vanagloria o por soberbia, sino para representar en vivo una página del Evangelio, y después, hacer un poco de bien. Segundo: quien haga de ángel, de caballero, de pastor, olvídese que es seminarista, y sea ángel, caballero o pastor: en síntesis, haga bien el oficio que hace. Los ángeles tengan los ojos bajos, cara serena, no se rían” (Parola Vb, 5-8).
El santo confiaba en que la preparación espiritual de los protagonistas, “modesto, educado, serio”, expresado en “fervor, intenso ardor y entusiasmo” (Parola Vb, 212), comunicaría a tantos espectadores algo de sagrado, algo de Dios. “El cortejo será dividido así: adelante estarán los ángeles y éstos darán la primera impresión. El éxito del Pesebre en gran parte depende de la primera buena impresión. Vendrán luego los pastores con el rebaño, y los flautistas. Al final la cabalgata de los Magos con su séquito. Habrá 200 ángeles” (Parola Vb, 7-8).
Sobre los mismos principios se basaba también la evaluación de Don Orione, compartida con sus discípulos, acerca del éxito de la manifestación. “El Pesebre viviente es un gasto no pequeño de tiempo y de fuerzas. Días de preocupación en los que estamos obligados a dejar otros trabajos y responsabilidades. Pero, si se parte con el criterio más alto de una ganancia espiritual, vale la pena hacerlo y repetirlo varias veces. Si algo es bueno para los valores morales, entonces vale la pena hacerlo. Es una prédica hecha a 30 / 50 mil personas. Qué buenos frutos se obtuvieron de la jornada de San Esteban, en Novi Lígure. Cuántos hombres, que no besaban desde hacía 30 / 40 años al Niño Jesús, han venido para besarlo. Había más hombres que mujeres. Fue una emoción saludarlos” (Parola Vb, 8-9).
El de Novi Lígure en 1933 fue el último gran Pesebre viviente organizado personalmente por Don Orione. En 1934 partió para América Latina y volvió a Italia en 1937. A su regreso, no pudo realizarlo más, si bien ese era su deseo.
En la vigilia de la Navidad de 1937, animó a sus hijos espirituales a continuar esta manifestación popular de fe y recomendó: “El Pesebre viviente deberá convertirse en una institución de nuestra Congregación y deberemos propagarla en el mundo. Si Dios nos da vida, se lo realizará en Milán. Si yo no estuviese aquí en los próximos años, verán que lo realizaré en América. Sería maravilloso pasar con el Pesebre viviente delante de la Catedral de Buenos Aires: el gobierno tiene mucho aprecio por el Pesebre” (Parola VII, 166).
La Congregación orionita ha permanecido sensible a la tradición de los Pesebres vivientes. Continuó organizándolos en todas partes. Entre los recientes vale la pena recordar, en Italia, el Pesebre de Fumo (Pavía), de Pescara, de Bérgamo, de Pietra Lígure, Seregno, Messina. Siempre, tanto en Boston como en Claypole (Buenos Aires) o en Santiago de Chile, como aseguraba Don Orione, “el Pesebre viviente hace un gran bien, y genera una emoción imborrable en el alma” (Parola VII, 166).

Publicado en L’Osservatore Romano (edición italiana), 6-1-2006, p.5

domingo, 3 de noviembre de 2013

ESPIRITUALIDAD ORIONISTA

 
 
 
ESPIRITUALIDAD ORIONISTA


A cada familia religiosa, dentro de la Iglesia, le corresponde una espiritualidad que le es propia y la distingue de otras marcas carismáticas. Forma parte, diríamos, de su identidad, de su espíritu, de su tradición. Siempre se trata de un don de Dios, en primer lugar.

Para nosotros hablar de la espiritualidad orionista nos obliga a adentrarnos en la personalidad de nuestro santo Fundador y, sobre todo, acercarnos a la forma cómo él traduce su experiencia de fe. Sería algo así como intentar una radiografía interior.

Ahora, sin ánimo de agotar la riqueza inmensa de un gigante de la santidad y de la caridad como es san Luis Orione, podríamos recoger como herencia testamentaria estos rasgos tanto de su personalidad como de su fuerza espiritual:

  • Hombre de carácter y de fuerte personalidad, construida a pulso en un ambiente familiar rodeado de estrecheces y en unos contextos de crecimiento marcados por el sufrimiento y por la austeridad que le hicieron madurar deprisa y hacer suyo el desapego mundano. “Una de las gracias que el Señor me ha concedido es la de haber nacido pobre”, confesará.
  • Audaz, arriesgado, valiente. Siempre emprendedor. Nunca se arredró ante nada ni ante nadie. La urgencia de la caridad era su grito de batalla y, fiado de la Divina Providencia, desafió todo tipo de obstáculos y dificultades.
  • Acogedor, de espíritu familiar. Don Orione, corazón de padre, fue ejemplo de trato para todos cuantos tuvieron la suerte de encontrarse con él. Siempre puso en primer lugar las buenas relaciones entre sus hijos. Y a nadie cerró las puertas de su caridad. “En nuestras casas no se preguntará a nadie si tiene un nombre. Sólo si tiene un dolor”.
  • Amigo de Dios. Dios lo era todo para él. Su primacía era incuestionable. Con Dios en el corazón, vivió de Dios, desde Dios y absolutamente para Dios, en una actitud ejemplar de completa disponibilidad a sus planes, que le proporcionaba una fuente inagotable de paz interior y de felicidad. Su amistad con Dios la cultivaba con la conexión permanente, a través de pequeñas jaculatorias, que le recordaban la Presencia de Dios y, sobre todo, con largos momentos de oración, auténticos encuentros cara a cara con El. Sólo así se puede explicar su vitalidad y dinamismo incansables. Don Orione hizo perfecta síntesis entre fe y vida. Fue hombre activo-contemplativo y contemplativo-activo: siempre puente de encuentro entre Dios y las personas, valiéndose de la caridad como lenguaje evangelizador.
  • Hermano de los hombres, de todos los hombres…Su paso por la Historia, –recordémoslo,- ocurre a finales del s. XIX. Son tiempos convulsivos y revueltos. Los modernos fenómenos sociales de la industrialización y el urbanismo, unidos a la irrupción de nuevas ideologías políticas amenazaban la unidad que hasta entonces se había dado alrededor de la Iglesia, lo que tuvo como efecto nefasto el paulatino alejamiento de los sectores obreros de la fe y de la Iglesia. El joven Orione abre los ojos y contempla –con la mirada de Dios- a los hombres cansados y desilusionados. En esas necesidades humanas asoma su intuición fundacional para conseguir penetrar social y cristianamente en el pueblo obrero. Su objetivo último es encaminar a las personas –todas las personas- hacia Dios, orientarlas en la dirección de la Iglesia, oxigenando así la sociedad entera. Quiere que su congregación sea “una profundísima vena de espiritualidad mística que invada todos los estratos sociales”, además de ser buena samaritana para los heridos de la vida.

Luis Orione es un hombre de acción, de actuaciones rápidas, de fáciles reflejos. Se ofrece generosamente a Dios con el ardor de la juventud. Y desde entonces, concibió su Congregación como un holocausto de fraternidad universal. “hacer el bien siempre y a todos; el mal nunca, a nadie” sintetiza las ambiciones de su joven corazón.

  • …pero los pobres son los primeros, sus predilectos. A ellos dedica las mejores energías porque son el tesoro de la Iglesia. Todos sus movimientos giran en torno a los más miserables, a los más alejados de la Iglesia, a los rechazados por la sociedad, a los aparcados en las cunetas de la vida. “La Pequeña Obra de la Divina Providencia –escribe- nacida para los pobres, para conseguir su objetivo, planta sus tiendas en los barrios y suburbios más míseros, que están en los márgenes de las grandes ciudades industriales y vive pequeña y pobre entre los pequeños y los pobres fraternizando con los trabajadores humildes”. Y a sus hijos les recordará. “Nosotros estamos para los más pobres. No lo olvidéis nunca”.
  • Hombre de Iglesia. Vivió la pasión por construir la unidad dentro de la Iglesia. La eclesialidad es una nota carismática del programa que ofrece a los primeros seguidores, a los que él llama “la compañía del Papa”, cuya preocupación es la defensa del Papa y de su Magisterio, muy contestados por aquellos años. Se considera con total humildad un trapo en manos de Dios y de la Iglesia: “Los Hijos de la Divina Providencia quieren ser enteramente del Papa, de los Obispos y de la Iglesia: trapos, servidores e hijos obedientísimos, en humildad, en fidelidad, en amor sin límites usque ad morten et ultra”. ( Cartas II, 386 ). El gran sueño de D. Orione fue unir la Iglesia, representada en el Papa, Vicario de Cristo, con el pueblo. El se vive como un puente de intersección. Y utilizará para su propósito un nexo tan fácil de entender como las obras de caridad, que hablan todos los idiomas. Con conciencia de buen hijo se abandona en manos de su madre la Iglesia y se pone a su entero servicio no arrogándose nunca ninguna importancia y dando a cada obra social el título de “obra de Iglesia”. A sus hijos, en el último discurso de despedida, les dio esta recomendación: “Os ruego que seáis y permanezcáis humildes y pequeños a los pies de la Iglesia”. Y Vivió con dolor, de buen hijo, las divisiones entre las distintas confesiones cristianas y no escatimó esfuerzos en su intento de acercar posturas.
  • María como punto de mira en el estilo de vida y de servicio. En Don Orione hay claras huellas marianas en sus actitudes de humildad, disponibilidad, abandono en manos de Dios. Su vida, como la de María fue un “fiat” continuado ya sea en los momentos de gozo como en las numerosas situaciones dolorosas y de cruz.

La entera familia orionista, beneficiarios de la inmensa riqueza espiritual de nuestro Santo, tenemos en su espiritualidad ( ¡nuestra espiritualidad! ) el equipaje que siempre hemos de llevar dentro y encima como fuerza vital para encarar la misión, como energía capaz de dinamizarnos e ilusionarnos, como espíritu que nos empujará a seguir siempre adelante, sorteando todos los vientos de la Historia

IDEALES DE DON ORIONE

Ideales de San Luis Orione

JESUS
¡Ven Señor Jesús!
Resucita en todos los corazones,
en todas las familias.
Escucha el grito angustiado
de las muchedumbres que anhelan por ti,
¡Oh Señor! Te pertenecen, son tu conquista,
¡Oh Jesús, mi Dios y mi Amor!


MARÍA
¡Te quiero, Virgen Santa,
te invoco, te sigo, te amo!
Llévame, Virgen bendita, a las multitudes
que llenan las plazas y las calles;
llévame para acoger
a los huérfanos y a los pobres.
¡Salve, cándida e inmaculada
Madre de Dios!
¡Salve, Madre de misericordia!
 

EL PAPA
Mi amor más dulce y grande
es el Papa, o sea, Cristo;
el Papa para mí y para vosotros,
es el mismo Jesucristo.
Amar al Papa es amar a Jesucristo.

 

ALMAS
¡Almas y almas!
Esta es nuestra vida:
almas de niños, de pobres,
de pecadores, de justos,
de descarriados, de arrepentidos,
de rebeldes a la voluntad de Dios.
No nos interesen y no amemos
más que las almas de nuestros hermanos.
 

VOCACIONES
Las vocaciones al sacerdocio
de los niños pobres son,
después del amor al Papa y a la Iglesia,
el ideal más querido,
el más santo amor de mi vida

viernes, 11 de octubre de 2013

¡¡¡¡ RICARDO GIL BARCELÓN Y ANTONIO ARRUÉ PEIRÓ !!!!!


Don Ricardo Gil Barcelon

En 1909 conoció a Don Orione de Roma y se convirtió en seguidor leal, inquebrantable equilibrio en la confianza en la Divina Providencia.



 Ricardo Gil Barcelon
nació en Manzanera Teruel (España) 27 de octubre de 1873, por Francisco Gil y Francisca Barcelon, de origen noble y rico. En la gran familia - tres hermanos y seis hermanas - que llevaban una vida ejemplar cristiana, con especial atención a los pobres, que habitualmente y llamó a la puerta de la casa. " Mi madre me enseñó a pensar en los pobres - que más tarde escribió P. Ricardo - tener un gran corazón, mirar hacia otro lado ".

 En 1885, sólo doce años de edad, entró en el seminario donde fue "diligente y estudiante capaz." Por la voluntad de su padre, en 1889, se matriculó en la École Normale de Teruel para convertirse en un maestro. Por desgracia no alcanzó su objetivo, ya que, en varias ocasiones, tenía los enfrentamientos verbales con el Director, un masón, que no perdía ocasión de la fe fingida, la religión y la Iglesia. La defensa de la verdad era un valor mayor de los intereses personales, incluso si cuesta Ricardo expulsión permanente de la escuela, justo cuando se preparaba para soportar los últimos exámenes.

 Veinte años en 1893 durante la Guerra Española-Americana, fue un soldado en las Filipinas, donde, durante un acto de guerra, se encontraba en grave peligro de vida. Se invoca a la Virgen, el enemigo se detuvo de repente su avance y Ricardo, a raíz de una luz intensa, se las arregló para llegar a la sede del español. Estaba a salvo.

 Completó sus estudios de teología en la Universidad de Santo Tomás de Aquino en Manila, fue ordenado sacerdote 24 de septiembre 1904 y fue nombrado capellán de la Delegación Apostólica. Pero, a pesar del ministerio sacerdotal fue reconocido por todos como pronta y generosa, P. Ricardo parecía tener una vida muy cómoda. Por esta razón, en 1905, decidió regresar a España, donde en 1907 ingresó en la Orden Dominicana como novicio. Pero esta no era su camino. Durante nueve meses se retiró a los Terciarios Capuchinos Torrentes regulares, pero incluso en este caso no se sentía en su lugar. Decidió pasar unos meses solo, como un ermitaño. P. Ricardo todavía no se había dado cuenta de lo que el Señor quería de él: " Tengo una maraña de pensamientos y deseos que ni siquiera puedo poner con el fin de entender algo ", le dijo a su padre que él no veía feliz.

 Para entender la voluntad de Dios sea con él, tomó una decisión audaz: caminar una peregrinación de oración y penitencia a Roma. Dejó Torrijas 06 de abril 1909 y, tras su paso por España, el sur de Francia y la mayor parte de Italia, que viven de la limosna solo, por último, 06 de julio siguiente, llegó a la Ciudad Eterna. P. Ricardo fue organizada por varios meses por un canónigo de San Juan de Letrán hasta el 3 de febrero de 1910, conoció a Don Luigi Orione (1872-1940), fundador de Tortona (Alessandria), la "Pequeña Obra de la Divina Providencia". Esta reunión dio un giro a su vida espiritual.

 Don Orione tacto con P. Ricardo, primero lo detuvo unos días en la iglesia de S. Ana de novios en el Vaticano y luego lo envió a Tortona, centro de la nueva Opera Don Orione. A finales de 1910, fue enviado primero a Messina, devastada por el terremoto de 1908, y luego en Cassano Jónico, donde permaneció hasta 1923 como rector del Santuario de la Madonna della Catena. Durante unos meses en 1913 en Reggio Calabria.

 Después de una larga estancia en el sur de Italia, fue enviado en Tortona como profesora de español de los jóvenes misioneros, dejando para América Latina. Bajó a Roma antes de la Colonia Agrícola Via Massimi y luego en el pobre y populosa parroquia de Todos los Santos en el San Giovanni, donde permaneció poco más de tres años.

 El 2 de enero de 1928, fue enviado nuevamente al Santuario de Cassano Jónico, donde P. Ricardo tuvo que enfrentar quizás la más terrible prueba de la vida: fue acusado del asesinato de una niña, cuyo cuerpo fue encontrado cerca. Fue arrestado bajo la acusación completamente arbitraria y sesgada que terminó después de dos meses de encarcelamiento injusto, con plena absolución " por falta de pruebas y sospechas infundadas ", tal como se expresa en L'Osservatore Romano el 15 de julio 1928. El ermitaño entre Gaetano Cremaschi que fue detenido con él, no pudo pasar la prueba, y después de salir de la cárcel, murió de miseria y desesperación.

 P. Ricardo fue enviado por Don Orione en Villa Moffa Bra (CN), la sede del noviciado, para recuperarse físicamente y espiritualmente. Es desde este lugar de oración y formación de 1 de julio de 1929 escribió a Don Orione este billete que revela la fuerza de su corazón: " Mi vocación sacerdotal era sin duda no sólo para celebrar la misa. La vocación de ermitaño no parecen tenerlo. Ni mucho menos! Estoy hecho para luchar y no para la paz. Sólo tengo la paz de conciencia que lo lleva constantemente la amistad con Dios ". P. Ricardo estaba satisfecho y, en unos días, dejar que los muros de Villa Moffa a la cabeza por primera vez en Tortona, donde permaneció unos meses, y luego en su querida España, donde, en 1930, de acuerdo con el fundador, volvió a presentar el Congregación de los "Hijos de la Divina Providencia": era la víspera de la guerra civil sangrienta.

 Desde septiembre de 1931, durante cinco años, residía en la ciudad de Valencia, en diferentes hogares, pero todos los pobres y siempre abiertas para recibir a los más pobres.

Martirio

    El martirio del P. Ricardo Gil y Antonio Arrué aspirante debe ser incluido en la persecución de la Iglesia Católica durante la Guerra Civil Española, la cual, como es bien sabido, hace miles de víctimas, incluyendo a los que valientemente han dado testimonio de su fe: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos.

   Seguido de cerca por las milicias comunistas y anarquistas de su vida coherente con el Evangelio 1 de agosto de 1936, aproximadamente a las 10.00 de la mañana, los dos fueron detenidos orionines repente, a pesar de las protestas de las personas que los admiran. No era la primera vez que los milicianos se presentaron en la puerta del apartamento de la calle Zamenhof n. 16/3a, con la intención de detener el sacerdote y su colaborador, pero la gente siempre ha defendido. Los milicianos llegaron allí con el pretexto de inspeccionar el apartamento, ya que, según sus informaciones, había bombas. Fue sólo un pretexto, de hecho, se encontró más que un tronco con libros de oración y ropa personal.

 En ese momento, Antonio era de los vecinos, donde fue a buscar un poco de agua. Conocido que P. Ricardo estaba en peligro, rechazando la invitación a esconderse y escapar, corrió a su casa para darse cuenta de la misma persona que el sacerdote que le había ayudado mucho. Los milicianos se retiraron a los dos, lo que lleva en un vehículo de motor con la inscripción ahora se conoce de la ciudad: FAI (Federación Anarquista Internacional).

 No hay noticias precisas de lo que ocurrió después de la detención, salvo que P. Ricardo Antonio y fueron trasladados a El Saler , una playa a unos quince kilómetros de Valencia. Se les pidió a gritar "¡Viva la FAI" si querían salvar su vida, pero P. Ricardo, levantando el crucifijo gritó "¡Viva Cristo Rey". En respuesta, le dispararon de inmediato, con una bala en la cabeza. Antonio se apresuró a apoyarlo, al morir, se desplomó al suelo. Al ver este acto de misericordia, una milicia dirigida hacia él, y con la culata de su rifle le golpeó violentamente, hasta aplastar su cráneo. Era el 3 de agosto de 1936.

 El doctor Jesús Montorio Marzo, hermano del P. Ricardo reconoció la morgue del Hospital Provincial de Valencia y descubrió que su marido llevaba un cilicio.

 "P. Ricardo y Antonio son dos testigos de la fe puesta en la procesión de los mártires cristianos de la Iglesia española, el protagonista de uno de los testimonios más heroicos y compacto de la historia. Ni P. Ricardo ni Antonio, y ninguno de los otros miles de mártires durante la guerra civil de 1931-1939, hizo la guerra a otra: eran víctimas inocentes, fieles a Cristo. Así que la Iglesia los reconoce en beatificarli "(Vicente Cárcel Ortí).

Historia de la Causa

• 1962 inicio de la Causa en la diócesis de Valencia y la recolección de la primera documentación.

• Las causas reabiertas después de la suspensión ordenada por el Papa Pablo VI en 1988, el Procurador General, P. Ignacio Terzi pide la reapertura de la causa de los dos orionines mártires.

• 30 de noviembre 1994: en realidad abre la Causa

• 18 de febrero 1999: Constitución de la Comisión Histórica de Valencia

• 28 de junio 1999: Entrega de las Actas de la Comisión Histórica de la Congregación para las Causas de los Santos

• 19 de noviembre 1999: El decreto de validez del proceso

• 26 de noviembre 1999: nombramiento de la Relatora de la causa

• 21 de abril 2000, la aprobación y firma de la Positio por el Relator

• 14 de junio 2000: entrega de Positio a la Congregación para las Causas de los Santos

• 28 de septiembre 2010: el voto positivo de la Teología

• 29 de octubre 2012: el voto positivo de la Congregación de Cardenales y Obispos

• 20 de diciembre 2012: L'Osservatore Romano promulgación del Decreto súper martirio .

Oración

Señor Jesucristo, nuestro Dios y nuestro Rey crucificado, te damos gracias por el don de la caridad y fortaleza que brillaba en tus siervos, Ricardo Gil y Antonio Arrué, fieles a su vocación en la persecución y el martirio.

Humildemente suplicamos a glorificar estos testigos heroicos tus, concediéndonos la gracia que te pedimos por su intercesión confiada. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.

 

jueves, 3 de octubre de 2013

UNA PLANTA ÚNICA CON MUCHAS RAMAS





"Escribo esta carta en vísperas del centenario del inicio de los primeros misioneros enviados por Don Orione a Brasil. Exactamente 17 de diciembre 1913 a las 16 horas , los primeros misioneros orioninos partieron de Génova a Brasil en el barco " Thomas de Saboya. " Los misioneros desembarcaron en el puerto de Santos , 29 de diciembre de 1913, y luego vinieron en tren hasta el destino, Mar de Espanha , en el Estado de Minas Gerais , 2 de enero de 1914.

Esa salida fue la primera apertura de la Congregación más allá de las fronteras de Italia. Es una fecha importante porque marca el inicio del abrazo de la gente en el nombre y en el espíritu de Don Orione . En muchos otros pueblos llegaron después ... ! Hoy estamos presentes en 32 países.
Este año del centenario se refiere a la totalidad de la familia de Don Orione , en todas las naciones y de todas las categorías , FDP , PSMC , ISO, MLO y Laicos. Así , al terminar el Año de la Fe , la Pequeña Obra de la Divina Providencia celebrará el Año Misionero Orionino , desde el 20 de octubre del 2013 hasta 8 de diciembre de 2014 .
Es una fecha importante porque marca el inicio del abrazo de la gente en el nombre y el espíritu de Don Orion
Con la celebración del Año Misionero Orionino se propone tres objetivos
1 . gracias al Señor por la historia de la congregación que es en sí mismo una historia de la misión ;
2 . celebrar nuestros orígenes comunes y la unidad de la familia de Don Orione en el mundo con un renovado compromiso de fidelidad creativa al carisma ;
3 . reavivar el celo misionero característico de nuestra Orionita identidad, también en respuesta a los repetidos llamamientos del Papa Francisco para una "Iglesia misionera".
La carta se compone de cuatro capítulos. El primero es citado en su totalidad el guión con el que el propio Don Orione presenta " Lo que la Pequeña Obra de la Divina Providencia " . " Es un claro espejo en el que podemos ver el rostro de Don Orione y la cara de nuestros religiosos y laicos de hoy en día ", dijo Don Flavio.

El segundo se titula " El carisma de Don Orione carisma es la catolicidad " y muestra los signos de esta catolicidad, sus raíces no sólo en lo sobrenatural, sino también en su manifestación histórica, se abre a muchaspersonas, muchas épocas y culturas, para las diferentes categorías de la población de Dios
El tercer capítulo presenta " La Pequeña Obra de la Divina Providencia en el mundo " , con una breve evolución histórica y geográfica de la "única planta con muchas ramas" desde el principio hasta hoy. Recuerdo el año, el principio y los protagonistas de la fundación de la familia de Don Orione en los distintos países .

El último capítulo, " Mirando al futuro ", lanza algunas perspectivas de la forma de vida de la congregación y se reúnen en la celebración del 20 de octubre en el Santuario mariano de Aparecida (Brasil), donde, al final de la Asamblea General se iniciará el año Misionero Orionino.


Qué es'?  la congregación?
 
 
Es una humilde Congregación Religiosa, de reciente creación, italiana de origen, moderna en sus hombres y en sus sistemas, total y solamente consagrada al bien del pueblo y de los hijos del pueblo, confiada a la Divina Providencia.
Por lo tanto, ha nacido para los pobres, y para alcanzar su fin se establece en los centros obreros, preferentemente en los barrios y suburbios más pobres, que están en las orillas de las grandes ciudades industriales; vive, pequeña y pobre, entre los pequeños y los pobres, Fraternizando con los humildes trabajadores, corroborada por la bendición de la Iglesia y por el válido apoyo de las Autoridades y de los espíritus abiertos a los nuevos tiempos y los corazones amplios y generosos,
Se dirige al pueblo, más que con la palabra con el ejemplo y el holocausto de una vida inmolada día y noche con Cristo, al amor y a la salvación de los hermanos.
Esta institución es de timbre puramente católico y es italiana, sin reticencias; también en el extranjero desenvuelve obra de ferviente italianidad.
Aun cuando vive de una única fe y tiene sólo un alma y un corazón y unidad de
gobierno, desarrolla múltiples actividades, según las variadas necesidades de los humildes a cuyo encuentro va, adaptándose, por la caridad de Cristo, a las diversas exigencias étnicas de las naciones a las cuales la va trasplantando la mano de Dios.
No es, por lo tanto, unilateral, sino que, con tal de sembrar a Cristo, la fe y la civilidad en los surcos más humildes y necesitdos de la humanidad, asume formas y métodos diferentes, crea y alimenta diversidad de instituciones, valiéndose para su apostolado de todas las experiencias y sugerencias que recibe de las Autoridades locales.
Su programa: la caridad
 
Su anhelo es la difusión del Evangelio y del amor al "dulce Cristo en la tierra" entre el
Pueblo, como así también la difusión de un espíritu más vivo y más grande de caridad fraterna entre los hombres, dirigido a elevar religiosa y socialmente a las clases trabajadoras, a salvar a los descaminados de las ideologías fatales y a edificar y unificar a los pueblos en Cristo.
Su campo es la caridad, pero no excluye nada de la verdad y de la justicia, sino que hace la verdad y la justicia en la caridad.
La Pequeña Obra quiere servir, y servir con el amor; con la ayuda de Dios, se propone llevar a la práctica las obras de misericordia, para el alivio moral y material de los pobres; su vida es amar, rezar, educar a los huérfanos y los más desamparados hijos del pueblo a la virtud y al trabajo; es sufrir y sacrificarse con Cristo en los pobres más abandonados y rechazados.
Su grito es "la Caridad de Cristo nos urge" de San Pablo y su programa "nuestra Caridad no cierra puertas" de Dante.
Por eso acoge y abraza a todos los que tienen un dolor, pero no tienen quién les dé un pan, un techo, un consuelo; se hace toda para todos para llevar a todos a Cristo.
Esta Pequeña Obra de la Divina Providencia, nacida de un latido vivificador de ese amor que está siempre pronto ante todas las necesidades de los hermanos que sufren, quiere ser como una corriente de aguas vivas y bienhechoras, que se distribuye en canales para irrigar y fecundar de Cristo a los estratos más áridos y olvidados.
Es obra de Dios
 
Es una planta nueva, surgida a los pies de la Iglesia y en el jardín de Italia, no por obra de hombre sino por un soplo divino de la bondad del Señor.
De año en año se desarrolla, a la luz y al calor de Dios, para consuelo de miles y miles de cuerpos y espíritus; es una planta única, pero con diversas ramas, vivificadas por una única linfa, todas dirigidas al cielo, florecientes de amor a Dios y a los hombres.
Esta es tal vez la menor entre las Obras de fe y de caridad surgidas del Corazón de Jesús, pero quiere ser la primera en consumirse de amor al servicio de la Iglesia, de la Patria y del pueblo.
Todo nos dice que sólo Dios la ha suscitado y la va extendiendo, a pesar de nuestras
miserias, a través de pruebas dolorosas, "per ignem et aquam", ciertamente para ayudarnos en la fe, a nosotros, hombres de poca fe.
Es obra de Fe
En una época de positivismo, de avidez por las cosas terrenas y por el dinero, la Pequeña Obra de la Divina Providencia se propone, con el auspicio de la Virgen Celestial, enjugar muchas lágrimas, elevar las mentes y los corazones a ese Bien no terrenal, que es el único que puede colmar y satisfacer el corazón del hombre, y cooperar modestamente, con gran humildad y de rodillas a los pies de Roma, a mantener fiel o a reconducir al pueblo a la Iglesia y a la Patria, a salvar a los pequeños, a los humildes, a los más insidiados o a los que más sufren de nuestros hermanos en Cristo. "Laus Deo".