lunes, 23 de septiembre de 2013

PADRE PÍO DE PIETRELCINA Y DON ORIONE

 
 
 
Padre Pío de Pietrelcina y Don Orione : gran diversidad y fuerte armonía.
Hoy celebramos la memoria litúrgica de San Pío de Pietrelcina.
Un vínculo humano y espiritual entre San Luigi Orione y San Pío de Pietrelcina , dos importantes figuras del catolicismo moderno.
Durante diez años, 1923-1933, en circunstancias muy problemáticas, Don Orione promovió la verdad sobre el Padre Pío , entonces confundidos y amenazados por una relación de confianza tanto con el Vaticano y las autoridades eclesiásticas ambos devotos dispuestos pero imprudentes. Se consolidó entre los dos "santos" una amistad de calidad superior y que se expresa en el respeto mutuo, el afecto y la oración , la búsqueda de la santidad personal y de la Iglesia, así como la colaboración apostólica. Hay varios testimonios de personas tratadas, según sea necesario, por Don Orione y el Padre Pio Padre Pio .
Don Orione reconoció la gracia y la vocación del Padre Pío desde el principio, como le escribió al obispo Valbonesi el 25/08/1923: "Esta mañana, mientras estaba en el altar para la misa, el Señor hubiera dicho : 'oboediens Fuit hasta la muerte, mortem autem crucis. . Padre Pio a ser todo de Jesús Crucificado, y el amor espiritual de Jesús y de la Santa Iglesia para ser crucificado en la alegría de la caridad "
A su vez, dijo el Padre Pío dijo de Don Orione: "Realmente es un santo! Yo no soy digno de tocar el borde de su vestido " , y pocos días después de su muerte, el 18/03/1940, escribió a la Baronesa Lagorio: "La partida de Don Orione llenó mi alma de tristeza. Es un gran pérdida para la Iglesia militante ".
Don Orione y el Padre Pío están unidos por el hecho de que eran "santos", que se olvidaban de sí mismo y eran todo de Dios y de la Iglesia. Dos hombres literalmente consumidos, incluso físicamente por caridad, y los que conocen a los dos saben que esta expresión no es exagerada. Los distinguen las diferentes "gracia" y "misión" recibido de Dios, el orden humano y sobrenatural.
Uno de ellos, Don Orione, es el patrón de la actividad, pero una actividad de todo "pasiva" en las manos de Dios, " un trapo ", como él dijo.
Y el otro, Pio es el patrón de la pasividad, de la pasión, pero una pasividad, muy "activa" y eficaz en las manos de Dios
Don Orione fue fundador de una congregación, surcó los mares como un misionero, dio inicio a las obras de caridad y sociales impresionante, era un hombre de confianza de las altas autoridades religiosas y civiles, fue un apóstol de la pluma y de la predicación , "padre y benefactor de los pobres" humanidad sufriente "(Pío XII)," una de las figuras más prominentes de este siglo ... tenía el carácter y el corazón del apóstol Pablo "(Juan Pablo II).
El Padre Pio, sin embargo, nunca se mudó de San Giovanni Rotondo. Él sufrió mucho. Se trata simplemente de un monje que oraba, confesó y celebró la misa. El resto lo hizo el Señor por él. Y con la abundancia de la gracia que todos conocemos.
La Iglesia, en su viaje a través de la historia siempre ha tenido que padecer"influencias" debilitantes, a veces la santa anorexia, las heridas, la fatiga y el cansancio, cambios en la presión, reducir la velocidad de la circulación del corazón a las extremidades, especialmente las más remotas y menos considerado. El ministerio de la misericordia es entendido como una " donación de sangre de la caridad "de la" Iglesia, la novia pálida de Cristo, " tiene vitalidad y unidad, es otro fuerte ritmo de la vida y misión de San Luigi Orione y San Pio Pietrelcina.
Don Flavio Peloso
ANÉCDOTAS SOBRE EL PADRE PÍO

Padre Pío en Uruguay
Monseñor Damiani, obispo uruguayo, fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre Pío. Luego de confesarse se quedó unos días en el convento. Una noche se sintió enfermo y llamaron al Padre Pío para que le diera los últimos sacramentos. El padre Pío tardó mucho en llegar y cuando lo hizo le dijo:
“Ya sabía yo que no te morirías. Volverás a tu diócesis y trabajarás algunos años más para gloria de Dios y bien de las almas”. “Bueno”, contestó Monseñor Damiani, “me iré pero si usted me promete que irá a asistirme a la hora de mi muerte”. El Padre Pío dudó unos instantes y luego le dijo “Te lo prometo”.
Monseñor Damiani volvió al Uruguay y trabajó durante cuatro años en su diócesis.
En el año 1941 Monseñor Alfredo Viola festejó sus bodas de plata sacerdotales. Para tal acontecimiento se reunieron todos los obispos uruguayos y algunos argentinos en la ciudad de Salto, Uruguay. Entre ellos estaba Monseñor Damiani, enfermo de angina pectoris. Hacia la medianoche el Arzobispo de Montevideo, luego Cardenal Antonio María Barbieri, se despertó al oír golpear a su puerta. Apareció un fraile capuchino en su habitación que le dijo: “Vaya inmediatamente a ver a Monseñor Damiani. Se está muriendo”. Monseñor Barbieri fue corriendo a la alcoba de Monseñor Damiani, justo a tiempo para que éste recibiera la extremaunción y escribiera en un papel: “Padre Pío..” y no pudo terminar la frase. Fueron muchos los testigos que vieron un capuchino por los corredores. Quedó en el palacio espiscopal de Salto un medio guante del padre Pío que curó a varias personas.
En 1949 Monseñor Barbieri fue a San Giovanni Rotondo y reconoció en el padre al capuchino que había visto aquella noche, a más de diez mil kilómetros de distancia. El Padre no había salido en ningún momento de su convento.
Hoy día hay en Salto una gruta que recuerda esta bilocación y desde allí el padre ha hecho varios milagros.


Don Orione y el Padre Pio de Pietrelcina

El 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.
Varios testigos afirmaron haber visto al Padre Pío durante las ceremonias de la Beatificación de Santa Teresita del Niño Jesús en la Basílica de San Pedro, junto a la tumba de San Pío X en la cripta de la basílica. Se le habría visto cinco veces allí.el Cardenal Merry del Val contó al Papa Pío XII que había visto al Padre Pío rezando
Pío XII, es el mas simpático de todos los Papas, después de San Pedro, decía de el: “Porque es tan sencillo, tan modesto, que nadie evoca mejor que el la humildad de Cristo”.
Es cosa cierta que el Padre Pío no ha salido de San Giovanni Rotondo desde hace muchos años; por eso, cuando tales comentarios llegaron a oídos de Pío XII, Su Santidad, para informarse, hizo llamar a Don Orione.
El Papa le preguntó qué pensaba del asunto.
- “Yo también lo vi. Estaba arrodillado rezando a San Pío X. Me miró sonriente y luego desapareció”, respondió Don Orione.
-El pontífice, convencido, le dijo: "Si me lo dice usted, le creo".

jueves, 19 de septiembre de 2013

RECORDANDO AL PADRE JOSÉ BALDUSSI




 
 
El Padre José Baldussi falleció en la mañana del 17 de septiembre en Claypole, a los 90 años de edad, con 55 años de profesión religiosa y 61 de sacerdocio.
Inmediatamente después de conocerse la noticia las redes sociales de la familia orionita demostraron el cariño y afecto que todos sentían por el P. José, y recordaron sus actitudes de amor y bondad en todas las comunidades de la Obra donde prestó sus servicios.
Quienes fueron sus novicios agradecieron por sus años de formación, “ por mostrarnos el camino y ser un modelo de fidelidad a Dios, por enseñarnos a amar a Maria, por su fuerza de voluntad, por su alegria...”
El "simplemente gracias" se repitió en los testimonios de mucha gente que lo conoció en su larga trayectoria de buen Pastor. Como el manifestado por Nelida Palavecino: “fue mi guía espiritual en mi adolescencia. Me visitó cuando estuve enferma, y con él renové mis votos matrimoniales.Lo llevaré por siempre en mi corazón. Es un ángel más en el cielo”.
Desde Italia, el Superior de la Obra Don Orione, P. Flavio Peloso, declaró que “por muchos años fue el “Padre Espiritual” de la Congregación en Argentina, una especie de Canónico Perduca, requerido como confesor y consejero de almas. Discreto, positivo, de mucha piedad y devoción. Conservo de él un recuerdo bello, de estima y de afecto por su persona y por su total dedicación a las almas: de los novicios, de los clérigos, de los cohermanos, de las religiosas, de los residentes y de las personas simples y pobres del barrio de Claypole, al cual se dedicaba con entusiasmo y sacrificio. Tenía algunas convicciones humanas y religiosas firmes y por ello era muy abierto y comprensivo con todos. Vivió para la Congregación y gozaba con los bienes que de ella recibía. En cada encuentro con él, me hacía dar la vuelta por el mundo de la Congregación con sus preguntas”.
“Me complace recordar al P. Baldussi con algunas frases de su personalidad descriptas en el año 1960 por el P. Pablo Bussolini, su Superior, en vistas de su Profesión Perpetua: “sereno, bueno, abierto. Generoso, más preocupado por las necesidades del prójimo que de sí mismo. Ama los trabajos humildes, el apostolado íntimo y que no es ostentoso. Disponible siempre y a todos; trabajador, mortificado, no se queja nunca de las incomodidades y los cansancios. Es una presencia muy preciosa para la Congregación´. Cuantos lo hemos conocido podemos testimoniar que estas características las ha vivido hasta los últimos días. Agradecemos al Señor por este cohermano, don precioso del Señor a la Congregación. Requiescat in pace!”,agregó el P. Flavio.
El P. Baldussi ingresó en la Congregación el 9 de noviembre de 1956, a los 33 años, siendo ya sacerdote. Había sido ordenado el 2 de diciembre de 1951, en el Seminario de “Villa Devoto” de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Hizo su año de noviciado en Claypole, y profesó el 8 de diciembre de 1957.
Fue Padre Maestro de Novicios en varias oportunidades: 1964-1967; 1971-1977; 1989-1997; 2001-2005. Fue formador y director de los clérigos en San Miguel de 1977 a 1989; fue por muchos años Consejero y Vicario Provincial, y también Superior Provincial de 1967 a 1970. Desde el 2006 se encontraba siempre disponible a los compromisos pastorales en la Parroquia y en las Capillas periféricas del Cottolengo deClaypole, donde fue velado y sepultado.
Recordando al Maestro
Compartimos un escrito del P. Facundo Mela, quien como tantos sacerdotes orionitas de varias generaciones, se formó bajo la guía del Padre José, “Maestro de almas”:
La lectura breve del oficio de pastores comienza diciendo: “Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe”. Con estas palabras quisiera recordar al P. Baldussi, mi maestro de novicios.
La historia del P. Baldussi es una historia de fe vivida y coherente.
Todo comenzó en el seno de una familia porteña como cualquier otra, que recibe la noticia que su hijo quería ser sacerdote. Su padre, un hombre muy bueno, pero socialista al enterarse le prohibió seguir concurriendo a la parroquia.
El P. Baldussi recordaba: “mi papá era un hombre muy bueno, pero no entendía- Te prohíbo que sigas yendo a la parroquia- me dijo”. Ante la negativa paterna de ingresar al seminario de Villa Devoto, el joven José obedeció y vivió algunos años de dolor y oración silenciosa, años que, según él, lo prepararon y purificaron su corazón.
A punto de escaparse de su casa para ingresar al seminario diocesano, ya con una carta de despedidapara sus padres, la mamá le dice: “tu papá te ve triste, si queres ir al seminario, anda”
En el seminario de Devoto encontró un clima de oración y grandes ideales, lleno de entusiasmo, deseos de santidad y celo pastoral. Allí maduro su vocación bajo la guía de los jesuitas, entonces a cargo del seminario, especialmente del P. Achaval, quien lo ayudaría en su primera misa, el 2 de diciembre de 1951.
Después de su ordenación fue Teniente Cura, un año en S. Francisco Solano (Mataderos) y 4 años en N. S. de Monserrat. Como también capellán del Hospital Rawson.Su experiencia de capellán de hospital, lo puso en contacto con el mundo del dolor y lo hizo crecer en su gran amor por los enfermos. Siempre recordaba con mucha alegría su paso por el hospital.
Durante sus años en Monserrat conoció al Dr. Garona, amigo de Don Orione, y por él, al P. Gino Carradori, por entonces provincial, quien los impacto con su presencia y suspalabras: “Nosotros somos los jesuitas de los pobres”.
Así, ingreso al noviciado el 26 de septiembre de 1956, siendo su maestro el P. José Perón, “un hombre de Dios” como el P. Balsussi solía decir. En esa época de noviciado, ayudo al P. Re los fines de semana en la parroquia Luján.
Hizo su primera profesión el 8 de Diciembre de 1957 y la perpetua el 8 de Diciembre de 1960. Trabajo en el pabellón Canaveri, fue asistente y profesor en el seminario menor entonces en el Patronato, confesorde los novicios, clérigos, hermanos y el seminario menor.
Y luego tuvo la gracia de cumplir uno de sus sueños: ser misionero, siendo destinado a Sáenz Peña (Chaco) donde fue párroco y al crearse la diócesis de Roque Sáenz Peña, recibió al Obispo.Luego fue maestro de novicios, provincial, encargado de los clérigos un año en Victoria, maestro de novicios y encargado de los clérigos en Claypole. Superior del Seminario de San Miguel, maestro de novicios de nuevo, vicario Provincial del P. Adolfo Uriona y vicario del seminario, varios periodos consejo provincial, vice maestro de novicios y por ultimo Vicario de la Parroquia Sagrado Corazón de Claypole. Si olvidar su paso como capellán por Fátima, S, Luis Gonzaga, S. Isabel, NS del Huerto (Barrio Los Eucaliptos) e Itatí.
Pero lo más impactante de su vida fue su coherencia, enseñaba lo que vivía. Un hombre de Dios con un ardiente deseo de santidad y feliz de ser sacerdote “con olor a oveja” como dice el P. Francisco.
De gran amor a la Virgen, siempre con rosario en mano, pobre al extremo y alegre. Formador de variasgeneraciones, hombre de confianza de la congregación, director espiritual, padre, y siempre, siempre SACERDOTE.
En mi caso particular, tuve la gracia de vivir dos veces con él, durante mi noviciado y, ya sacerdote, en la parroquia Sagrado Corazón. Su presencia, alegría y sabiduría fueron para mí una gracia de Dios.
Ahora que el P. Baldussi fue llamado a la casa del Padre, nos queda a nosotros ser fieles a sus enseñanzas y ejemplo. Ojala cuando nos reencontremos con él y nos pregunte: “¿te hiciste santo?”, le podamos contestar que “sí, maestro”.

¡Gracias P. Baldussi por sus enseñanzas y ejemplos!

P. Facundo Mela fdp
Desde Chile..... Un agradecido del año que pase junto al Padre José Baldussi. Un padre y maestro....Que descanse en Paz, junto a nuestro Padre Don Orione. Claudio Plaza

viernes, 13 de septiembre de 2013

BEATO FRANCISCO DRZEWIECKI Y 107 COMPAÑEROS MARTIRES

 
 
 
 
Testimonio de coraje y entrega
Por Carina Campo
Desde el pasado 13 de junio, cuando en Varsovia (Polonia) el papa Juan Pablo II proclamó beato a Francisco Drzewiecki, la familia orionita tiene un nuevo hijo reconocido como modelo e intercesor ante Dios.
El padre Francisco -que fue beatificado junto a otros 107 mártires polacos religiosos y laicos- murió el 13 de septiembre de 1942 después de tres años de prisión. Tenía sólo 34 años y seis de sacerdote, y desde temprana edad había manifestado su vocación religiosa.
De hecho, la familia Drzewiecki era originaria de Zduny, un antiguo pueblo de agricultores donde es muy tradicional la intensidad religiosa y patriótica, puesta de manifiesto -entre otras cosas- en un claro orgullo por su majestuosa iglesia gótica.
En este pueblo, el 26 de febrero de 1908 nació Francisco, hijo de Juan y Rosalía, quien pasó allí los primeros años de su vida en compañía de sus cuatro hermanos y sus seis hermanas. La vida de niño de Francisco era la normal de un ambiente familiar pobre, laborioso, unido y religioso. El pequeño se distinguía por su inteligencia y capacidad práctica. "Era tranquilo y educado. Estudiaba con voluntad. A la noche los niños rezábamos las oraciones con las manos juntas. No era necesario que nuestros padres nos lo recordaran", recuerda su hermana Ana. Y aún antes de ir a la escuela, ya había recibido una buena formación de sus padres. Ayudaba a sus hermanos menores y a la usanza polaca pastoreaba en el campo. Tal empeño práctico garantizaba una buena preparación a la vida de sacrificios.
Las circunstancias no permitieron que estudiaran todos los hermanos. En el año 1923 muere el padre y Francisco debe interrumpir sus estudios. La madre busca otra escuela y reconoce que su hijo se sentía llamado al sacerdocio.

En la casa de las misiones

Doña Rosalía -la mamá de Francisco- contaba abiertamente el problema que tenía al pensar en el futuro de sus hijos. Habiendo escuchado ésto, alguien le ofreció una buena solución: cerca de la ciudad de Zdunska Wola existía un colegio para niños dispuesto a aceptar a toda clase social.
Aquella información parecía una respuesta del cielo, y en especial de la Virgen, a la que la madre del futuro sacerdote orionino rezaba con devoción. Con una breve recomendación del obispo de la región en la que destacaba su religiosidad, diligencia y comportamiento, fue aceptado inmediatamente. Era el 1º de septiembre de 1924. Una nueva congregación todavía no conocida en Polonia -la Pequeña Obra de la Divina Providencia- hacía poco que había iniciado su actividad para los jóvenes más pobres. El director, P. Aleksander Chwilowiez, imitaba el ejemplo de Don Orione en favor de la vocación de los pobres y comenzó transformando una vieja taberna en un colegio de segunda enseñanza clásica con internado para favorecer una adecuada formación de los jóvenes.
En este entorno, Francisco maduró la idea de encomendarse a Dios. Y el 10 de diciembre de 1930, luego de seis años de colegio, hace su primera profesión religiosa.

Formación y trabajo

La congregación orionina en Polonia estaba, en los años 30, en pleno desarrollo: ampliación de la casa de Zdunska Wola, cocina para los pobres, oficina tipográfica, actividades pastorales, fundación de la parroquia y Pequeño Cottolengo en Wloclawek, obra caritativa en Izbicakjawska e instituto para los niños en Kalisz. Pero la prioridad era -sobre todo- el aumento de nuevas vocaciones religiosas.
Ya por entonces Don Orione hablaba con admiración de la labor de Francisco, quien en 1931 había terminado sus estudios de filosofía e iniciado los de teología. Entonces, los superiores deciden mandarlo a Italia para finalizar su formación.
Ya sacerdote, se le confía el cuidado de unos veinte "carissimi", clérigos de la institución empeñados en el estudio y el trabajo para la ampliación del edificio del "Pequeño Cottolengo " en Quatro-Castagna, Génova.
El padre Francisco se ganó pronto la estima y el afecto de los jóvenes por la nobleza de su trato, su calma y bondad: "Nuestro director era siempre rápido, vigilante con su presencia y bondad, era gentil, afable y reservado. Nos sentíamos naturalmente animados con su presencia siempre atenta y afectuosa", señaló uno de sus clérigos. Promovía y disfrutaba del espíritu de la familia y del Pequeño Cottolengo: "Tengo trabajo de sobra porque este año la familia del cottolengo aumentó y hay nuevas necesidades. Somos 150 personas. Estoy muy contento de encontrarme aquí, donde se hace la voluntad de Dios", le contó Francisco a un amigo en Polonia.
En el verano de 1939 retornó a Polonia para ayudar en la parroquia y en el Pequeño Cottolengo de Wloclawek y lo sorprendió el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Testigo fiel

El 14 de septiembre de 1939 los alemanes entraron en Wloclawek. Toda Polonia fue presa de la invasión nazi y en poco tiempo desaparecería literalmente del mapa de Europa.
La potencia bélica y la inaudita atrocidad perpetuada por los alemanes suscitaron pánico y consternación, obligando a la población a huir a cualquier refugio. Las calles estaban llenas de fugitivos. En Wloclawek, donde estaban los orioninos, los aviones bombardearon los principales objetivos. Del clero sólo quedaron cinco o seis sacerdotes que se refugiaron en los sótanos del seminario, para protegerse de las bombas.
Mucha gente se amontonó en el cottolengo: ¿cómo dejarlos sin atención? Las monjas orioninas y el padre Francisco se prodigaron para ofrecer ayuda, comida y refugio. "En los primeros días -escribió el joven sacerdote orionino- veíamos a los soldados polacos que escapaban, sufrían hambre. Ayudábamos a los heridos. Bajo la Iglesia había cien personas. Cada tanto, pasaban los aviones bombardeando, sembrando el pánico y ocasionando incendios, heridos y muertos. He tomado coraje y en bicicleta, trataba de ayudar a los heridos".
El padre Francisco no descansaba y confesaba al aire libre sentado en una piedra: "De día iba al bosque donde confesaba a los soldados bajo un pino. Una vez empezaron los bombardeos y yo levanté en mis brazos el cuadro de la Virgen. Ningún soldado resultó muerto, la Virgen nos había protegido".
En la madrugada del 8 de noviembre de 1939, todo los sacerdotes, los seminaristas y el obispo de la diócesis fueron detenidos y llevados a la cárcel, donde quedaron más de dos meses, luego de lo cual fueron trasladados a otra prisión en un viaje terrible sobre un camión descubierto con más de 20º bajo cero. El viaje concluyó en un convento de los salesianos, destinado por entonces a ser la cárcel del clero. Monseñor Sarmik quedó admirado por la serenidad, humildad y benevolencia del religioso orionino: "Ayudaba, trabajaba y nunca se lamentaba", comentó.
El 14 de diciembre de 1940 el padre Francisco llega a Dachau, un campo de concentración nazi, última etapa de su calvario. Le fue asignado el número 22.666 y le explicaron que de allí no saldría más porque la Gestapo (policía secreta de Hitler) había ordenado que "el clero y los judíos debían desaparecer".
El "lager" de Dachau era un enorme campo de trabajo para sostener la economía militar alemana, con turnos agobiantes de 15 horas diarias de tareas y en condiciones climáticas pésimas. En ese tiempo trabajaban allí 2.500 eclesiásticos.

Por Dios, por la Iglesia, por la Patria

Una carta fechada en Dachau del 13 de septiembre de 1942, y firmada por un oficial de las S.S., da cuenta de la muerte del padre Francisco Drzewiecki. En ella se decía, también, que habían sido enviados tres paquetes con sus efectos personales a doña Rosalía, la madre. Ese año en el campo de concentración de Dachau fue el tiempo del hambre, el año más duro que el clero hubiera recordado. Cerca de 500 sacerdotes polacos murieron aquel 1942. Uno de los métodos para eliminar a los reclusos era la llegada de "El Transporte de los Inválidos". Una comisión visitaba cada tanto la enfermería del "lager" y hacía la lista de los "inválidos a transportar". Les decían que los llevaban en el tren para una "mejor vida", pero todos sabían que el viaje terminaba en el horno crematorio. Cuando los nazis lo vienen a buscar, se despidió con gran entereza. En ese supremo y dramático momento, el padre Francisco demostró ser un pastor dispuesto a dar la vida por su rebaño.
Un compañero suyo, también clérigo orionino, Josef Kubicki, que sobrevivió al campo de concentración de Dachau, recuerda ese último encuentro: "El padre Drzewiecki me dijo: - ¡Adiós, José! Partimos.
Yo estaba tan abatido que no podía decir ni una palabra de aliento. Y el padre Drzewiecki continuó:
- José no te pongas triste. Nosotros, hoy, tú mañana...
Y con gran calma todavía pudo decir:
- Nos vamos, pero ofrecemos como polacos nuestra vida por Dios, por la Iglesia y por la Patria. Y no regresó nunca más".
Hoy, el padre Francisco testimonia el sufrimiento y martirio de millares de seres humanos. Y también la fe de tantos otros que, hasta el último aliento, se supieron hijos del Dios de la Vida.

Mártires polacos

El padre Francisco Drzewiecki fue beatificado por el papa Juan Pablo II en una ceremonia realizada en su tierra natal junto a otros 107 religiosos y laicos polacos.
Los nuevos mártires padecieron torturas, experimentos pseudo-médicos, hambruna y trabajos forzados, y murieron - la mayoría en diferentes campos de concentración- fusilados, ahorcados, decapitados, en las cámaras de gas, o como consecuencia de los malos tratos recibidos. De ellos, 3 eran obispos, 52 sacerdotes diocesanos, 26 sacerdotes religiosos, 7 hermanos, 8 religiosas, 3 seminaristas y 9 laicos, entre los que figura una viuda que pidió tomar el lugar de su nuera embarazada de ocho meses para salvar la vida de la madre y el niño.