jueves, 10 de noviembre de 2011

* MENSAJE DE JUAN PABLO II A LA FAMILIA ORIONITA Y ESPECIALMENTE A LOS LAICOS 1997

A la familia de Don Orione, y en especial a los laicos
Ciudad del Vaticano, 7 de octubre de 1997Al ReverendísimoDON ROBERTO SIMIONATODirector General de los Hijos de la Divina Providencia1. "Queremos ver a Jesús" Jn 12, 21. Con estas palabras un grupo de griegos, atraídos por la fascinación del Divino Maestro, se dirigió un día a algunos discípulos, expresando el deseo de encontrar al Señor. A lo largo de los siglos tantas otras personas, en cada ángulo de la tierra han continuado manifestando este mismo deseo acercando hombres y mujeres marcados por una particular relación con la persona de Jesús.Entre los testigos de Cristo de nuestro siglo ocupa un lugar privilegiado el Beato Luis Orione fundador de esta familia religiosa. Su atractivo espiritual impresionó a mucha gente durante su vida y continúa todavía hoy suscitando admiración e interés. Ha sucedido de tal manera que entre los laicos cercanos a la Pequeña Obra de la Divina Providencia se ha venido afirmando el deseo de conocer en profundidad al Beato fundador, para seguir sus pasos más fielmente. De este modo ha nacido el Movimiento Laical Orionita con el fin de ofrecer a los diferentes componentes del asociacionismo laical surgido alrededor de las instituciones de la Obra, vivir el seguimiento de Cristo, compartiendo con los hijos de la Divina Providencia y con las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad el carisma orionita.2. Después de los primeros años de su puesta en marcha se advierte la oportunidad de proceder a una verificación del camino recorrido en vista a ulteriores desarrollos. A tal fin se promovió este Congreso Internacional que tiene como tema el lema paulino: "Instaurare Omnia in Christo" elegido por el Beato para la familia religiosa por él fundada. Se quiere de este modo ofrecer a los laicos la oportunidad de profundizar el carisma orionita, para elaborar una peculiar "carta de comunión" y proyectar posteriores metas en qué comprometerse y en qué compartir el servicio de la nueva evangelización en vistas al Gran Jubileo del Año 2000.En el momento de dirigir mi saludo a los participantes del encuentro, no puedo dejar de recordar las palabras apasionadas del Beato Orione: "¡Instaurare Omnia in Christo! Nos renovaremos y renovaremos todo el mundo en Cristo cuando vivamos a Jesucristo, cuando seamos realmente transformados en Jesucristo". Era evidente el convencimiento del Fundador, de que el al alma de toda auténtica renovación es la novedad de Jesucristo que se hace presente en cada una de las personas, de las familias, de las estructuras civiles y en las relaciones entre los pueblos. Su anhelo era hacer de Cristo el corazón del mundo y servir a Cristo en cada hombre especialmente en los pobres. Para llevar a cabo convenientemente esta intuición suya, él pretendía implicar mayormente a los laicos en la actividad apostólica llamándolos a sintonizarse con su corazón sin fronteras, porque está dilatado por la caridad de Cristo crucificado. Escribía de hecho a algunos amigos de la obra en 1935 desde Buenos Aires: "Todos sentirais conmigo vivísimo el deseo de cooperar, en cuanto está de vuestra parte, a la renovación de la vida cristiana -al "Instaurare omnia in Christo"- del cual el individuo, la familia y la sociedad pueden esperar la restauración social. Tened la valentía del bien (L. II, 291).Conscientes de este proyecto ya presente en el corazón del Beato Fundador, los responsables de la Familia orionita desde hace algunos años han promovido el Movimiento laical, que este Congreso pretende ulteriormente definir y reforzar, con el fin de cooperar válidamente, como él amaba repetir, a "hacer el bien siempre, el bien a todos, el mal nunca a nadie".3. Aprovecho esta circunstancia significativa para animarle, Venerado Hermano en el sacerdocio y a los Religiosos y Religiosas orionitas a hacerse "guías expertos de vida espiritual, a cultivar en los laicos el talento más precioso: el espíritu" (Vita Consecrata 55). E invito a los laicos que han elegido compartir el carisma orionita viviendo en el mundo, a ser celosos y generosos para ofrecer a la Pequeña Obra de la Divina Providencia "la preciosa contribución" de su secularidad y de su específico servicio. El Movimiento Laical Orionita favorecerá así la irradiación espiritual de vuestra Familia religiosa más allá de las fronteras del Instituto mismo, profundizando los rasgos carismáticos para una cada vez más eficaz actuación de su específica misión en la Iglesia y en el mundo. Un pensamiento particular dirijo a los miembros del Instituto Secular Orionita, a los cuales les fue concedida recientemente la aprobación canónica como Instituto de vida consagrada. Sabiendo bien que en estos días ellos tienen Asamblea general para elección de las propias Autoridades, les exhorto a vivir con fidelidad y alegría la propia consagración en el mundo y con los medios del mundo. Sepan ser constructores comprometidos en la síntesis entre el máximo posible de adhesión a Dios y a su voluntad y el máximo posible de participación en las alegrías y esperanzas, en las angustias y dolores de los hermanos, para dirigirlos hacia el proyecto de salvación universal manifestado por el Padre en Cristo. Su laicidad consagrada los ayude a vivir con coherencia el evangelio en el cotidiano compromiso de hacer operativo sobre la vía del testimonio y de las enseñanzas del Beato Luis Orione, el programa paulino "Instaurare omnia in Christo".Invoco, a tal fin, la protección de María, "Madre y celeste Fundadora" de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, y la intercesión del Beato Luis Orione, mientras, en prenda de celestiales favores imparto a Usted, a los miembros del Movimiento Laical y del Instituto secular, como también a cuantos forman parte de diversas maneras de la Familia orionina una especial Bendición Apostólica.